s. Me acerqué a la entrada principal y un silencio reinó. Todas las sillas estaban destruidas por su longevidad, pero el ambón lucía completamente nuevo. Vecinos aledaños comentaban que un anciano
s pies. Miré hacia abajo y estos tenían la forma de un cuerpo humano, lucía igual que una esc
tamos
é mi celular y de un momento a otro ya eran las siete de la noche. ¿Cómo pasó tan rápido un