Esta es la cuarta parte de esta saga, donde conocerán la historia de Manuel, desde el principio de los tiempos, cuando él y su hermano fueron convertidos. Todas las vidas de Abril y todo lo que él vivió para prepararse para la batalla final.
Me senté a la orilla del acantilado, Mala'ikan había vuelto a aparecer y no permitiría que otra vez acabara con mi familia. Mi hermano no quería entender que seguir los consejos de ese ser no era lo mejor para nadie, pero en su depresión, en su culpabilidad, no era capaz de entender nada.
Y recordé aquel primer tiempo, cuando fui creado, cuando conocí a Selena, cuando nació mi hija y, sobre todo, cuando Mala'ikan acabó con todo lo que me importaba.
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Conocí a Selena una noche de eclipse total. Se contaba en ese tiempo, que los dioses tenían sus batallas en sus moradas celestiales y por ello desaparecían del manto negriazul. Ella escapaba de algo o de alguien, llegó casi sin vida al castillo donde vivía y mis padres la acogieron. Era una mujer realmente hermosa; en ese momento sentí que me encontraba ante una diosa, sin embargo, sabía que eso era imposible, pues, a pesar de haberme criado en un hogar muy crédulo, yo era distinto a los demás y no creía en ese tipo de mitos.
Selena permaneció una semana en recuperación, aunque a mi parecer se encontraba bien al segundo día. Sin embargo, se quedó, como dije, una semana en sus aposentos sin querer salir ni ver a nadie. Al estar a cargo de la seguridad, acudía con mis hombres cada vez que debía alimentarse o cuando la visitaba nuestro curador. En realidad, si soy honesto, no era mi deber asistir con ellos, si lo hacía era porque quería verla.
Una semana después de su arribo, salió de su habitación, más linda que nunca. Puedo asegurar que casi brillaba, con una palidez que hacía juego con sus ojos de aceituna y su cabello plateado.
Aquella noche, Selena salió a caminar y yo la seguí; poco rato después, al darse cuenta de que iba detrás de ella, se giró para mirarme.
―¿Qué quieres? ―me preguntó con dulzura.
―Nada, solo cumplo con mi deber.
―Tú no tienes deber para conmigo.
―Mi deber es protegerte.
―¿Crees que esté en peligro? ―inquirió algo burlona.
―¿Tú no? No llegaste en las mejores condiciones ―repliqué igual de burlón.
―Eso fue un descuido, no muchos tienen el poder de destruirme y, siendo ese el caso, poco podrías hacer tú para defenderme.
―Me subestimas.
―No, no te subestimo, te doy tu propio lugar.
Eso no me agradó, me sentí demasiado inferior, ella me estaba humillando, aunque claro, ni su voz ni sus gestos lo expresaban de ese modo.
―No te sientas mal, no quiero decir que tú no seas capaz de ayudar a otras personas, pero yo no soy una persona normal, quienes me pueden hacer daño a mí, bien pueden hacértelo a ti sin ninguna dificultad.
―Yo puedo defenderte si hace falta.
―Lo sé, sé que puedes defenderme si aparece algún hombre que quiera hacerme daño, pero si se trata de otro tipo de fuerzas, dudo mucho de que tú puedas ayudarme.
―¿Otro tipo de fuerzas?
―Fuerzas en las que no crees.
―¿Me vas a decir que tú crees en hechiceros, dioses...?
―Y todas esas cosas ―aseveró con firmeza.
―¿Y todas esas cosas?
―Escucha, Medonte, todo en lo que no crees, existe de verdad.
―¿Cómo así?
―Así, tal como lo escuchas.
―¿Qué cosas, exactamente, existen?
―Dioses, eternos, brujos, hechiceros, intraterrestres, ángeles, extraterrestres.
―Por favor, Selena, no puedes creer de verdad en ese tipo de cosas, nada de eso es real.
Ella, por respuesta, miró al cielo. La imité por inercia. Lo que vi me desarmó. Una lluvia de estrellas fugaces atravesó el cielo.
―¿Lo viste? Los prodigios existen.
―¿Qué fue eso?
―Yo lo hice.
―¿Cómo que tú lo hiciste?
―Yo no soy lo que imaginas.
―¿Qué es lo que imagino?
―Imaginas que soy una mujer normal, perdida en este territorio, llegada aquí por casualidad escapando de alguien, buscando protección.
Aquello me puso a la defensiva.
―No, no soy un monstruo si es lo que piensas ―aclaró.
―No lo pienso.
―¿Entonces?
―No entiendo qué eres o a dónde quieres llegar con esta conversación.
