illiams,
acri
en medio de los estragos de la guerra. Estamos en
r todas partes. Bajo mi mando, nos enfrentamos a
A medida que avanzábamos, noté algo extraño. Nuestros enemigos habían desaparecido. Ya no estaban cerca de
e se escondieran, mantenie
go a todos, para luego agacharme y recargar
alquier movimiento de nuestro enemigo, y protegiendo la retaguardia. Si oía algo, Thaddeus me alertaría de cualquier a
ejábamos de mirar a los lados, empuñando nuestras armas. Atentos a cual
ndo me concentré en los sonidos del lugar. Podía oír la respiración de todos mis amigos. Cada lat
a tiempo para correr. Teníamos que intentar escondernos.Sin dudarlo, en un acto de puro instinto, aparté a mis compañeros y grité órdenes desesperadas, protegiéndolos del inminente impacto.Una explosi
ché por liberarme de los escombros. Al mirar a un soldado
cubrían mis caderas y piernas. Estaba atrapado, y tod
olor. La bomba me había quemado, y mi corazón seguía luchando por no morir.Apenas
. Sin embargo, un pensamiento resonaba en mi mente: la respon
cimiento, ansiaba la muerte, mi cu
padre. La única pistola que había permanecido conmigo frente a la bomba. Intenté suj
había desmayado y me había vuelto a despertar. Era como una pesadilla. La
. Sorprendido al verme mover, él, un ruso, me ayudó y me llevó a su humilde casa.
Me llevó rápidamente a su casa. Y cerré
n, le di las gracias al cab
ir sin que nadie me encontrara. Acepté con enorme gratitud y partí disfrazado entre los rusos. Vivía escondido. Luché por volver a casa, pero me desanimó saber que me habían declarado muerto. Oí mencionar mi nombr