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LA ELEGIDA

LA ELEGIDA

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Rebecca una muchacha que sufre la traición de su prometido Asbel al que amaba con locura, con su hermanastra Gisell, y decide de alguna manera huir lejos, partiendo así a Lago Azul, dónde vive su abuela Eloisa. Es allí que conoce a Caleb, el chico de la sonrisa encantadora, que en un principio no le agradó a la muchacha, hasta que poco a poco se ganó su amistad. Pero al poco tiempo se encuentra de una manera particular e imprevista con Alex y, fue un amor a primera vista. Lo que vivía a su lado era especial y por nada quería despertar si de un sueño se tratara. Mientras la muchacha decide dar un paseo por el lago, vive el momento más atroz de su vida, cuatro hombres después de golpearla, intentan ultrajarla, pero allí mismo se presenta su salvador, Caleb. Después de semanas de permanecer encerrada en su casa, Alex confunde las cosas entre Caleb y Becca, pero luego descubre la verdad y siente impotencia y dolor. Sin esperar más y seguro del amor que siente por la muchacha, Alex decide pedirle matrimonio, pero en el camino sufre un terrible accidente, perdiendo de ésta manera la memoria, solo puede recordar antes de haberla conocido. Esto fue un golpe muy duro para Becca, que se refugia en Caleb. Experimenta varios sucesos extraños, cómo sueños difíciles de explicar y tan reales de vivir. Aquel hombre de negro que no deja de seguirla y atormentarla, pero ¿por qué a ella? Después de insistirle a la muchacha, Alex recuerda lo que sucedió el día del accidente y sobre todo a su amada. Así triunfa el amor y al poco tiempo se casan. Aún aquellas visiones, apariciones y sueños extraños no dejan de manifestarse en la vida de la joven Becca, quien intenta convencerse de que todo es producto de su imaginación. Al regresar muy felices de la luna de miel, sucedió lo inesperado e indeseado para cualquiera, el coche en el que regresaban, de manera inexplicable perdió el control y giró por los aires. La muchacha despierta del coma a un mes de haber sufrido el accidente, topándose con la noticia de la muerte de Alex, lo que dejó en un estado de profundo dolor, dolor inexplicable, y Caleb jamás se apartó de su lado. Con el pasar de los meses, decide salir de su escondite y en medio de una fiesta fue cautivada por Roberto, un chico muy apuesto y extravagante. Dando inicio a un nuevo capítulo en la vida de la atormentada muchacha. Pero nada es lo que parece y una serie de eventos hacen de aquel hombre encantador, un verdugo para ella. Hasta el día que decidió terminar con su agonía, pero allí estaba él, Caleb para volverla a rescatar. Pero Roberto no dejaría que las cosas quedaran así, el germen del mal debía ser implantado con éxito en la muchacha y no podía fracasar en su misión. Por lo que se las ingenió para hacerle creer que estaba embarazada de él y hasta él mismo se lo creyó. Este joven era parte de Los oscuros, un grupo que por los siglos intentó acabar con Los escogidos para reinar y los escogidos protectores. Una lucha que data de tiempos antiguos, estaba llegando lentamente a su fin. Becca descubre la verdad, y una noticia más que se suma a su dolor, de no poder ser madre jamás. Durante todo ese tiempo va redescubriendo quien es en realidad, y su nombre cambia de Rebecca a Christine, dando inicio a su nueva identidad. En medio de todo esto aceptó estar enamorada de Caleb, su amigo, pero los miedos y pensamientos destructivos no la dejaban avanzar. Después de una ardua lucha contra los oscuros que no desistían en destruir su identidad, sale victoriosa, pero para lograr aquello debió entrar al mundo de los oscuros para desde allí salir. Y sorprendentemente, Roberto la ayudó, pues se había enamorado de la muchacha y aunque eso le implicase la muerte no lo dudo. Con el tiempo la elegida, decide junto a Caleb formar una familia , aunque sabían que no podrían tener hijos propios, pero eso no era impedimento alguno. Christine trabajó incansablemente para buscar y preparar a los escogidos de última generación, junto a Caleb, formando así un equipo inigualable. Durante una de sus misiones junto a los escogidos liderados por Brenda, algo salió mal y capturaron a Caleb. Nueve meses después la muchacha dio a luz a un pequeño al que llamó Mael, y jamás dejó de buscar a su amado. Hasta que al fin apareció pero no era el Caleb que ella había conocido, era alguien completamente diferente. Mientras estuvo capturado por los oscuros, le hicieron creer que era uno de ellos y los malos eran los otros. Sufrió un lavado de cerebro irreversible. Éste fue quien en un descuido de la muchacha, la secuestró convencido de que lo que hacía era lo correcto. No la reconoció ni por un segundo. En medio del dolor que sufría Christine sin dejar de pensar en su pequeño hijo y en lo que estaba viviendo con su amado, se presentó en la escena Roberto, quien ahora pelea del lado de los escogidos, recuperando así también su identidad. Engañó a Caleb haciéndole creer que era uno de ellos, pudiendo de ese modo sacar a la muchacha de aquel lugar...

