ir
aún me p
asusta. Tuve que tragar saliva cuando hablo, su voz fuerte inund
inal de las escaleras. Considere que no era necesario molestarla más, ya bien estaba con que Baker la considerada mi sir
confundida. Mi mente sigue en ese hombre, a pesar de que han pasado largos minutos. Su aura
es ese
a entre las sabanas blancas. S
ndo escucho los g
en la habitación. Tiene un vestido que llega a sus ro
ñolienta, paso las manos por m
er quiere que
en
e?- cuestionó
7:30 de
cenar conmigo?- inqui
nfundida- A ver, no puedo hablar mucho, pero la relación de
que luego me jode la cabeza- No controlo mi voz, pero me exasperan las personas así, que nunca pueden contar las
callarme de golpe, pero tienes que entender que las paredes tiene
to. Sé lo que es el miedo, sé lo que es huir con miedo a
se hombre?- la pregunt
supone que son enemigos, pero Abel quería una tregua.
ojos, exa
mo lo
nada- Lo conocerás mejor, B
go. Me giro y me adentro en el baño, es mejor u
da a mi figura. Cae en una cascada desde mis muslos, y cuenta con una pequeñ
que dij
provocativa- fueron
cosas se calmarán, y Masashi dejará de perseguirme. Aún recuerdo sus manos en mi cuerpo, queriendo someterme. Eliminó el
o hasta mi cuerpo. Y segundo, el hombre que lo tenía sometido esta maña
nte- habla Abel con voz cansina- Kil
nca dejaría de lado el apellido de mi padre, a pe
eso: un si
mano. La tomo, bajo la atenta mirada de mi esposo. Una corriente me rec
inales le temen a este que está aquí, pero nunca supe que lle
como un maldito objeto. ¿A él que le importa como le parezco a otras personas? Oculto mi enoj
r esa respuesta, aunque esté enojada por la pregunta. Killian me
se contigo...- apoya el brazo encima de la mesa,
on Abel, y considero que no tiene que hablar sin saber. Primero debería d
, logro sentir la tensión en la mes
erme pero no puedo. Mi sangre hierve, la siento correr caliente por mis venas. Suspiro profun
o?- pregunta co
me fulminan- Tengo la cabeza muy llena, y el coño siempre ha estado vacío, dig
r contra el otro. Se siente ofen
era el líder más importante de Japón, h aunque ahora este muerto, su hija está aquí para tomar su lugar. En esta mesa
ivo, y no pienso sucumbir
ra su atención está en Abel, que bota fuego e
inar. El silencio es demasiado incómodo. Saboreo la carne, disfrutando del sabor. Mis ojos creen
pie en mi rodilla, tocando peligrosamente por encima del vestido. Me tenso- Dicen que la mujer casada está mejor
do mi
ponde el aludido aún
ndo la cara interna, y tengo que ahogar los jadeos
que posicionar sus fichas en lugares estratégicos, y lo ent
reír por eso. Ellos son las fichas, pero yo soy la dueña del tablero,
apato hace fuerza y tengo que apretar más las piernas, sintiendo el calo
pero no hablo. No digo nada, me quedo sintie
o con frutas dispuestas para disfrutar y me llevo una fresa a la boca, saboreando de
n noto la amenaza en su voz- prime
ez provocando a este hombre que cree poder jugar conmigo. Repaso mis labios con mi lengua, ut
rado. Estoy tentándolo, quiero demostrarle que no
tido. Mi respiración se acelera cuando su pie amenaza con llegar a ese punto, per
ierdas
egra que no hiciera lo
o a sentir su pie. Se quitó el zapato, puedo sentir el frío de su piel
n que mantienen estos dos hombres a mi lado. Busco su rostro, está fr
ndo la verdad es algo más. Su pie parece experto, mi coño pulsa ante su toque, y aprieto mis piernas en torno a él. Intenta
entir en un espiral, en un abismo del que quiero lanzarme sin importar lo que me e
is paredes amenazan con juntarse. Mi pecho sube y baja, su pie busca más, pero llego a la
i respiración se acelera, pincho la carne con fuerza c
ita
. Killian retira el pie lentamente y agradezco soltando una exhalación. Abel me mira co
labios en una sonrisa mezquina. Es un maldito. Quiere
una invitación para que me vaya- Vayamos a
su saco y dándome una mirada intensa qu
ia mi hombro desnudó y me tenso, sinti
i cabeza da mil vueltas
? ¿Por qué quier
rándose a mi habitación. Lo observo fijo. Se quita la camisa y se acerca a mí, su respiración pesada go
a ser ot
mis labios, me niega el oxígeno mientras me come la boca con fuerza y no sé cómo sentirme. Sus labios no se sien
a de la cama. Bajo su escrutinio, sus manos continúan en busca de mi cuerpo, acaricia mi ombligo antes de subirla y aprisio
o. No me doy cuenta cuando Abel me penetra. Lo hace con fuerza, y gruño. Duele, por la forma en qu
ración e
ques me hiciera sentir más placer que Abel, que me penetra y me toma a su antojo. Mi
maginar a otro hombre mientras mi esposo me folla. Sale dentro de mí, y se recuesta a mi lado. Llevo
dejar de tocarme, de prop
n mi interior se deforma, deshaciéndome. Esta noche, n