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Lucas Preston lo tiene todo y nada. Habiendo perdido a la mujer que amaba, cerro su corazón al amor. Pero una joven de aspecto inocente despertara su deseo, y sin darse cuenta estaba cayendo una vez mas en el dulce sentimiento de amar.
Julius Bredford, un hombre impecable, de constitución fuerte, apretó el puño de oro de su bastón con sus largos dedos. Bajo del lujoso auto después de que su chofer le abriera la puerta, mientras otro sirviente lo cubrÃa con un paraguas.
El silencio del lugar, solo resonaba el golpeteo de la lluvia. Se giró lentamente, viendo los rostros inexpresivos de sus sirvientes, más allá de la reja puntiaguda de hierro, en dirección al cementerio de Rock Creek, en Northwest. HacÃa tres semanas que habÃa enterrado allà a su joven esposa. El monumento de mármol se alzaba ante sus ojos, bajo una frÃa y grisácea llovizna. Al pie del monumento, justo donde su asistente esperaba encontrarlo; se divisaba la silueta alta y poderosa de un hombre; despeinado por el viento y absorto en sus pensamientos, no parecÃa importarle el viento y tampoco la densa lluvia que mojaba su gabardina negra.
Preston.
La boca de Julius se convirtió en una fina lÃnea. Tomo el paraguas de la mano de su sirviente.
-Espérame aquÃ.
-Si señor.
Con determinación, comenzó una lenta ascensión por el sendero de grava.
Con su expresión dura e inmóvil, similar a las esculturas que adornaban el cementerio, Lucas Preston, de treinta y tres años, próximo senador por el partido demócrata, no dio muestras de percatarse de su llegada. Permaneció inmóvil, con la mirada fija en las rosas amarillas que adornaban la tumba, mientras la lluvia mojaba su cabello rubio y las gotas se deslizaban por sus mejillas. Él pudo ver su duro perfil.
Julius hizo una mueca y se dispuso a interrumpir la intimidad de aquel hombre. Después de todo, Preston era el único miembro del senado que respetaba. Algunos consideraban que sus ideas eran un poco liberales, pero nadie podÃa negar que estaba capacitado para llenar el puesto que habÃa ocupado su padre todos estos años.
Julius, reflexiono sobre lo que habÃa sido la vida del aspirante a senador. Lo habÃa visto convertirse en abogado a los veinte años, convertirse en cabeza de familia después de la muerte de su padre y prácticamente criar a sus dos hermanos junto a su madre. Recientemente, lo habÃa escuchado pronunciar discursos en el senado, mostrando una serenidad, una elocuencia que hacÃa que todos los presentes se pusieran de pie. La integridad de Preston estaba fuera de toda duda; su honor era auténtico. Todo lo contrario a su sobrino, Logan, que se consideraba virtuoso, pero en su opinión era un bueno para nada. Si su sobrino fuera la mitad de lo que era Lucas, estarÃa tranquilo al morir, pero al contrario, pensar que algún dÃa morirÃa y tendrÃa que dejarle su legado a alguien como Logan, lo preocupaba.
Miro una vez más al hombre antes de acercarse completamente. PodÃa ver cuanto lo habÃa afectado la muerte de Brenda. En fin, algunos hombres veÃan en una mujer lo que querÃan ver.
Julius carraspeo. Lucas, sobresaltado, se estremeció al oÃr el sonido y se dio la vuelta. Una emoción oscura brillo en sus ojos azules. Al ver a Julius, su expresión sorprendida, dejo entrever una pizca de culpabilidad. Teniendo en cuenta la moral integra de Lucas, lo atormentaba haber deseado a la mujer de un viejo amigo.
Julius lo saludo con la cabeza.
-Preston.
-Lo siento. Sé que no deberÃa estar aquÃ, ya estaba por irme - dijo entre dientes, bajando la cabeza.
-Por favor, quédate, no me molesta - respondió Julius, aliviando la tensión entre ellos - Acompaña a un viejo amigo en su dolor.
-Está bien - mirando al cielo y solo ver nada más que una escena gris, Lucas aparto la mirada del que fuera el esposo de la mujer que amaba, luego dirigió su mirada hacia el horizonte formado por las lápidas.
Julius avanzo hacia la tumba, observando donde se encontraba la mujer que adoraba. Ella habÃa tenido un funeral elegante, y habÃa sido enterrada en el cementerio más exclusivo de la ciudad, con un monumento funerario de la familia Bredford, para el cual el no reparo en gastos. Él debÃa pagar ahora su error más caro.
«La estupidez de un hombre enamorado» pensó con amargura.
La belleza era ciertamente su debilidad. Ella con su melena cobriza y los muslos más sensuales que pudo admirar, Brenda Michelle, de veintidós años, habÃa sido modelo y lo habÃa conquistado en un evento de caridad. Y asÃ, bajo su hechizo, la convirtió en su segunda esposa. Se habÃa enamorado perdidamente de la belleza joven, y ella se habÃa enamorado de su dinero.
