ue llame a una grúa, pero mi celular no tiene señal -respondió con un suspiro, su situación no era la mejor en ese m
contenerse frente a aquel desconocido. Aunque estaba indecisa acerca de recurrir a él, ya que no
... -su voz se quebró en la última oración y trató de reponerse-. Si no me voy de aquí pr
momento. La joven pelirroja poseía un rostro de delicadas facciones que parecían esculpidas por un destacado artista. Aunque su cuerpo era delgado, bajo esa aparente fragilidad se ocultaba una si
a expresión de sufrimiento que se reflejaba en sus ojos. Era como si la joven llevara consi
duda nubló su mente. ¿Sería realmente lo correcto? Enzo cuestionó sus propias motivaciones, pero una voz en su interior le aseguró que aqu
ro no nos tomaría mucho tiempo llegar. ¿Te gustaría venir conmigo? -preguntó Enzo,
asi
sted, señor -murmuró Celine. Un semblante de ali
n a su coche, y con t
l, no te preocupes -ella
conocía, había algo en la forma en que él la trataba, con delicadeza y respeto, que le daba confianza y alivio. Quizás era su habilidad
idos de la noche se volvían cada vez más evidentes. Celine no podía evitar sentir que el bosque casi se
nzo acabó con el silencio, sintiendo intriga por la joven que no habí
intió tím
eña cabaña c
de alguien, ¿me equivoco? -indagó Enzo y la peli
unto ya no estaba segura que era o no lo correcto. Había decidido aceptar la ayuda de
ó. Pero estos últimos años han sido una completa tortura para m
iró. Parecía haber tenido una vida dura y
na? -inquirió con cuidado de no sonar c
re hemos sido nosotros tres
itó a decir sin pr
n que emergía majestuosamente en el horizonte, iluminada con faroles. Allí se encontraba la residencia que había comprado meses atrás. Celine había oído hablar de ell
se acercaban, pudo apreciar la magnificencia arquitectónica del lugar, sus elegantes columnas y los intrincados detalles que
ienta vestida con un impecable traje negro, apareció en el umbral, mirando curiosamente a Celine. Sabía que el señor Enzo rara vez traía a alg
, señor -salud
molestarse en presentarle a l
pasillos interminables de la mansión. Un suave susurro de seda acaricia
deslumbrante, decorado con muebl
os grises con espesas pestañas dándole una mirada hipnótica y profunda. Las cejas pobladas que enmarcaban su rostro añadían una intensidad magnética a su expresión. Sus labios de proporciones perfectas, delineaban con serenidad
exandra te atenderá. Pídele todo lo que necesites y siéntete como
a amplia y lujosa habitación. A medida que la puerta se cerraba tras de ella, Celine se encontró sola, sumida en pensamientos y expectativas inciertas. ¿Qué le depararía su