Después de las miles de veces que dije y demostré lo mucho que te amaba... ¿Cómo pudo una simple actuación romper tu fe en mi? Vi en tus ojos que de verdad creías que ya no te quería, la idea mas ridícula que pudiste tener... ¡Cómo si hubiera alguna manera de que yo pudiera vivir sin amarte, desearte y necesitarte! Eres la luz de mi vacía existencia y si tuviera un alma tu serías la razón para no perderla. Y aunque te destruí te volveré a sanar, dame la oportunidad de enmendar mi error y sacarte de la oscuridad.
Saqué la blusa roja de la percha y la sostuve. Era sexy y sabía que a Gabriel le gustaría, no pude lograr reprimir una sonrisa. En realidad, le gustaba más cuando no llevaba nada puesto.
Era una mañana nublada de finales de enero y estábamos comprando en una pequeña boutique en el centro de Ithaca. La familia se había mudado aquí después del debacle en el estado de Washington meses antes. Gabriel y yo habíamos ido a Europa por un tiempo después de dejar Washington, pero nos habíamos reunido con ellos hace unas semanas. Encontré muy extraño que hubo momentos en los que extrañaba nuestra casa en Forks y nuestra vida allí. Aún más desconcertante, hubo momentos en los que extrañé a algunas de las personas que dejamos atrás.
De acuerdo, solo era una persona y nadie estaba más sorprendido que yo de sentirme así. Nunca me encariñé con los humanos que conocimos dada la naturaleza de nuestra existencia, era mejor así.
Y, sin embargo, hubo momentos en los que me encontré preguntándome cómo estaba ella. ¿Había seguido adelante, ya nos había olvidado, tal como mi idiota y testarudo hermano había predicho? ¿O estaba sintiendo nuestra ausencia, la ausencia de él, tan profundamente como sospechaba mi hermana, que por lo general era extrañamente certera?
No es que importara, por supuesto. Habíamos cerrado ese capítulo, por lo que probablemente era mejor para todos los involucrados que no lo volviéramos a abrir.
Al menos eso es lo que me decía a mí misma.
Liberándome del molesto estado de ánimo contemplativo en el que me encontraba, di la vuelta a la blusa para que Sasha pudiera verla.
Ella ladeó la cabeza y la estudió por un momento.
-Me gusta. Muy halagador. A Gabo le encantará.
Asentí y la miré de nuevo.
-También lo creo
-Vic tuve una idea- comenzó mientras estudiaba un suéter azul oscuro- Hace tiempo que no visitamos a los Dean. Tal vez hable con Albert sobre hacer un viaje a Alaska cuando comiencen las vacaciones de primavera de Jay
-Esa es una buena idea, será agradable verlos de nuevo
-Sí, eso es lo que yo...- su voz se apagó.
Levanté la vista hacia ella y vi que su rostro se quedó en blanco. No estaba demasiado preocupada, hacía esto todo el tiempo. Sasha tenía visiones como la mayoría de la gente tenía pensamientos al azar. Volví a mirar un par de pantalones que irían muy bien con la blusa roja.
-¿Qué? ¡No!- La voz de Sasha era un susurro estrangulado cuando el suéter se le escapó de las manos
Mi cabeza se levantó de golpe. Incluso la pequeña cantidad de color en su rostro se había drenado y su expresión era la imagen de un horror silencioso. Lo que sea que estaba viendo, estaba más allá de la visión normal y era malo. Una palabra se deslizó de sus labios.
-Sara
La forma en que lo dijo envió un escalofrío por mi espalda y eso me hizo enojar porque demostraba que me preocupaba por la pequeña y frágil humana que había trastornado nuestras vidas mucho más de lo que quería admitir.
-¡Sasha!- Dije más bruscamente de lo que probablemente debería haberlo hecho.
-No, no puede ser- suplicó.
-¡Basta!- La sacudí con enojo, haciendo que su cabeza se balanceara de un lado a otro como la de una muñeca de trapo- ¡Rafael te dijo que no la buscaras!
Los labios de Sasha temblaron y sus ojos finalmente se enfocaron en mí.
-Solo porque no miro, no significa que no veo- dijo temblorosa.
El horror de lo que había visto estaba allí en sus ojos mientras me miraba fijamente. De hecho, el dolor de eso gritó fuera de ella. Con solo mirarla, una extraña sensación se asentó en la boca de mi estómago.
