a los
s parecía murmurar sobre la chica que se le había muerto su madre. La mayoría de los que me rodeaban m
d lo hayan sentido. Eran unos hipócritas a mi parecer. Ante
, era llevar sus malditas
ceño-comentó Manuel-
podía decir que teníamos un lazo irrompible. Había sido siempre mi com
jor a
y observé más miradas de compasión. Regresé mi vista a Man
a entrelazo con la suya
por sus ataques verbales. Aun no entendía del todo la razón, pero siempre buscaba una cosa que le caía mal de mí comportamiento. Una sola vez, me había emborrachado en mi fiesta de cumpleaños número diecisiete y desde entonces siempre que tenía oportunidad insinuaba que era una alcohólica sin remedio. Lo
, pero para los único que nunca me preparé fue para la cruel noticia que me dio. Me sentía devastada. Simplemente dejé que me guiará el camino. Habían sid
e no hubiera alterado su equilibrada vida. Lo odiaba profundamente. No sabía ni cómo iba a poder vivir a solas con él. Mi
yoría de edad. Dos meses y podría ser capaz de liberarme de los grilletes de Santana. Porque, aunque odiará admitirlo, Sa
-me lla
que estaba muy c
entras me alejaba
¿deseas ir algún lugar? Aunq
con la
no me anduviera escapando-mentí. En realidad, el
con una sonrisa-, iremos después de c
hombro co
poco-, me gu
obre mi hombro
iró sonriente y muy cerca de
abíamos estado sentados, y continué diciendo mientras miraba a nuestros alrededores-, Sa
-comentó Manuel. Lo miré y obse
á-espete-, así que mejo
rlo padrastro
de brazos. Parpadeé rápidamente cua
ara continuar diciendo-, y simplemente no puedo. El día del entierro de mi madre aun me encontraba en shock, pero hoy en la mañana fue
o podían detenerse. Estaba saliendo a borbotones si
na hizo mi desayuno. ¡El desayuno! ¡Pude hacerlo yo misma, pero lo hice él! ¡C
manos. Un sollozo de pur
del desayuno. Frente a todos. Lloré con fuerza. Mi dolor fue expuesto sin que yo
mo tiempo en que me envolvía en
ar bien. Nada iba a estar bien. Mi madre había muerto. Todo estaba jod
ensé enloque
.
a sido tan grave que habían
o fuimos descubiertos por un maestro. El señor Fuentes terminó por llevarme a la enfermería
ués, aún segu
Manuel sentado a mi lado en un
eté tomé su m
mi rostro-, realmente fue mi culpa. Debí de
acercaba un poco más a mí y me acomodaba el cabello-, ¿
postura altanera, y continué-, pero no le hice caso y le dije que deseaba ir a
l me
e mi rostro-, eso dice mi madr
rostro p
ngo q
De la misma manera en que siempre lo hacía cuand
los
licé mi antigua vida.
ta se ab
? -tronó una voz gruesa
s ojos
a enfermera y al observar al hombre que acaba de entrar, me di cue
acá,
uejé de dolor. Al instante, Manuel me soltó. L
ías, seño
, y volvió a decir-, Mari
sp
tirano-murmur
n la cabeza exasperada y me levanté de la cama mientras tomaba mis cosas. La exp
y se despidió
iré mi rostro para despedirme de Manuel, pero ya era dema
a rastras por los pasillos del colegio. Caminamos por var
arme? -Me ignoró-, Oye, id
ró de
casa y ahora me enteró de que estabas en el colegio. Pero eso no es todo, también descubro que perdiste en
zo y me acercará a él. Sus ojos me miraron con ira. «Era una lástima de que todos estuvieran en sus
ormalidad. Me daña est
con c
urmuró a centímetros de mi rostro-, te q
ré ag
tuve y dije en su
ahora
os pasillos del colegio. Ninguno de los dos vol
egar a su auto es
obre mí, en unos meses, ten por
é? ¿Pien
su voz, me h
muy lejos de tu
ta del copilo
emos, p