... Espérame!,
a luz encandila mis ojos.–¿a dónde vas?.–corro sin parar hasta llegar al pie del faro, aquí la l
dulce voz responder, m
, te extrañé mucho.– corro hacia ella y le doy u
, lo qué pasa es que tu no me puedes ver, pero yo si
u me veas, quiero también poder ve
a mi rostro.–mi pequeña niña, ya te haz convertido
do, he dejado que el odio en
o, levanto mi cabeza y la miro a los ojos.–lo importante es no dejar que el odio te controle, d
culpa de que sienta tanto odio.–comienzo a sentir un
va a destruir hasta el punto de terminar ahogándote. Es
ias una pesadilla, estabas muy alterada.–abro la boca para tratar de controlar la respiración, apoyó mi mano dere
e apoyes sobre esa mano hasta qu
rvo mi mano derecha las vendas las vendas las cu
iera–dice mirando mi mano.–te a
que Ese desgraciado m
es capaz de hacer, es por eso que no deb
razón como si él tuviera el derecho de hacer t
va el dolor, el doctor te suministró medi
guntó tratand
vi acostada en el suelo, Estabas congelada, temblando y tenías mucha f
odo ese tiempo..–
.–explica,– Espera un momento, Voy a traer algo de sopa para que com
a la casa está vigilada con cámaras de seguridad" ,
da para volverlo a intentar, o ¿si?.–levanto la mirada hacia la dirección de donde viene su voz y lo veo apoya
ejido,–¿te lastime?.– pregunta mientras observa mis dedos. No contestó nada, ¡desgraciado!, ya me has lastimado, digo en mi mente. Lo veo tensionar la mandíbula, en silencio lo mir
upo con desprecio y rabia. levanta su mano, y lo mismo que espero es un golpe; pero me sorpren
ra, y esto No volverá a ocurrir,– Su mirada refleja tristeza, en cuanto se percata de mi observación se da la vuelta quedado de espal
e estar preocupado por mi salud, ¡monstruo!.–
erte,– No agot
a tratarme como si
lo que digas, me perteneces, y
cer, después de lo que m
silencio,–Tu padre me robo mucho dinero, y tú eres el pago, por lo tanto
esos.–lo miro desafiante, no sé de ¿dónde he sacado fuerzas pa
a mi, no vale,
hista Desgrac
nos encontramos: tu limítate a obedecer y yo, encantado de darte ór
sus asquerosas manos sobre mis hombr
oques!,–
s que me de la ga
ue?!–pregunto para
en la que lo estás haciendo, pero te advierto, es mejor que no sigas tentando
n medir las consecue
. Sus dedos toman mi quijada y la acerca a su rostro, da un suspiro embr
dad, si vuelves a intentar escapar lo sabré y créeme que lo lamentarás mucho más que ayer. Arleth, grábate algo en esa pequeña cabecita, no te voy a dejar ir nunca, ¿entendido?. Y si por algu
tuación y No llevarle la contraria, si continuó diciéndole in
eré a intentarlo,
n este momento a David Black, con lo
a mi oído–y te aseguro que vas disfrutar de mi compañía, por las buenas soy ... No! No te d
enorme que siento por él, pero es imposible, así que lo kiero con a
engua, porque tu vida es ahora mí
do, nunca conseguirá amoldarme a su antojo, o al menos no dentro de mi. Dese ahora en adelant
.– me
os,– dice y sale
enas, la sangu
todo dentro de
e te haré pagar cada segundo de mi dolor. Cada minut
ardientes cadenas, con fuego enfurecido. La ra
á tu sopa
ro no quiero
esfuerzo, o te
.– me sient
morir de
ente, por los golpes de es
y verás como las c
es un infierno, estamos
s un demonio
izo?.– guarda silencio.– No tienes un
r el plato con sopa sobre la mesa de noche.– aq
gundos giro mi cabeza hacia esa dirección, puedo ver
**
todo era un mal sueño, que aún seguía soñando, un sueño
comenzado a pensar que no pertenezco a este mundo, alguien esta destruyendo mi vida, quiero salir de este lugar; pero no puedo!, donde quiera que volteo
voz de Anni, mientras veo mi reflejo en el espejo, doy un sus
que el señor Black se moleste
hacer comentarios sarcásticos.–no sop
a culpable de que ese mo
o que quizá tú seas la soluci
veo sentado esperando con aires de superioridad creyendo ser el rey del mundo, a su lado la chica que sirve el desayuno, la
ñal a la chica para que se marche, obedece rápida
go sarcástica, mientras alcanzo algo de p
ión en las horas de la tarde.–orden
resuena, Haciendo que de me sobresalte
acarme de quicio, y he tenido mucha paciencia hasta ahora; pero te advierto, no quiero volver a
s recorrido por un frío intenso, acompañado de pequ
do?–pregunta
i–respondo
esa, ya no me apetece desayunar,– se levanta de la silla y antes de march
endido.–
a obedecer; pero hacerlo solo empeoraría la situ
me persigue, me carcome, me A
n rabia mis lagrimas, ¿Que me sucede?, ¿por qué me duele el pecho?, "Vez! eso es el odio, si dejas que siga creciendo más, te va a destruir hasta el punto de
edo respirar aire fresco, los rayos del sol calientan mi piel, se siente tan bien, el vie
sorda?–pregunta, haciend
iseo– solo no me daba
ués de todo de responderme de
aquí?, digo!, creí que nu
é que salgas sola; pero
o no salir nunca.
ándose–No estás en condiciones de decidir nada, solo de acatar mis órden
que quieras, no te soporto!, ojalá
s conmigo!. –exclama, guarda silencio por unos segundos y continúa.–No busques agotar mi paciencia Arleth Lovatelly.– advierte levantando mi mentón, su rostr
a mirada tan extraña, que me causaba curiosidad, esa mirada extraña seguía reflejando oscuridad, resen
ho, eres un hijo de puta,–guardo silencio.–
sepa.–responde deslizand
es, ni él sabe para que me t
o, ¿Que qui
ntas aquí soy yo.–contesta alejándose–vamos, ten
lo vuelvo a recordar, no quiero que s
ra subir las escaleras, pero antes de s
go de comer, aún hay tiempo antes de qu
Black no comía, n
la cocina antes de que me arrepienta
parecía prepara un tarta de chocolate, lo supe por el d
pada, mirando alrededor,–es mejor que
de venir, también me ha dicho que te di
me estás toman
ieres puedes pregu
ón?–pregunta curiosa mientras sirve un trozo de lasaña, no respond
do el trozo de lasaña que me ha servido.–est
ya gustado,–dice con
asta al fregader
no sanan completamente, no de
chas gracias.–sa
do en el salón de espera, era el mismo hombre que vi el día en q
on una sonrisa, ¡va
pondo con
s prisa?–pregu
que salgas de tu habitación en las horas de la tarde", Dios! Tengo que
ocerte un poco.–habla sac
á si tenga un poco dé pri
.– me detengo y volteo de nuevo hacia él.– mi n
h Lovatelly.–respon
, ¿vives aquí? O solo he tenido la suerte de encontrarte dos veces aquí.–No sé que responder, podría c
volteo hacia él, Mi respiración se agita.–¿Qu
la cocina, estaba por s
a,– Hola Jacod, quiero esta vez presentarte a mi novia.– escucharl
ía dicho eso