Lisa es una joven camarera fuerte e independiente, pero todo cambia una fatídica noche cuando un hombre abusa de ella. Cuando cree que no puede más, se encuentra con Hugo,cuya mirada y dulzura la descoloca por completo, el único capaz de salvarla de la oscuridad en la que se encuentra, con él aprenderá que la vida puede ser más. ¿Qué ocurrirá cuando descubra que su asaltante pertenece a su círculo de amigos?
Me levanto como puedo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no llorar o simplemente desmoronarme esperando que alguien recoja los trozos de mi vida que se desmoronan delante de mis narices. Miro a mi alrededor suplicando que nadie haya. visto nada, que nadie haya sido testigo del brutal abuso que ha sucedido hace apenas unos minutos.
Siento muchas cosas pero la que predomina sobre todas ellas es la vergüenza, por no ser fuerte, por no haber podido plantar cara y por la sensación de suciedad que invade todos y cada uno de los poros de mi piel y se, sin lugar a dudas, que esa sensación no se irá aunque me arranque la piel a tiras.
Paso los dedos por mi pelo intentando recomponerlo, después, sacudo un poco mi blusa, la estiro y la remeto con mucho cuidado con la esperanza de que esta artificial máscara sea suficiente. Vuelvo la cabeza en busca de un zapato que se perdió durante el forcejeo y mientras los sujeto entre mis dedos como si fuera a romperse en cualquier momento me lo coloco en el pie con el mayor de los cuidados, casi a cámara lenta.
Levanto la barbilla, más para darme un poco de valor y sentirme algo mas entera y salgo del cajero automático a las tres de la mañana, donde minutos antes un hombre ha abusado de mi.
Las calles están desiertas,solo una inconsciente como yo saldría de madrugada a sacar dinero en pleno invierno, maldita seas Lisa.
Me duele todo el cuerpo, no se si por los golpes que ese animal me ha dado hasta que he dejado de pelear o por la brutalidad de la invasión a mi intimidad.
Pensaba que estas cosas solo ocurrían en las películas, quiero decir que si, que a veces ves un caso en las noticias pero jamás piensas que te pueda pasar a ti.
Me falta el aire. Resoplo abriendo la boca intentando que de esta manera entre más aire en mis pulmones.
Grandes gotas de sudor perlan mi frente como si estuviera en la playa en agosto y no en Madrid en pleno Enero.
Sin darme cuenta en algún momento he dejado de caminar y he comenzado a correr, cada vez más deprisa, huyendo de algún invisible peligro.
Entro en casa tomando todas las precauciones que nunca tomo. Cierro los pestillos, coloco la llave en la cerradura y hasta me permito el lujo de colocar una silla del salón bajo el pomo de la puerta.
Voy directa a la ducha apartando la mirada de los espejos y los cristales de la ventanas, incapaz de ver mi rostro, el rostro de una chica indefensa, humillada y golpeada. Me niego a sentirme así.
Tiro la ropa de cualquier manera. Pienso quemarla en cuanto me adecente un poco. Vierto mucho jabón sobre la esponja para después, pasarla por todo mi cuerpo, milímetro a milímetro sin dejar ningún hueco sin limpiar. Tengo la piel colorada de frotarla pero la sensación de suciedad sigue en mi,sus asquerosas manos siguen en mi, su apestoso aliento continúa en mi cuello.
Salgo de la ducha y camino hasta la cocina buscando el estropajo verde, ese que es capaz de arrancar una mancha de ketpchup repegada en un plato después de tres días. Mucho tiempo después, cuando toda la piel está al rojo vivo soy consciente de que esta suciedad no se va a ir, va a ser mi compañera de viaje.
Valentía ¿Qué es? No creo que tenga solo una definición. Un hombre que se enfrenta a un león puede ser valiente y ahí estaba yo, a apenas un metro del espejo intentando ser capaz de caminar hasta el y mirarme. Pasito a pasito, como el bebé que aprende a andar, voy acercándome hasta que veo mi rostro y me odio al mirarlo.
Tengo el cuello amoratado, pequeños arañazos en los brazos y un golpe en la frente bastante feo, el primero que me dio y que consiguió tirarme al suelo. Aprieto los dientes, la mandíbula se me tensa, levanto los puños y golpeo el espejo, lo golpeo hasta que mi rostro no se ve reflejado mientras grito
- ¡Débil, eres débil Lisa!tendrías que haber podido quitarte de encima ese hombre, tendrías que haber podido hacer algo.
No miro las heridas de mis manos, me dan igual. Camino hasta la cama y me tiro encima, me acurruco echa un ovillo para auto compadecerme, para llorar, maldecir, gritar a la almohada hasta quedar exhausta y por fin poder dormir y con un poco de suerte puede que tal vez cuando despierte todo haya sido una terrible pesadilla pero todo eso nunca llega. Soy incapaz de llorar, gritar o maldecir, simplemente permanezco tumbada mirando al infinito, esperando que amanezca.
El sol despunta por el horizonte como si fuera un día normal como otro cualquiera pero no lo es. Me levanto ignorando el dolor que atraviesa todos y cada uno de mis músculos,me visto y salgo de casa dirección al cajero...
Paso delante de él sin siquiera mirarlo, no puedo rememorar lo que hace tan pocas horas ha ocurrido dentro de ese maldito cajero. Entro en la pequeña banca para encontrarme con mi hermano que es el director.
-¡Hermanito!-le llamo cuando lo veo intentando tirar de mis labios para que formen una sonrisa que ni de lejos siento -quiero hablar contigo ¿podemos ir a tu despacho?
-Claro Lisa, pasa ¿ocurre algo?-arruga la frente intuyendo que algo no anda bien y eso me preocupa
--Nada, nada ¿tiene que pasar algo para que quiera verte? - coloco una mano sobre su hombro pensando si él sería capaz de hacer algo así...
Entramos en su despacho y cuando va a sentarse en su enorme sillón de ejecutivo saco mi móvil como si estuviera en silencio y hubiera recibido un mensaje o una llamada.
-Disculpa ¿puedo hacer una llamada? es importante - asiente con la cabeza y aprovecho para salir de su despacho.
Camino hacia la otra habitación, esa que contiene la cámara de seguridad del banco y del cajero... para coger esa grabación que jamás nadie debe ver.
Nadie tendría que contemplar ese acto tan atroz y no lo voy a permitir, no voy a ser ninguna víctima a los ojos de los demás, nadie me va a mirar con pena, NADIE. Saco la cinta, la meto en mi bolso y vuelvo al despacho.
-Quería preguntarte si comemos juntos mañana - no había preparado ninguna excusa y esta tontería es la primera que se me ha ocurrido.
-Por supuesto pero ¿no te pasa nada, segura?-se acerca despacio a mi, mirando fijamente el golpe de la frente. Mierda, no había pensado en eso.
-¿Lo dices por esto? jaja estaba anoche con Marta, bebimos demasiado y ¡paff, al suelo! -creo que lo he solventado bastante bien por que cambia un poco la cara intentando reprimir una sonrisa - bueno nos vemos mañana entonces.
Salgo de la sucursal y por primera vez desde la última horas siento que he hecho algo bien, que he peleado por lo que quería y he ganado.
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