No quería saber... no quería que me importara, pero no pude evitarlo.
-¿Qué viste?- exigí.
-Me tengo que ir- dijo de repente mientras se dirigía a la puerta.
-¡Sasha, espera!
Ambas nos movimos tan rápido que lo único que vieron el empleado o los otros dos clientes en la tienda fue la blusa roja revoloteando hasta el suelo y la puerta cerrándose detrás de nosotros.
-¡Sasha, detente!- Dije alcanzándola cuando llegó al auto.
-Tendrás que llamar a alguien para que te recoja- dijo mientras abría la puerta del auto- Tengo que irme
La agarré del brazo y me negué a soltarla.
-¡No irás a ningún lado hasta que me digas lo que viste!- gruñí.
-¿Por qué te importa? ¡Ni siquiera te agrada!
No podía discutir con ella allí. Nunca dejaría que nadie viera que sentía algo más que desdén por Sara.
-¿Qué viste?- exigí de nuevo.
-Vi a Sara siendo atacada, ahora suéltame.
Algo en mi cabeza me advertía que lo dejara ir, pero no podía.
-¿Qué quieres decir con atacada?
-¡Quiero decir atacada como golpeada, violada y estrangulada! ¿Estás feliz ahora? ¿Te alegra que te lo haya dicho?- gritó
Dejé caer su brazo como si su piel me hubiera quemado y tropecé hacia atrás dos pasos. La extraña sensación en la boca de mi estómago se convirtió en una verdadera enfermedad. Si realmente comiera cosas y hubiera tenido algo en mi estómago, probablemente tendría dificultades para mantenerlo en ese momento. El dolor y la humillación de lo que me habían hecho rodaron por mi cabeza. Nadie debería tener que experimentar eso, y menos alguien tan frágil como Sara
-¿Estás segura?- me oí decir.
-Mírame a la cara. ¿Parezco como si estuviera segura?- volvió a gritarme
-¿Podemos detenerlo?- Pregunté suavemente.
-No lo sé- dijo con un silencio casi mortal- Es de noche, así que aún no ha sucedido, pero no estoy segura exactamente cuándo sucederá, tal vez esta noche. Creo que lo estoy viendo ahora porque su atacante ha decidido lo que va a hacer y ella sospecha por lo que trata de estar lejos de él. En cualquier caso, no hay mucho tiempo y no lo gastaré aquí discutiendo contigo
-Deberíamos decírselo a Albert
-No hay tiempo, probablemente intentará detenerme de todos modos. Dirá que Rafael no quiere que interfiramos
-Él no diría eso si supiera lo que le va a pasar
A pesar de sus sentimientos por Rafael y su respeto por sus deseos, no veía cómo Albert con su naturaleza compasiva intentaría impedir que salvara a Sara. Especialmente a la luz de lo que había hecho para tratar de salvarme.
-Si es así, entonces no me culpará después por ir tras ella- señaló.
No podía discutir exactamente con su lógica. Por otra parte, tal vez no quería.
-¿Qué vas a hacer?
-Voy a tratar de salvarla
Al final, la decisión fue fácil. Realmente no había otra opción.
-Entonces voy contigo.
-¿De verdad?- preguntó sorprendida.
-Sí, ahora súbete al maldito auto- Tiré de ella fuera del camino y me dejé caer en el asiento del conductor- Estoy conduciendo.
Tan pronto como estuvo en el asiento del pasajero, puse el auto en marcha y salí disparada del estacionamiento. Sus ojos se volvieron vidriosos y supe que estaba teniendo otra visión. Pero en lugar de hacer que su horror la golpeara, esta vez había una extraña mirada de satisfacción en su rostro.
-Si ambas vamos, esto podría funcionar- murmuró, aunque sospechaba que era más para ella que para mí. Entonces todo su cuerpo se sacudió como si la hubieran clavado con un alfiler- Dirígete al aeropuerto- me dijo rápidamente mientras sacaba su celular.
Con los dedos borrosos, trabajó rápidamente, presumiblemente buscando información sobre vuelos y esperó mientras aparecían los resultados.
-¿Vas a comprarnos boletos para Seattle?
-No, ahora cállate- espetó mientras ingresaba un número de teléfono y se lo acercaba a la oreja- Sí, necesito dos boletos de primera clase de ida en el vuelo Delta 3824 de Ithaca a Detroit con salida a las 12:12 p. m. y luego el vuelo de Delta 1768 de Detroit a Jacksonville con salida a las 3:20 p. m
¿Jacksonville? ¿Íbamos a Florida?
