ilidad de no tenerla. Era como si la roca que siempre me mantenía estable en los peores estados de mi
ona tan importante para mí, pero en esta ocasión, no h
madre para salvarse. En estadísticas, cada año, un poco más de dos millones de accidentes automovilístico son causados por estar manejando en estado
rte de ésa cifra me rompía el a
as habían sido tan graves para siquie
egaba el momento de irse, en qué debíamos de prepararle una decoración de muchas alcatra
tenía acompañándola
ltimo adiós estaba rodeado de alcatraces. Ni siquiera la ligera llovizna arruinó la fanta
é de
o con voz dura cuando me incitó
me ningún centímetro. De
s se sentían irritados, dolía seguir llorando, p
a rota.
nuel a mi lado, y mi mejor
con la
é. «¿Acaso no podían entende
el agarré de una mano gran
mi oído-, no puedes seguir aquí afuera
ir, pero mi padrastr
a-, he dicho que nos
l lugar en donde ahora estaba desc
n odio-, pero yo perdí a mi madre. ¡Así que no
ensando una forma de controlar mis acciones
os mirando
ntervino Manuel a mi lado-, lo di
o no desviamos l
rente. Pero para mí, Roland era, fue, solamente el esposo de mi madre. Nunca congeniamos bien. Sie
él o que estos dos años fueron los más felices de su vida, pero Roland Santana nunca había sido un hombre cariñoso con ella. Siempre había tenido una máscara de indifer
dó mi padrastro, tomando mi brazo c
ese rostro
rostro-, ahora sin mi madre,
ó, así de acostumbrado estaba al
enas aquí-espeto con frialdad-, ¿es así como te e
lucha se fue con esas pocas pal
empezó a d
esto. El lunes que tenga que ir a la e
ada, solo me dejé lle
l agarre de Santana, ni siquiera hubiera llegado a mi destino. Las únicas señales de reconocimient
ordenó Santana a mi lado-, ni a emborracharse com
que se atrevía a decirme
s que tengo el cor
la ventana con la clar
rostro y me vio duramente-, y no ten
es mi
a. No más gritos por desacuerdos. No más berrinches sin sentidos. Te comportarás como la señ
í sec
nsas hacer?
rvó a l
a al escuchar su tono oscuro-, no tienes