Capítulo 1 LA ROSA QUE SE CONVIRTIÓ EN PUÑAL

Rebecca es una muchacha que se encuentra a pocos meses de cumplir dieciocho años. Es una joven muy hermosa. El color de su piel es morena, tiene ojos color verde con una pizca de miel y el cabello es de un negro profundo. Becca, como le gusta que la llamen, está muy enamorada de Asbel a quien conoce de toda la vida, pero hace tan solo dos años que se hicieron novios y, hacía tan solo una semana atrás, le pidió matrimonio.

Cada vez que sus ojos lo ven, siente en su interior cómo cientos de mariposas revolotean enérgicas, como si aquello se tratara de un tipo de danza extravagante. Y ¿cómo no amarlo?, si él estuvo siempre a su lado. En los momentos más difíciles la acompañó y consoló.

Cuando la muchacha tenía tan solo nueve años, su padre Eugenio falleció en un accidente de tráfico mientras regresaba de un largo viaje de trabajo. Un padre que había sido todo para ella y ella había sido la niña de los ojos de papá. De pronto, todo dejó de ser así, y la tristeza ahogó su corazón con un dolor y soledad inimaginables. Sin embargo, allí estaba Asbel, el chico más cariñoso, atento y lindo de la escuela, con el que pasaba los campamentos cada verano desde que ambos tenían seis años. Fue él quién estuvo presente en ese momento tan difícil que le tocó atravesar a la pequeña Becca. Y ni hablar cuando su madre Valeria, decidió rehacer su vida y casarse con Miguel. Una vez casado con su madre se mudó a casa de ésta, con su hija Gisell, una niña que tenía la misma edad que ella.

Al principio Becca estaba muy enojada con su madre por la decisión tan repentina que había tomado de unirse a otra persona. Pero Asbel la animó y convenció de que sería genial tener una familia, y más divertido aún tener una hermana, ya que ella era hija única. Es así que poco a poco lo fue asimilando y puso de su parte para dejar de lado la tristeza y aceptar a su ahora "nueva familia". Nada podría hacer que su padre regresara de la muerte y fueran otra vez aquella familia que alguna vez fue.

Con el tiempo Becca y Gisell se volvieron muy unidas y lo compartían absolutamente todo. Ya no estaba tan sola, ahora su nueva amiga y hermana estaba para todo lo que necesitaba, eran muy unidas. Juntas asistían a la escuela y a la academia de danza "Revolución", lugar en donde Becca se sentía plena. Amaba la música y la danza, creía plenamente que éstas eran una sola, sin distinción. Asistía allí desde los tres años. Ese amor apasionado por la música lo había heredado de su padre. Cuando danzaba al son de ésta sentía que podía volar, cada melodía la tomaba entre sus alas y se sentía en la más inmensa y única felicidad. Era allí en donde creía que el cielo era real. En cada movimiento, expresaba toda su pasión y sentía que podía escribir la más perfecta historia de amor. Si, así era. Ese era su lugar en el mundo y aunque ambas compartían aquellas clases, a Gisell no le gustaba demasiado ya que solo lo hacía para acompañarla. Eran más que hermanastras, eran como hermanas de sangre y Becca sentía que podía confiarle hasta su propia vida.

Volviendo a Becca y Asbel, una pareja perfecta y soñada. La muchacha aún no podía creer que su novio le pidiera matrimonio. Estaba atónita, y en su rostro se reflejaba el estallido de felicidad, porque lo amaba con todo su ser. Dicha declaración se llevó a cabo en la academia y en frente de todas sus compañeras y profesores, fue realmente maravilloso que hasta parecía extraído de una película. El muchacho hizo su entrada por la puerta principal. Sus mejillas estaban más sonrojadas de lo normal. Sostenía un ramo de rosas rojas entre sus manos. Se acercó lentamente hacia donde estaba ella, y se lo entregó. Allí en medio del salón se arrodilló y mientras sostenía con su mano izquierda la suave y pequeña mano de su novia, con la otra extrajo del bolsillo de su saco un anillo de compromiso, el más hermoso que había visto y le dijo:

-Becca ¿Te casarías conmigo?-

Ella con la mirada atónita y en medio de una explosión de alegría le contestó de prisa:

-¡Si! ¡Claro que sí!-

Y allí mismo se dieron un gran beso mientras todos aplaudían y los felicitaban conmovidos. Becca sentía que era la mujer más feliz del mundo entero. Estar en el lugar que más amaba y haciendo lo que le fascinaba, junto al amor de su vida, sumado a esa fantástica declaración, hizo que ella se sintiera tocar el cielo con ambas manos.

