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Sami regresa a vivir con su mamá,debido a su delicado estado de salud. Estuvo toda su vida enamorada de su vecino de al lado. Pero le llega la noticia que él se había casado hace poco tiempo.Eso en parte le destroza el corazón, ¿Podrá conquistar a un corazón ya enamorado?
Sami decide regresar a su antiguo hogar, donde la esperaba su mama.Enferma,aunque era muy obstinada. No quería la ayuda de Sami, a pesar de ya no tener las suficientes fuerzas.
Al regresar no solo se encuentra con los recuerdos que siempre la persiguieron, a pesar de la distancia. Sino también con la persona que había amado toda su vida, y aún amaba. Pero el se había casado hace un mes, con Sara. Una buena persona que estaba allí .
Lo que más la desconcierta, es que él le declara su eterno amor. Apenas se encuentran en plena mudanza. Al pasar el tiempo, ella no puede evitar desenterrar aquellos sentimientos que la habían perseguido por tantos años.
Sami se entera por parte de el,que había sufrido muchísimo por su partida repentina.Sara,su esposa le había ayudado mucho con su estado depresivo. Aquello en parte la lleno de culpa y remordimiento, pero ya nada podía hacer. También se preguntaba, porque el no había sido capaz de buscarla si tanto la amaba supuestamente.
Sami contemplaba nostálgica cada casa, cada edificio y las calles de su pueblo natal. En el medio del mismo lo dividía un arroyo.A su alrededor el césped ,las flores y las risas cada día gobernaban el lugar.
Cuándo llegó a su casa lo primero que hizo fue a saludar a su madre. Estaba sonriente abrazándola, ni más piso su casa.
La cual estaba casi igual que hace tantos años que se había marchado.Eso la hizo sonreír con nostalgia.
-Mi niña estás tan grande.- Tomo su mano con un brillo especial en su mirada
-Mamá estás igual de hermosa.
Unas horas más tarde llego el camión de mudanza, Sami no tenía muchas cosas personales a su cargo. Pero se trajo lo poco que tenían aquel departamento donde estudiaba.
Siempre había sido una hija responsable, su carrera se la pago trabajando. Por eso le preocupo que su madre estuviera enferma, aún no había comenzado a trabajar.
Pero probaría suerte en el pueblo.No tenía ningún tipo de problema en trabajar de lo que estuviera disponible.Ella había estudiado diseño gráfico y redacción.Pero era una persona humilde, no le interesaba un gran empleo.Solo uno para ayudar en los gastos a su mamá.
Cuándo comenzó a bajar algunos objetos del camión con ayuda de su terca madre. Ella no quería que hiciera un esfuerzo.Pero ahí estaba cargando una maleta.
Su madre no tenía una enfermedad terminal ,pero la había un detectado un problema en el corazón. Por lo cual no debía hacer mucho esfuerzo no tenía que pasar malos momentos emocionales.Su mamá se llamaba Erika, fue una madre dulce comprensiva.
Suspiro sabiendo que no la iba hacer cambiar de opinión. En su lugar se quedó observando la casa de al lado.
La fachada estaba casi igual. Solo que algunas plantas estaban maltratadas, el óxido se había apoderado de las ventanas y puertas.Las paredes estaban despintadas. Su madre le había comentado por teléfono que él se había casado.
Aquello extrañamente le había caído mal, se reprocho a sí misma pensando en porque le afectaba. Después de tantos años.
Cuando tenía que bajar un pesado sofá qué tantas horas de estudio se pudo aguantar. Una persona que no había visto llegar la comenzó a ayudar.
Cuándo llegó al borde de la casa y dejaron descansar el mueble. Pudo verlo.
Era el..
Los rayos del sol iluminaban sus cabellos, sus largas pestañas eran invisible por la claridad. Una enorme sonrisa apareció de su rostro, lo miro confundida el jamás la había mirado siquiera.
- Hola Sami tantos tiempos.
-Hola..-. tartamudeo.
-¿Vienes a vivir acá?
-Sí-hizo una pausa-Mi mamá está enferma y quiero acompañarla.
-Siempre fuiste tan amable y ante aquellas palabras ella se sonrojo.
-¿Porque de repente después de tantos años me hablas? -murmuro notoriamente confundida y algo incómoda.
-Es que me alegro verte lamento incomodar.
-Solo me sorprende nada más.- Ella volvió el camión a seguir bajando cosas bajo su atenta -Por cierto-. felicidades.
-Gracias.
-De nada.
-¿Qué haces aquí por cierto?
-Vine a buscar unas viejas cosas de la antigua casa, cuando te vi.
-Esta bien .
-Sami.- Ella dejo una caja en el suelo concentrándose en el.
- Estuve enamorado de ti toda la primaria y secundaria.-cuando ella escucho aquello sus mejillas se tornaron rojas. su corazón se acelero y quiso escaparse de su pecho -.No quise incomodarte.Pero nunca pude decírtelo y quería decírtelo en este momento como para cerrar este ciclo.
