sí que saqué el móvil y marqué el número de la escuela. En es
s de contestar, transfirieron la llamada a la habitació
ren
mi amor, cómo te
hayas llamado, sé que estás de v
cuando Gabriel tenía solo cuatro años. Y hacía dos años que habíamos perdido a mamá a causa de una enfermedad mortal. Fue entonces cuando asumí todas las
sta vida. Le dije a Gabriel que trabajaba como azafata para empresas p
me permitiría dejar Red Angel y
lo en casa conmigo, pagando a alg
cho de menos. Te prometo que te llam
go muchas ganas de verte, Karen. ¿Podemos h
. Lo que estamos pasando es una fase, céntrate
én te quie
colgué el teléfono y, cuando volví a entrar, me di
iné despacio, la puerta del dormitorio estaba abierta. Dante estaba envu
había oído toda
a vista y
veinte
gir que no estaba babeando por su cuerpo perfecto. Y mucho meno
en, esta
separadas. Elegí mi vestido y lo dejé en el sofá donde iba a dorm
alón de vestir. Llevaba camisa, su mirada se encontró con la mía a través de
mismo. Engre
satisfecha con mi reflejo en el espejo. Cuando volví al dormitorio, él es
en
no, obedecí, porque ha
ba abajo. No dijo ni una palabra, fue hacia su bolso y volvió hacia mí. Me di cuenta de que llevaba a
e la
él era aún más difícil. Obedecí, me di la vuelta y me di cuenta de q
cado collar que tenía en las manos se deslizaba por mi cuello. Me alisó el lateral del cuello mientras cerraba la pi
uió el escote de mi espalda y, por la sonrisa de sus labios,
egamos tard
beber y charlar. No pen
ienen un gran cliente que se unirá a
go, fingir ser la prometida de u
lso. Cuando salimos al pasillo, me puso la mano
pasa,
ioso. Nunca he hecho
nocimos en uno de mis viajes. Nos vimos varias veces y fue amo
o recordaré, n
en como mi prometida. -
ana. Tendría que fingir ser su prometida, tendría que recibir y darle todo el cariño.
i espalda, me apretó ligeramente la cintura. Y cuando llegamos a la mesa, u
culpas por interrumpir su velada. - Est
esta es mi pr
, señorita Karen. - Me e
de conocerle
rtunado, Dante, tu p
nte mientras
e suerte de
ba el pelo y movía la silla
en ese apretón. Pero su piel, en contacto con la mía, me dejó un poco confus
ar el menú? ¿H
ro estaré cómodo
ió el vino y, cuando el camarero se alejó, empezó a hablar de negocios con su cliente. Y yo me quedé allí, mirando a nuestro alrededor y disfrutand