-El vuelo a Jacksonville llega a las 5:40 pm, ¿verdad?- Ella escuchó por un momento- Bien, recogeremos los boletos en el aeropuerto- Recitó nuestros nombres y la información de su tarjeta de crédito y luego terminó la llamada.
-¿Por qué vamos a Florida?
Su respuesta fue simple.
-Porque ahí es donde está Sara
-¿Por qué está allí y no en Forks o Phoenix?
-Porque su madre y su padrastro ahora viven allí- respondió ella.
Quería preguntarle qué había visto en su visión para estar tan segura de que estaba en Florida, pero lo guardé para más tarde.
-¿Por qué solo obtuviste boletos de ida? ¿No vamos a volar de regreso?
-No, tendremos que conducir de regreso. Sara no estará en condiciones de volar
Fruncí el ceño.
-¿Así que la traeremos de regreso con nosotros?
-Oh, sí. No tendrá otro lugar adonde ir.
-A Rafael no le gustará...
-¡Me importa un carajo lo que le guste o no a Rafael! Estoy haciendo esto. Puedes ayudarme o dejarme en el maldito aeropuerto y volver a casa, pero yo voy a salvarla!
-Está bien- le dije tratando de aplacarla. Me sorprendió un poco su vehemencia- Pero, ¿por qué tenemos que traerla de vuelta con nosotros? Si podemos detener el ataque, ella puede volver con su madre o su padre y...
-No, eso no funcionará, no se la llevarán- dijo en voz baja mientras miraba por la ventana- Incluso antes del ataque, ella no estaba en muy buena forma
Bueno, eso fue críptico. Abrí la boca para preguntarle más, pero su siguiente declaración me interrumpió.
-Para en el Wal-Mart
-Pero tú odias a Wal-Mart
-Lo sé, pero necesito algunas cosas y es útil
-¿Quieres ir de compras AHORA?- Pregunté con incredulidad mientras entraba al estacionamiento.
-Tenemos exactamente 30 minutos antes de que necesitemos estar en el aeropuerto y necesitamos algunos suministros. La seguridad del aeropuerto va a sospechar si tenemos boletos de ida y ni siquiera tenemos algún tipo de equipaje de mano. No podemos darnos el lujo de que nos aparten para responder veinte preguntas y necesito algo de ropa y artículos de tocador para Sara
Fruncí el ceño mientras estacionaba el auto cerca de la entrada.
-¿No tendrá ropa con ella?
-No, no la dejan tener ninguna- dijo rápidamente mientras abría la puerta del auto- Quédate aquí, vuelvo enseguida.
Nada de lo que dijo tenía sentido. Simplemente no cuadraba.
¿Quién diablos no dejaría que Sara tuviera ropa y por qué?
XXX
Punto de vista de Sasha
-Sasha, ¿dónde estás?- La voz preocupada de Jay resonó por el teléfono.
Acabábamos de aterrizar en Detroit y estábamos esperando el próximo vuelo que nos llevaría a Florida. Esperé a llamarlo para que no hubiera forma de que pudiera detenernos. Nunca aprobaría lo que estábamos haciendo. Estaba firmemente del lado de Rafael cuando se trataba de la idea de no interferir con la vida de Sara. Sabía que venía de la culpa que aún sentía por cómo había reaccionado en su presencia cuando la conoció y el hecho de que no quería volver a ponerla en peligro nunca más.
Bueno, él no era el único que podía sentirse culpable. Y mi culpa no tenía nada que ver con mi reacción cuando la conocí
-Eso no es importante- me evadí- Victoria y yo tenemos algo de lo que ocuparnos. Estaremos en casa mañana por la tarde
Bueno, al menos no era mentira. Odiaba mentirle.
-Sasha...- reprendió Jay. Él no era estúpido, sabía que había cosas que no le estaba diciendo.
-Jay, por favor no me pidas que te explique ahora- supliqué- Prometo contarte todo cuando te vea
Hubo una pausa muy larga y supe que no estaba feliz.
-No te estás poniendo en peligro, ¿verdad?
