echo, creo que quizás debería tomar las
huida. Caí con suavidad, como si flotara, en el suelo. El pueblo se encontraba en una zona algo elevada, un barranco me separaba del bosque. Sin p
os árboles, me quedé sentada
tía. Bajé sin dificultad alguna del árbol, mis pies descalz
uerza mi rostro. Cada paso que daba me acercaba a la libertad, no importaba lo que hiciese o adonde fue sie
riendo, él
dad, a ella no le importaba lo que pensase, pes
o lo hacía a voluntad. Tras advertir el aroma de Aster me di la vuelta, no sabía si sentirme halagada porq
do por qué
os de Hélade vencían los míos. No obstante, Aster me parecí
ería dar
ceño ante m
r qué
ia entre nosotros e hice l
migo, mi Luna -a
de que la afirmación saliese de mis labios, sentí que me ahog
si nos condenas a
ostaba estar de pie por el dolor. Ella me susurraba que todo acabaría, si quemaba todo este bosque. Todo lo anterior se detuvo
control y furiosa, solo podía observar desde un r
umía. Con una palabra, un pensamiento o solo
dije, los ojos de él
prueba mi pac
a, me gustaba que mi
el camino, tus amenazas
n en llamas, la tierra empezó vibrar y el cielo se nubló. Los árboles a mi alrededor comenzaron a q
tenerme, no p
de miedo en Aster, no
enes -trataba de que entrase en razó
lamas, la tormenta se detuvo para dejar ver la destrucción que provoqué. Con un movimiento de mi mano los árboles carbonizados y
encias -golpeé con todas mis fuerzas su abdom
s lo que signifi
domen cuando me doblé por el dolor. Mi cabeza daba vu