Continuó su camino y yo avancé con ella, Selena alentó su andar y se tomó de mi brazo.
―Mira el mar, ¿no te parece maravilloso? ―comentó con voz tenue.
―¿Te parece?
―¡Es hermoso! ―exclamó sorprendida por mi falta de interés.
―Sí, puede ser.
―Escucha, Medonte, eres demasiado escéptico y las cosas están cambiando, algún día, no muy lejano, quizá todo lo que conozcas sea diferente.
―Las cosas no van a cambiar, Selena, a no ser que tú sepas algo que nosotros no.
―Medonte, hay tanto que te falta aprender, pero no te preocupes, ya tendrás el tiempo suficiente.
Se soltó de mi brazo y caminó hacia la playa, me quedé inmovilizado a pesar de mis deseos de querer seguirla; fui incapaz. La observé entrar en el agua y, de pronto, como una aparición, una luz salió del mar en el sitio preciso donde se encontraba ella e iluminó el firmamento. Esa luz se hizo más densa y, desde la Tierra al Cielo, fue desapareciendo. Al final, cuando llegó por completo arriba, una pequeña sonrisa blanca se dibujó en el espacio; la luna había vuelto a aparecer y estaba en creciente.
Busqué a Selena y no la encontré. No podía creer lo que había visto, ¿acaso en realidad era Selena, la diosa lunar?
―Más vale que te alejes de ella ―me advirtió un hombre a mis espaldas.
―¿Quién eres tú?
―No quieres saberlo.
―Vienes aquí, a mis terrenos, a advertirme acerca de algo que ni siquiera he pensado hacer ¿y no quieres identificarte?
―Medonte, ¿quieres un consejo? Deja tus aires de altanería y engreimiento para gente de tu raza y de tu pueblo, no intentes combatir con seres superiores a ti, con seres en los que siquiera crees.
―¿Qué quieres decir? Dime, ¿quién o qué eres tú?
―Depende.
―¿De qué?
―De lo que decidas.
―¿A qué te refieres?
―Selena volverá, si tú la abandonas, seré un amigo que pasó por aquí y te dejó vivir; si insistes en querer algo con ella, que lo quieres, deberás atenerte a las consecuencias, porque yo no perdono y Selena es mía.
―Si fuera tuya, como dices, ¿por qué no está contigo?
Me miró de un modo espeluznante.
―No es asunto tuyo.
―Lo es de momento que quieres que me aparte de Selena.
―Pues lo harás. De otro modo te arrepentirás.
―¿Quién lo ordena?
Alzó la barbilla con orgullo.
―Mala'ikan, el Ángel de los muertos.
―Según los hebreos ese ángel se llama Azrael ―me burlé.
―Azrael es el ángel de la muerte, Medonte, yo soy el ángel de los muertos.
―No creo en esas supercherías.
―Acabas de ver una manifestación de aquello que tú llamas superchería, ¿no te bastó?
―¿Qué quieres en realidad, Mala'ikan?
―Quiero que te alejes de Selena, si no lo haces, sabrás, con exactitud, quién soy yo y créeme cuando te digo que entonces sí creerás en supercherías.
No contesté. En realidad, no me permitió contestar, pues desapareció ante mi vista, frente a mí. Y comprendí que las supercherías, en las que no creía, estaban a punto de convertirse en realidad para mí.
Cassandra es una chica que, desde pequeña, ha sufrido de terrores nocturnos y sonambulismo, lo cual la mantenía en un constante estado de alerta y con miedo. Vive sola con sus abuelos, pues su madre fue asesinada justo antes de dar a luz y su padre la abandonó al nacer. Por esto, ella ha sido tachada de rara por sus compañeros de colegio y, cuando en la graduación de secundaria, se aparece un ovni, la culpan a ella. Con el tiempo, ella va a trabajar a San Pedro de Atacama, allí conoce a Ángel Philips, su nuevo jefe, un hombre muy especial que llama la atención de la joven por el cambio en la tonalidad de sus ojos y por su forma inusual de ser. Hasta ese lugar la persiguen esos objetos con sus luces que la desconciertan y le llama la atención a partes iguales y pronto se da cuenta de que Ángel tiene que ver con ellos. ¿Qué secretos tiene ese hombre? ¿Quién o qué es él? ¿Qué tiene que ver él con su pasado? Es lo que tendrá que descubrir Cassandra en esta historia.