-No, estaré bien, lo prometo
Suspiró audiblemente y pude imaginarme la mirada infeliz y resignada en su rostro. Odiábamos estar separados el uno del otro y cuando estaba involucrada en algo, él quería estar allí conmigo.
-Prométeme que te cuidarás- dijo en voz baja.
-Lo haré, lo juro.... ¿Le dirás a los demás que estamos bien y que volveremos pronto?
-Sí, les diré tan pronto como regresen- prometió.
No sabía qué más decir, así que simplemente dije lo que había en mi corazón.
-Te amo, Jay
-Yo también te amo... Regresa a mí- dijo en voz baja
-Lo haré. Adiós- Colgué el teléfono- Albert está en el hospital, Amelia está trabajando en la casa que está restaurando y Gabriel está de cacería- le dije a Victoria mientras guardaba el celular en mi bolso- Pero Jay les dirá cuando regresen
Ella asintió.
-¿Y cuándo planeas decírmelo?
La miré, me sorprendió un poco que nos hubiera tomado tanto tiempo llegar a este punto. Estaba segura de que iba a comenzar el interrogatorio cuando salí de Wal-Mart, pero había estado extrañamente silenciosa hasta ahora.
-¿Qué quieres decir?
-Déjate de gilipolleces, soy yo con quien estás hablando. Ya que he venido contigo en esta pequeña excursión, creo que lo menos que puedes hacer es informarme
No tenía intención de ofrecer nada que no tuviera que ofrecer.
-¿Qué es exactamente lo que crees que te estoy ocultando?
-Bueno, me parece extraño que conozcas una gran cantidad de detalles de una sola visión
Me encogí de hombros.
-Obtengo lo que se da
-Oh, está bien, ya veo, me vas a hacer jugar veinte preguntas para sacártelo... Bien. ¿Por qué no empezamos con cómo sabías que Sara estaba en Florida y no en otro lugar?
Busqué una buena respuesta, pero realmente no se presentó, así que terminé yendo con la verdad. Ella iba a averiguarlo eventualmente de todos modos.
-He estado viendo a Sara en otras visiones durante los últimos meses- comencé en voz baja.
-¡Lo sabía! Pensé que habías dicho que no estabas la buscando...
-¡No empieces conmigo, Vic! Te guste o no, ella está en mi cabeza, ¿de acuerdo? Ella también era mi amiga
-Lo sé pero...
-No la estaba buscando e hice lo mejor que pude para ignorar las otras visiones... realmente lo hice. Me quedé callada porque se lo prometí a Rafael y porque me decía a mí misma que mejoraría, pero no lo hizo. En cambio, en cada visión que tuve de ella, estaba un poco peor.
Ella frunció el ceño.
-¿Qué quieres decir con que pensabas que mejoraría? ¿Qué fue lo que ocurrió con ella?- preguntó en voz baja
Me sorprendió ver preocupación genuina en sus ojos, pero aun así no pude contener una pequeña risa amarga.
-¿Es realmente un misterio tan grande? Nuestro hermano fue lo que le pasó a ella. NOSOTROS somos lo que le pasó a ella. Cuando la dejamos, no lo manejó bien. Le dije a Rafael que eso iba a pasar, pero él no me creyó. Estúpido vampiro terco-murmuré.
-Bueno, en ese punto estamos completamente de acuerdo
Ambas nos reímos de eso y por un momento la tensión se rompió. Desafortunadamente, dadas las circunstancias, no podía durar. Nuestra risa eventualmente se desvaneció y Victoria me miró por un largo momento.
-¿Así que su padre la envió a vivir con su madre en Jacksonville?- adivinó Vic.
Asenti.
-No estoy segura exactamente por qué
-¿Pero no ayudó?
-No, donde viva no importa. Rafael le rompió el corazón... todos lo hicimos
Ella asintió.
-Entonces, ¿qué le pasó en Jacksonville?
-No tengo todos los detalles. Solo vi destellos de cuando ella tomó algún tipo de decisión o dejó que su madre la convenciera de algún tipo de decisión, pero algo sucedió que hizo que su madre decidiera que no podía cuidar de ella y obviamente, su padre tampoco podía lidiar con ella, así que ellos...
Mi voz se apagó, odiaba pensar en esta parte, fue muy personal en muchos sentidos para mí. Todavía no podía creer que me había quedado de brazos cruzados y dejado que sucediera.
-¿Entonces ellos qué?- exigió.
Suspiré.