Juntos cenaron esa misma noche e hicieron planes para su boda y futura vida juntos, hasta hablaron acerca de cuántos hijos tendrían. Fue una noche maravillosamente romántica sin duda alguna.

Luego de aquella cena fantástica, Asbel la llevó a caminar por aquella plaza en donde se dijeron su primer "te quiero", y con un beso profundo le dijo una vez más, que ella era la mujer con la que él quería pasar el resto de su vida.

La muchacha estaba muy emocionada, no veía las horas de correr y contárselo a Gisell. Así que al llegar a casa, subió de prisa al cuarto de su hermana y le contó todo lo que había pasado. Pero ésta no parecía muy contenta por la noticia, aunque de todos modos la felicitó y le deseo lo mejor. Rebecca de lo emocionada que estaba ni siquiera se percató del ánimo que cargaba aquella.

....

A una semana de haber sido sorprendida por Asbel con aquella proposición, Becca optó no ir a las clases extras que tenía en la academia, y decidió sorprender a su futuro esposo. La tarde estaba demasiado fría y nublada, con algunas precipitaciones esporádicas e insípidas. Primero, se dirigió a la panadería a comprar unas ricas magdalenas con chocolate, ya que eran las preferidas de As. Cuando llegó a la casa, llamó a la puerta y como nadie respondía, echó un vistazo a la cochera y pudo ver que no estaban los padres del muchacho, puesto que los autos no se encontraban allí. Entonces, sacando la llave que se encontraba detrás de una maceta que daba justo al lado de la puerta de entrada, abrió la puerta y entró a la casa muy sigilosa. Se dirigió a la habitación de Asbel, y no quiso llamarlo porque le pareció que sería una bonita sorpresa. Mientras subía por las escaleras, le pareció que éste no se encontraba solo, ya que podía oír voces que provenían desde allí. A medida que se acercaba a la recamara le pareció escuchar risas y la voz de una mujer. Pensó que tal vez se trataba de la televisión o algo por el estilo, pero no se detuvo. Al abrir la puerta ¡no lo podía creer! As y la que había aceptado como de su propia sangre, su hermana Gisell, estaban juntos. Las lágrimas explotaron de sus ojos y se deslizaban por sus mejillas como la lluvia intensa de verano. Una tras otra caían y golpeaban el piso de madera del pasillo. No dijo nada, solo se dio media vuelta y bajó por las escaleras lo más rápido que pudo. El muchacho gritaba desesperadamente que esperara porque tenía que explicarle, lo que según él, realmente había ocurrido. Pero ella siguió sin detenerse ni por un momento, y mientras se iba pensaba en qué era lo que le tenía que explicar, ya que era muy claro lo que había visto, ¡su prometido con su hermana estaban juntos y besándose en su habitación!,¿qué era lo que le tenía que explicar? No había nada que pudiera borrar esa imagen de su mente y sobre todo ninguna explicación que pudiese quitar el dolor que atravesó su corazón sin ton ni son, así sin más, como un puñal envuelto en alambres de púas que al ser incrustado en el corazón lo rompe lentamente mientras se desangra. Es como dolor de muerte, dolor inexplicable.

Corrió por la calle sin detenerse hasta llegar a su casa. Subió a su dormitorio en donde se encerró y lloró desconsoladamente, no pudiendo comprender el porqué de tal traición. El dolor era tan agudo que se le hacía difícil si quiera respirar. En ese momento su madre la oyó, por lo cual subió y llamó a su puerta preguntando que había pasado. Becca abrió la puerta y la hizo entrar para poder hablar con ella, pero ésta no podía entender nada de lo que intentaba decirle, ya que la pobre muchacha no podía modular palabra alguna, el llanto producido por el dolor la sofocaba. Pero aunque no se entendía muy bien lo que decía, realmente quería y necesitaba hablar con alguien. Su madre le pidió que se calmara para poder entender lo que le estaba diciendo y comprender qué era lo que había ocurrido. Después de unos minutos de haber recuperado el aliento y la calma, le contó lo que había visto y vivido. Ella un tanto sorprendida le dijo que esas cosas pasan y que debía tranquilizarse para hablar con As, por que seguro eso no había sido importante para él. Becca atónita le replicó aquellos dichos. Pues, ¿Cómo era posible que dijera eso? Ella no podía perdonar tal traición. Su madre en ese momento le contó que lo mismo le había sucedido con su padre y que eran cosas sin importancia, porque sabía que su marido la amaba por sobre todo a ella, y entendía que se había equivocado.