A pesar de su nombre, esta es una historia de amor que se mezcla con las leyendas que abundan en Chiloé, las que hablan de una bruja poderosa que se enfrentó al gran Moraleda, navegante español que al perder con ella en la magia, le ofreció su amistad y conocimientos. Esto dio inicio a "La recta provincia", "La Mayoría", una organización de brujos que sojuzgaba la isla. Chilpilla, la gran hechicera, fue traicionada por su propia gente y, durante el Juicio a los Brujos en 1880, obligada a abandonar su tierra, sacada de allí por el mismísimo Diablo. Después de vagar por el mundo por más de cien años, buscando aprender, volvió a la isla para vengarse de todos los que la traicionaron. Pero se encuentra con un escollo: Junier, un ser que la odia y que hará de su vida una miseria. De vuelta en la isla, solo un brujo tiene el poder de detenerla y destruirla, ¿logrará hacerlo antes que en la isla reine el terror como en 1880? Una novela donde se mezcla la historia, el amor y las leyendas de un modo diferente a lo conocido. El Caleuche, brujos, fantasmas y demonios se darán cita en este libro donde buenos y malos se confunden y nada es lo que parece.
Junier es un ángel caído, el hermano favorito de Lucifer. Bajó a la tierra cuando todos los demonios fueron expulsados del Cielo. Aquí conoció a Mirka, una humana muy especial y con ella vivirá a través de diversas eras de nuestra historia. Acompaña a este ángel en sus aventuras, amores y desamores, logros y frustraciones. Junier es un ángel que vino para quedarse en tu corazón. *No apta para personas sensibles, aquí los demonios no son los malos.
Eva Pardo, La Mujer del Teatro, es una mujer que no tiene escrúpulos, por lo que es una leyenda en sí misma por la fama que se ha hecho a través de los años. Guido Barker es un joven que el mismo día que muere su madre se entera que fue adoptado y comienza a buscar a la mujer que no solo lo regaló, también lo vendió. Y no la busca para encontrar amor o respuestas, lo que busca es venganza. Una historia diferente de maldad, intrigas y mentiras con un final sorprendente.
La historia continúa, Cristóbal y Esteban otra vez están en riesgo, esta vez por un enemigo en común que quiere destruir, no solo a ellos, también a su familia y todo lo que tienen. Un fantasma que vuelve, cosas que no son lo que parecen y nuevos problemas, deben enfrentar estas dos familias y sus allegados. Historias que se cruzan en esta parte de esta serie, que, aunque puede terminar aquí... uno nunca sabe.
Una florista naturalista y un empresario de transportes, ¿qué tienen que ver el uno con el otro? Nada. Si no fuera que sus empresas colindan. El problema es que para Almendra, una mujer que vive la vida de forma natural, los camiones de su vecino entorpecerán el crecimiento de sus plantas y flores, ya que el ruido y el smog las marchitará. Por otro lado, a Bastián le molesta que en ese lugar exista un jardín, le trae malos recuerdos de sus padres, recuerdos que quiere erradicar de su memoria y su vecina no se lo hace nada de fácil. Uno de los dos tendrá que irse, sin embargo, ninguno dará su brazo a torcer; los dos defienden su empresa con uñas y dientes y esperan que el otro sea el que ceda y demostrar su fortaleza. Es un juego de tira y afloja. Un juego en el que pueden perderlo todo.
Morgan's Technology y Smart Fox Technology, dos de mayores fabricantes de juegos de computadora y software en Nueva York. Una fusión entre las dos empresas no sólo liberaría a la Morgan de la quiebra ya que cumpliría el sueño del presidente de Smart Zorro. Sin embargo, sólo la fusión entre las empresas no fue la sufciente. Además, un contrato establecía el matrimonio entre los herederos Isabella Morgan y Trevor Fox. Isabella no entendía por qué el rico, guapo y sexy Trevor para casarse con ella. Él podría tener cualquier modelo a sus pies y todavía casarse con una persona como ella: gorda! No es que tuviera un problema con su físico, pero la sociedad tenia! La solución del misterio tuvo lugar en un conversación con sus amigos: Trevor era gay. Y ahora cómo sobrevivir a este matrimonio si ella se enamoró de Trevor a primera vista?