-Está bien creo que todos tenemos ese enamoramiento .Cuando somos añadió tartamudeando y visiblemente nerviosa.
-No quiero incomodarte más que pases linda tarde.- comenzó a caminar a través del camino de piedras hasta llegar a la calle.
Sami quedó reflexionando.Todo este tiempo a escondidas observándolo a través de su ventana, todas aquellas tardes de mirar los partidos de fútbol para verlo. Los cursos que compartía a propósito con él solo para mirarlo. Las miles de cartas que escribió y jamás se atrevió a entregarle, que aún tenía guardadas.
Sintió que había perdido tanto tiempo amándolo a él, que no tuvo tiempo amándose a si misma.Todo ese sufrimiento que ella misma se había causado.Aquellas Miles de tardes, dónde lloraba hasta quedarse dormida.
No solo sufrimiento hacia ella,sino a su mamá.Que se quedaba apoyada en la puerta de la habitación de su hija.Escuchando sus gemidos de dolor y sufrimiento.
Nada de aquello le pareció justificación.Decidio por un momento dejar de pensar en el y pensar más en ella misma.Aunque aquello sonaba atractivo era bastante difícil.Aun lo tenía a Liam clavado en el corazón como uba estaca.
Fue demasiado tiempo enamorada de él.Demasiadas lágrimas en su nombre.A pesar que el susodicho no estaba enterado siquiera.
Todo eso sintió de repente que fue tiempo perdido.Porque jamás se atrevió a decirle lo que sentía.Ahora, seguramente estarían juntos casados con hijo,en quién sabe dónde. Ahora jamás tendría la oportunidad de besarlo.
En esos minutos que quedó pensando comenzo a acelerar el pasó detrás de él. estaban ahora es tan solo un metro de distancia cuando ella agitada comenzó hablar.
-Liam- .Hablo agitada.
-Dime. - Se giró algo confundido.
-Yo también estuve enamorada de ti toda la primaria, toda la secundaria. Lamento haber sido cobarde,no decírtelo. Espero que tengas una bonita vida y sea feliz.-.Camino a paso decidida a su nueva casa, con lágrimas deslizando, sobre sus mejillas y muriendo en sus labios.
Entró sin siquiera mirar atrás.Sin percatarse que el también compartió unas lágrimas en sus labios.
Después de unas horas fingiendo amor frente a su jefe y de un pico después de decir "acepto", la noche pasó sin ningún otro contratiempo. Se marcharon en un Ford descapotable de los años sesenta y finalmente llegaron a la casa de Lionel. Tan pronto como pisaron el suelo, él la observó con aburrimiento y se giró para irse a dormir. No le gustaba estar rodeado de personas, a menos que fueran bailarinas en poca ropa. -¡Oye! -protestó Alexa, pero él no se giró para seguir avanzando-. Se supone que estamos casados -murmuró temblorosa. Finalmente, él se detuvo y Alexa se acercó a pasos firmes, rodeándolo. Lionel bajó la vista para fijarla en ella. Le resultó... ¿Bonita? Supuso que ese era un adjetivo acorde a esa mujer, aunque le parecía insoportable y aquello restaba la belleza que poseía. -¿Qué? ¿Quieres acostarte conmigo? -preguntó él. Ella levantó una ceja para negar, pero ya era tarde. Lionel la tomó entre sus brazos y la recostó sobre la pared. Una mano detrás de su cintura bajó hasta sus glúteos y los apretó. Alexa rodó los ojos para darle un empujón. -Al cabo que ni quería... puedo cogerme mujeres de verdad -se burló, pero no esperó recibir un cachetazo de la dama. Alexa observó sorprendida la mejilla roja de su ahora esposo. Su piel se volvió más pálida de lo normal y retrocedió un paso, luego otro. Lionel se limpió un hilo de sangre que caía en la comisura de sus labios y la observó furioso. Era raro verlo así. Corrió a su lado y la tomó del cuello con brusquedad. Poco a poco, Alexa pudo sentir que el oxígeno no pasaba por su garganta y que estaba quedándose sin aire. -P-por favor... -suplicó, pero Lionel siguió presionando hasta que la soltó arrojándola al suelo. Se limpió el saco, como si ella lo hubiera ensuciado, y se dio la vuelta. Alexa, perpleja por haber sido estrangulada por su esposo, se levantó. -¡Soy tu esposa! ¡Te guste o no! -gritó a todo pulmón. Lionel se giró, buscó algo en su bolsillo y dijo: -Bien. Ten, son diez mil dólares. El próximo mes te daré más, ahora vete. No me interesa tenerte en esta casa. -Somos marido y mujer. Merezco y debo estar aquí -susurró con la voz quebrada y los ojos llenos de sufrimiento. Él le lanzó una sonrisa ladina mientras avanzaba, pero ella, a pesar de temblar por ese hombre, no se dejó intimidar. -Entonces... -comentó mientras bajaba el cierre de su pantalón, sacando su enorme miembro frente a ella-... mételo en tu boca... -canturreó divertido. Lionel se rió de la desgracia de aquella mujer. Y ella lo sabía.
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