en ese continente. Visitamos Singapur, Hong Kong, Corea y otros países, pero como nuestra empres
a poder instalarnos. Comenzamos contratando coreanos pues nece
país maravilloso, lindo, ordenado, aunque mu
taurantes. Fuimos muchas veces a Itaewon que es un barrio donde hay muchos
ue hay que tomar dos o tres vuelos y eso toma muchas horas. Así que decidí quedarme seis meses allá y un mes en mi país y es
ierto allá. Como yo estaría en Seúl para la fecha, entonces con
a pesar de que recién comenzaba la pri
na a tope, hasta me dieron vuelta una bebida encima, todo eso por supuesto, mi grupo d
me separé de mis compañeras, pero habíamos quedado en ir a un bar d
en sujetador. Comencé a lavar mi polera y tratar de quitarle la mancha cuando de repente sentí gritos y quise asomarme a mirar, pero jus
uy rápido y aunque estaba estudiando coreano, mi nivel aún era muy básico. Le dije en inglés que no hablaba coreano para ver si algo me entendía, para suerte mía, él también
stante sonó su teléfono y comenzó a hablar muy bajito casi susurrando, supongo que era su guardaespaldas y cortó. Prendió la l
en ese momento, aunque sabía much
y chico malo. Olía exquisito, su perfume era embriagador y su mirada me
solo pensaba que mi suerte era inmensa de estar ahí con alguno de ellos. Le iba a contar a mis amigas con quien había estado, pero obviamente no me creerían. De todas mane
ión sexual. Me quedé paralizada y no fui capaz de ponerme la polera y le dije que era su turno de hablarme de él, para pensar en otra cosa. Comenzó a hablar de él, de su vida, de su grupo musical y yo haciendo como que no lo conocía bien, aunque le dije que conocía el grupo y me gustaban sus canciones, pero que n
mancha o algo, le dije sin tapujos que su piercing me encantaba y que así se veía muy sexi y le pregunté si se lo po
ojos y respiró profundamente. Le pregunté si le podía tocar el piercing con mis labios y me dijo que sí. No sé qué me
da, le dije que sí con la poca voz que me pudo salir. Él se acercó y pasó su pulgar por uno de mis pezones y después con el otro pulgar comenzó a tocar el otro pezón, se retiró y me preguntó si podía besarlos, yo que en ese momento estaba al borde de la locura, solo asentí. Se acercó, me sacó el sujetador y comenzó a besar uno y después el otro, mientras los besaba, me los manoseaba. Sentía su aliento caliente en mis senos y comencé a gemir muy despacio, ya q