A veces el amor aparece de la manera más inesperada y en la forma de la persona menos pensada. Para Daniel, la vida a sus 40 años es una rutina entre sus tres hijos y su cargo de CEO de la empresa familiar. El fallecimiento de su esposa lo deja inmerso en la tristeza; creando, con el correr de los años, una coraza fría a su alrededor. Deanna tiene una vida normal, trabaja medio tiempo y estudia en la Universidad de Artes porque quiere lograr su sueño: cantar en la ópera. Solo le falta un año para terminar su carrera cuando su amigo Harry le pide ayuda desesperado. Una antigua regla familiar le impide casarse con su novia, la cual está embarazada. Para hacerlo, Daniel, su hermano, debe casarse primero. Para ayudarlo con su problema Daniel y Deanna acceden a fingir una relación y un matrimonio. Son tan opuestos que la atracción es inevitable. Él encuentra en ella la calidez que faltaba en su vida y Deanna el amor luego de una ruptura desastrosa. Finalmente, Daniel puede volver a tener una familia. Pero hay muchos intereses ocultos que buscan separarlos y alejarlos. El viaje es difícil, deben enfrentarse no solo a terceros que les complicaran las cosas, sino también a sus propios miedos e inseguridades. No es sencillo equilibrar 15 años de diferencia. Pero el corazón tiene razones que la misma razón nunca entenderá.
Después de tres años de matrimonio hermético, Eliana nunca había visto a su enigmático esposo hasta que le entregaron los papeles del divorcio y se enteró de que su supuesto esposo estaba cortejando a otra mujer sin importarle cuánto le costara. Ella volvió a la realidad y decidió divorciarse. A partir de entonces, Eliana dio a conocer sus diversos personajes: estimada doctora, legendaria agente secreta, hacker reconocida, célebre diseñadora, experta piloto de carreras y distinguida científica. A medida que se conocieron sus diversos talentos, su exesposo fue consumido por el remordimiento. Desesperado, suplicó: "¡Eliana, dame otra oportunidad! Todas mis propiedades, incluso mi vida, son tuyas".
Sabrina tardó tres años enteros en darse cuenta de que su marido, Tyrone, era el hombre más despiadado e indiferente que jamás había conocido. Él nunca le sonrió y mucho menos la trató como a su esposa. Para empeorar las cosas, el regreso del primer amor del hombre no le trajo a Sabrina nada más que los papeles del divorcio. Con la esperanza de que todavía hubiera una posibilidad de salvar su matrimonio, le preguntó: "Tyrone, aún te divorciarías de mí si te dijera que estoy embarazada?". "¡Sí!", él respondió. Al comprender que ella no significaba nada para él, Sabrina finalmente se rindió. Firmó el acuerdo de divorcio mientras yacía en su lecho de enferma con el corazón hecho pedazos. Sorprendentemente, ese no fue el final para la pareja. Fue como si Tyrone despejara la mente después de firmar el acuerdo de divorcio. El hombre que alguna vez fue tan desalmado se arrastró junto a su cama y le suplicó: "Sabrina, cometí un gran error. Por favor, no te divorcies de mí. Te prometo que voy a cambiar". Sabrina sonrió débilmente, sin saber qué hacer…
En su borrachera, Miranda se acercó audazmente a Leland, sólo para encontrarse con su mirada fría. La inmovilizó contra la pared y le advirtió: "No me provoques. Dudo que puedas soportarlo". Poco después, su compromiso se canceló, dejándola en la indigencia. Sin otras opciones, Miranda buscó refugio con Leland. Con el tiempo, asumió el papel de madrastra, cuidando a su hijo. Llegó a comprender que la decisión de Leland de casarse con ella no se debía solo a que ella era obediente y fácilmente controlada, sino también porque se parecía a alguien que él apreciaba. Ante la solicitud de divorcio de Miranda, Leland respondió con un abrazo desesperado y una súplica para que reconsiderara su decisión. Miranda, impasible, respondió con una sonrisa de complicidad, insinuando un cambio en su dinámica. El señor Adams, que siempre fue el controlador, ahora parecía ser el atrapado.
Para cumplir el último deseo de su abuelo, Stella se casó con un hombre al que nunca había visto. Sin embargo, los dos continuaron llevando sus vidas sin ser molestados. Un año después, Stella regresó a Seamarsh con la esperanza de conocer a su misterioso marido. Pero para su sorpresa, él le envió un mensaje pidiéndole el divorcio. Apretando los dientes, ella respondió: "¡Entonces divorciémonos!". Poco después, Stella se convirtió en empleada de Grupo Prosperity y trabajó directamente para el director ejecutivo del grupo, Matthew. Se decía que el apuesto CEO estaba casado y amaba mucho a su esposa. ¡Pero Stella no sabía que él era en realidad su misterioso marido! Decidida a centrarse en su carrera, Stella deliberadamente se mantuvo alejada del jefe, aunque no pudo evitar notar sus intentos de acercarse a ella. Un día, su marido cambió repentinamente de opinión y se negó a seguir adelante con el divorcio... ¿Cuándo descubriría Stella que Matthew era su marido? En medio de una mezcla de dulzura y mentiras, ¿adónde los llevaría el destino?