U
cía al terrorista, al que yo y mi compañera Eva habíamos estado persiguiendo. El misterio empezaba a desvelarse, pero la urgencia era inminente. Conseguimos
o lo que tenemos ahora.- La m
mos a atrapar a esos cabrones.- Me sonrió y
a mano en el hombro y jun
ra el siguiente atentado. Mi mirada estaba fija en las pantallas, que mostraban a un grupo con ropas como las q
e seguir. Ahora sé exactamente a dónde se dirigen. Tenemos que actuar ahora
rminación en mi voz. Mi amiga despe
on ella, cogí mi móvil, que estaba sobre la mesa, y tecl
ermitirnos fallar. Juntos, nos dirigimos hacia el almacén abandonado. Donde los terroristas se preparaban para su próximo ataque.
A
e todas las vidas inocentes que habían sido arrebatadas. Me cubrí con una gorra y una máscara para ocultar mi rostro desfigurado por la explosión. Llevab
ás que empezar.-dije mientras c
que se entregaba a la alegría. Parecían personas completamente insensatas. No les importaba el peligro que corrí
U
cado, y paré el coche
aso que dábamos hacia el sitio, la presión aumentaba. Eva y yo nos acercamos al lugar donde estaban los terroristas, decididos a detener el ataque. Mientras
casi complet
de sentir que ya estaban allí, todos junt
tréguense.- dije, observando todo a mi
iente piso. Yo e
eguí avanzando, manteniendo la pistola delante
la vuelta, con el
y oí el disparo. Por suerte, la bala pasó a mi lado. Me coloqué en
olor y cay
oyeron más
deada por un grupo de terroristas. Conseguí colarme entre sus pi
r cómo estaba mi amiga antes d
gué, no la
e los terrorist
aché, oyendo la vo
aremos y tendrás el final que te mereces, zorra.- sonrió
mantuve firme, intentando apunt
no de ellos en el brazo. El hombr
ritó, sujetándose el brazo e
i escondi
Mantuve la cara oc
eron hacia
os. Salté al piso de abajo y, por suerte,
taron tras de mí, d
me, les apunté, dispues
avanzó con un cuchillo en la mano
o, pero estaba dispuesto a mos
cabeza, vas a sufrir mucho.- No dije
anzó sobre mí, intentando
spalda. El hombre era muy grande, yo no era una mujer dé
palda. Le retorcí los brazos, cogí mi pistola y dispar
hacia l
te?- dije, secándome
puñetazo en la mandíbula. Caí hacia atrás, desequilibrado, y me golpeé
apunté. Pero el otro hombre, grande
o, sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas.
el sonido de un disparo, y el hombre c
nta de que había otro enemigo, se g
que pasaba junto a ellos, abatida uno a uno.
ndo. Me levanté, sosteniendo mi arma, y miré a mi alrededor.
pondieran. Cuando me giré para golpea
ivar un poco, haciendo que
ntaba a la cabeza del hombre.
mo se desangraba. La bala no me había a
o. Pero me fijé en un hombre herido que seguía vivo y decidido a matar
iempo de
vestida de negro. Me quedé mirando a
cayó, gimiendo y desmayándose. Me quedé aturdido en el suelo,
ante cayó sobre mi pierna, y yo caí a
! - Maldije
ró, fijándose en mis moratones. Me aterroricé cuando vi sus ojos amarillos. Me asustó aquel hombre con el p
a en salir de allí. No lo iba a conseguir. Sentí a alguien muy cerca de mí. Miré al frente, concentrándome en los ojos oscuros del hombre. Con un simple gesto, me quitó la estantería. Parecía haberla empujado sin ningún esfuerzo. Est
cía de mi base. El hombre pareció darse cuenta, volvió a mirarme y, en
idad y empecé a perder el conocimiento. Empecé