Julius se alegraba de no haberla enterrado junto a Mónica, su primera esposa, que descansaba en el mismo cementerio, pero junto a su familia, el pabellón ancestral de los Bredford. Recordar a su primera esposa, despertaba recuerdos hermosos y felices, su único defecto fue su incapacidad para darle un hijo.
-Lamento mucho tu pérdida, Julius - dijo Lucas con rigidez, evitando su mirada.
Julios le dio una mirada furtiva y suspiro mientras asentÃa con la cabeza.
-Cuesta creer que se haya ido. Era tan joven, estaba tan llena de vida...
-Si... es una lástima. - Lucas miro al hombre a su lado - ¿Qué vas a hacer ahora?
- Mañana viajaré a Maine. Un par de semanas de soledad me vendrán bien.
Una visita a su casa de campo también apartarÃa de él las sospechas, cuando aquel hombre hiciera su trabajo por él.
-Estoy seguro de que será lo mejor - dijo Lucas de forma cortes y automática.
Ambos permanecieron en silencio durante un largo rato; Lucas absorto en sus pensamientos y Julius, meditando sobre abandonar su elegante villa en Columbia, con su bonita hectárea y media de jardines; el lugar donde habÃa muerto Brenda.
-Inolvidable la huella que dejaste en nuestros corazones. -dijo Lucas de forma apenas audible. Julius lo miro apenado.
-SÃ, una huella imborrable.
Lucas no dijo nada; se limitó a contemplar fijamente las letras grabadas en el monumento, el nombre de Brenda, la fecha de su nacimiento y la de su muerte.
-Nunca la toque - soltó bruscamente, volviéndose ante Julius - Nunca la bese al menos.
Julius sostuvo su mirada sin alterarse y solo asintió con la cabeza como si estuviera satisfecho, aunque aquello no era nada nuevo para él.
-Todo es tan extraño. - dijo él después de un rato - Cada dÃa iba a nuestro estanque a dibujar. ¿Cómo pudo resbalar asà nada más? Puede que no lo haya pensado en ese momento por el dolor, pero, ahora me parece tan absurdo.
-Es imposible que resbalara - dijo Lucas con vehemencia - Era ágil... muy ágil.
Julius quedó sorprendido por su impetuosidad. Aquello iba a resultar mucho más fácil de lo que creyó.
-¿Ese dÃa sus sirvientes no informaron de nada extraño? - continuo Lucas.
-No.
-¿Alguien vio u oyó algo? Ella estaba cerca de la casa. ¿Cómo es posible que no escucharan sus gritos de auxilio?
-Quizás no tuvo tiempo de gritar antes de sumergirse en el agua. El estanque era hondo.
Lucas se apartó nuevamente, frunciendo los labios en una mueca.
-No lo creo. Todo esto es muy extraño.
Julius lo observo en silencio por unos instantes.
-¿Crees que fue asesinada?
Lucas se giró y lo miro de forma penetrante. Sus ojos azules ardÃan de intensidad.
-¿También lo crees?
-Nada tiene sentido. No habÃa sangre en la roca con la que dicen se golpeó. ¿Cómo pueden decir que fue un accidente? Hable con la policÃa, pero ellos dicen que cerraran el caso. ¿Qué más puedo hacer?
-Yo lo haré. - dijo Lucas de repente.
El hombre sintió estremecerse al ver la determinación en los ojos de Lucas.
-¿De quién sospechas? - pregunto Lucas con una furia apenas contenida.
Julius nunca lo habÃa visto en un estado tan exaltado e impetuoso. DebÃa ocultar su satisfacción. Todo lo que tenÃa que hacer era pronunciar el nombre, facilitar un objetivo a aquella furia y entonces Preston se encargarÃa de lo demás. Estaba dispuesto a poner a todos los hombres que habÃan estado con Brenda en punto de mira, para salvarse a sà mismo y a su débil sobrina discapacitada. TenÃa casi sesenta años y cada dÃa se volvÃa más débil. Por otra parte, su sobrino, podrÃa valerse por sà mismo.
SÃ, era lo mejor.
-Bueno - dijo Julius entre dientes con una mirada de inquietud.
-De quien sospechas? Estoy seguro de que no fue un accidente, aunque el forense lo determino, tú y yo sabemos que no fue asÃ. - dijo acaloradamente - Pasaron muchas horas hasta que la encontraron. ¿Nadie se preocupó por ella en todo ese tiempo?
-Veo que nuestras sospechas son muy parecidas, Lucas. - el hombre se acercó a Lucas - Yo también quiero llegar al fondo del asunto. Pero ya soy un polÃtico retirado, sabes cómo funciona todo esto. En cambio, tú...
Lucas apretó los dientes.
-Habla Julius, ¿de quién sospechas?
-Una vez Brenda me dijo...
-¿S�
Julius se detuvo. «Ansia castigar a alguien, culpar a alguien» pensó.
Mirando la expresión determinada, dijo.
-Me dijo que habÃa un hombre que la asustaba.
-¿Quién era?
Julius respiro hondo y aparto la mirada, consiente de que estaba dictando sentencia de muerte.
Se alegraba de ello.
-Mi sobrino, Lucas - dijo con un rostro complicado - Logan Bredford.
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