-La internaron en un hospital psiquiátrico.
Eso quedó entre nosotras durante un largo momento.
-¿Esa es la razón por la que no le dejan tener ropa?- murmuró.
Asenti.
-Sí. Si estuviera en el ala regular, tendría algo, pero está en el ala médica, así que solo le permiten usar una bata de hospital.
-¿Por qué está en el ala médica?
Consideré mi respuesta antes de hablar. No estaba lista para hablar sobre algunas de las cosas que había visto.
-No lo sé- medio mentí- Creo que podría tener algo que ver con los tratamientos y medicamentos que le han estado dando y el hecho de que no quiere comer nada
Ella se quedó en silencio por un largo momento y pude verla pensando en lo que le había dicho.
-¿Cuánto tiempo ha estado allí?
-Casi tres meses- le dije.
-Pero espera... ¿No estaría a salvo en el hospital?
La visión del ataque de Sara rodó por mi cabeza como una película horrible e indeseada que no podía apagar.
-Pensarías que sí, pero el hombre... su atacante, es un empleado... un enfermero o tal vez un camillero. No lo veo claramente excepto a través de los ojos de Sara, pero creo... creo que ha hecho esto antes con otras mujeres. Tal vez no en este mismo hospital, pero definitivamente hay algo más que no estoy viendo. Las miradas que él le da no son normales. Ella le tiene miedo.
Cualquier otra discusión fue interrumpida por la aerolínea que llamó a nuestro vuelo. Subimos a bordo del avión y ocupamos nuestros asientos en primera clase. Estuvimos en silencio hasta que nuestro avión estaba rodando por la pista, momento en el que Vic me hizo una pregunta.
-¿También te quitaron la ropa?- preguntó suavemente manteniendo su voz lo suficientemente baja para que solo yo pudiera escucharla.
Era una pregunta que me había hecho más de una vez desde que había visto las visiones de Sara en el hospital. Después de nuestro encuentro con Jose el año pasado, investigué un poco sobre mi vida humana y mi propio tiempo en el manicomio, pero incluso la pequeña cantidad de información que había descubierto no podía responder la pregunta.
-No sé, no puedo recordar- dije honestamente mientras el avión despegaba- Cuando me desperté después de mi cambio estaba vestida, pero...
-¿Pero que?
-No pensé en eso en aquel momento, pero mirando hacia atrás, estoy bastante segura de que la ropa era nueva y no estaba exactamente recta. Ya sabes, como si alguien me hubiera vestido en lugar de que yo lo hubiese hecho
Mientras nuestro avión se elevaba hacia el cielo, me sorprendió un poco cuando Vic no dijo nada y, en cambio, extendió la mano y tomó mi mano, y la apretó.
Agradecida de que el tiempo de preguntas y respuestas hubiera terminado por ahora, enfoqué mi atención en lo que teníamos que hacer una vez que llegáramos al hospital.
Sólo esperaba que llegáramos a tiempo.
Nunca pedí nacer, ni tampoco vivir bajo este infierno. Solo tenía 15 años cuando mis propios padres me vendieron por miserables botellas de licor. Perdí lo más valioso que tenía y tampoco podía confiar en nadie. Mi instinto de supervivencia me hizo cumplir los trabajos mas asquerosos para sobrevivir en ese burdel. A mis 18 años no imaginé que mi vida cambiaría tan rápido, fui comprada en una subasta por el mismo diablo y aunque deseaba con mi alma cambiar de vida, nunca imaginé que fuera por él. ¿Infierno o cielo? Vivir entre las sombras del deseo cambió mi vida por completo.
El Dr. Ray Evans vivió una existencia solitaria y miserable como asistente de emergencia en el Centro Médico Harborview. Comía, respiraba y vivía para su trabajo. Se negó incluso a pensar en las mujeres. Para él, eran sólo distracciones y no confiaba en nadie, excepto en su madre. La Dra. Jane Hall acaba de mudarse a Seattle, después de completar su residencia en Chicago. Fue contratada como pediatra de este mismo hospital y se convirtió en becaria de la sala de emergencias pediátricas. Ella no buscaba una relación, sólo se concentraba en su trabajo. Fue odio a primera vista para ambos, o eso pensaban, más nunca negaron su atracción instantánea. Ambos mundos se cruzan, dos polos opuestos que se atraen. ¿Podrán sanar y cambiar su forma de ver la vida?
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