Becca solo se quedó en silencio. Un silencio que a la vez era tan ensordecedor que su madre exclamó:

-No te preocupes hija, esto va a pasar pronto. Debes calmarte y ser razonable en esta situación.-

Pero Becca de ningún modo lo podía aceptar y le pidió furiosa que se retirara de su habitación.

Otra cosa más que se sumaba a su dolor, su padre a quien amaba y consideraba intachable había traicionado alguna vez a su madre. No, no podía ser, su papá no era así. El dolor era aún más y más fuerte que el corazón seguía desgarrándose y sangrando sin control.

Sola en su habitación lloró todo su dolor y la única persona que le quedaba para confiar, su madre, le pedía que lo acepte y los perdone, ya que según ella, todo eso seguro no era para nada importante. Ni siquiera su madre podía ver su dolor y desilusión. Sentía que no le quedaba nadie y se quedó allí, encerrada toda aquella noche, puesto que no quería toparse ni por un momento con Gisell. No estaba segura de cómo reaccionaría al verla.

Tenía cientos de llamadas perdidas de Asbel, pero ninguna contestó, ni siquiera los mensajes. Al día siguiente el muchacho fue a la casa para hablar con ella. Valeria, con el propósito de que todo se solucionara, lo invitó a pasar. Él desde afuera de la habitación le rogaba que aceptara hablar con él, pero ésta no accedió y sólo permaneció en silencio mientras él seguía insistiendo, una y otra y otra vez que necesitaba hablar con ella.

-Becca te amo demasiado. ¡Perdóname! Se que fui un completo idiota, pero por favor , ¡tienes que creerme! Solo te amo a ti. No puedo con el dolor de saber que te hice daño.-

Ella pensaba en las cosas que aquel le decía.> y así lloraba sin consolación. Después de llevar una hora suplicándole, la muchacha solo le dirigió la palabra para decirle que lo único que deseaba era que se fuera para siempre de su vida.

-¡Vete por favor! ¡No te quiero volver a ver en toda mi vida!- exclamó sollozando la muchacha.

Asbel parecía muy arrepentido, pero Becca estaba decidida y no había forma de convencerla de lo contrario. Cuando aquel ya se había dado por vencido, Valeria le dijo que intentaría hacerla volver en razón para que lo perdonara. Luego lo animó diciéndole que todo iba a estar bien.

Despidió al muchacho y subió nuevamente a la habitación de su hija. Golpeó a la puerta y le pidió que la dejara pasar. En un principio la muchacha se resistió, pero luego accedió.

Estaba destrozada y su madre trataba de convencerla de que había sido un error dejarlo ir así sin darle una oportunidad y aunque Becca aun lo amaba, al mismo tiempo lo odiaba y no estaba dispuesta a perdonar.

Su madre insistió una y otra vez, pero no quería aceptarlo. Muy enojada le imploro que saliera de su recamara. En vez de apoyarla a ella, que era su hija, defendía a aquellos dos seres despreciables y traidores. Todo eso sumaba más soledad y tristeza a la vida de la joven.

Por un par de días no asistió a la escuela y ni siquiera a la academia. Estaba deprimida, destrozada y no le encontraba sentido a nada. Además de no querer toparse con ninguno de los dos en ningún momento ni lugar.

Los días habían pasado, pero la vida debía continuar. No le quedó más remedio que regresar a clases y como era de esperarse, allí estaban, As y Gisell a los que había estado eludiendo todo ese tiempo. No los podía evitar ya que tomaban las mismas clases, así que era imposible o casi imposible de hacerlo. Quedaban tan solo un par de meses para que finalizarán las clases y también para que llegara su cumpleaños. Aunque este último, no le causaba nada de entusiasmo. Había planeado su fiesta junto con su hermana y As, pero todo eso había quedado atrás y por lo tanto ya no le provocaba ni un más mínimo de ilusión. Lo que más quería era que pasara el tiempo y terminaran las clases lo antes posible para ya no tener que verlos nunca más a ninguno de los dos.

Mariel, una compañera que no era más que eso, una compañera de la escuela, se acercó a preguntarle qué le había pasado y por qué no había asistido a clases, pues todos estaban muy preocupados. Pero ella, de un modo irónico y prepotente le contestó:

-Me sorprende que nadie se haya enterado aún, ¿no te parece? ya que todo se sabe en los pequeños pueblos.- y volteó los ojos a un lado.

La inocente muchacha, debido a la mala respuesta que recibió por parte de Becca, se quedó sorprendida y molesta. ¡Lamentable! puesto que ella no le había hecho nada.

Es así que la joven Becca se volvió hostil y antipática con todas las personas que la rodeaban. Había elaborado un mecanismo de defensa y por este motivo, no lograba mantener ni mucho menos hacer amigos, sus únicos amigos habían sido Abel y Gisell.

La situación empeoró. No podía soportar estar en el mismo lugar que aquellos traidores, y como uno de ellos vivía en su misma casa y por ende no podía evitarla por más que lo intentara, tomó la terminante decisión de irse a "Lago Azul", el pequeño pueblo en donde vive su abuela paterna, Eloisa. El cual queda a cientos de kilómetros, lo suficientemente lejos para no tener que toparse con ellos. Como faltaba poco para cumplir la mayoría de edad no la podría detener su madre ni nadie.

Esa misma mañana llamó a su abuela y le explicó la situación. Ésta accedió a recibirla sin darle ningún sermón ni mucho menos. La muchacha estaba determinada así que de todos modos se iría con su abuela una vez culminado el año escolar.

....

A una semana de egresar de la escuela todos hablaban del baile de fin de año y el fin de la etapa de la secundaria. Lo mismo de siempre, en donde se elige a la reina y el rey de la escuela, etc. Ahora todo eso no le importaba en lo absoluto, lo único que deseaba era marcharse lo antes posible de aquel lugar.

Mientras todos celebraban la fiesta de fin de curso, Becca permanecía encerrada en su habitación y no hacía más que llorar tendida en su cama, porque a pesar de que se había vuelto antisocial y hostil con las personas, aun guardaba mucho dolor en su interior que atormentaba su corazón constantemente, y cada minuto que pasaba allí le recordaba todo de nuevo y le dolía demasiado, las heridas aún estaban muy frescas y demasiado abiertas.

Llegó el gran día, el último de clases en donde se entregan los diplomas de graduación y todos parecen estar muy felices junto con sus familias, tomándose fotos y llorando de alegría y emoción. Allí también se encontraba la familia de Becca capturando fotos que a ella no le interesan en lo más mínimo.

Después de la ceremonia, la muchacha le manifestó a su madre que se irá a vivir con Eloisa y que ella no haría nada para detenerla porque en pocos días cumpliría sus dieciocho años. Valeria no le reprochó nada porque se había dado cuenta que no serviría de mucho el tratar de convencerla de lo contrario.

Todos los planes que había realizado con As quedaron destruidos y en la nada, como el de estudiar juntos en la Universidad y por sobre todo el de formar una familia. Él, no dejó de buscarla, pero ya era demasiado tarde para volver atrás.

Ya no tenía nada que hacer en "Colina", así que se dispuso a preparar su equipaje para marcharse de inmediato. Guardó en su maleta púrpura todos sus buenos recuerdos, mientras que todo lo que le causaba dolor lo dejó en aquella triste y oscura habitación. Como las cientos de fotos con As y su hermana, los osos de peluche que le había obsequiado durante todos los años de amistad, las cartas de amor que él le escribió todos los meses que fueron novios y por supuesto la sortija de compromiso. Lo único que llevó consigo, fue una foto familiar, la de su primera familia: papá, mamá y ella.

Cuando bajaba por las escaleras, Valeria la esperaba para despedirla y sus últimas palabras fueron:

-Siento mucho todo lo que sucedió. Se que no hay nada que te haga cambiar de opinión. Solo quiero decirte que te amo y que cuando desees regresar, aquí estaré para ti.-

Después de decir aquellas palabras la abrazó muy fuerte, era su hija, ¿cómo no la iba a extrañar?. Aquella demostración de afecto al parecer no provocó ninguna clase de reacción en la muchacha, quien solo se limitó a susurrar un apático:

-Adiós... -

Sin embargo, al salir fuera de la casa y subirse al taxi que la estaba esperando, dos lágrimas lograron penetrar las persianas de acero que había decidido cerrar para no derramar ninguna más. Aquellas pequeñas recorrieron su rostro totalmente endurecido.

Al llegar al aeropuerto tomó el avión que la llevaría lejos de su dolor, o al menos eso creía.

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