mpleta soledad en la casa donde alguna vez vivió c
la foto de su boda, donde ella posaba felizmente con Lorenzo. Veía fijamente la cam
una desgracia como aquella podría ocurrir. Lorenzo no se llevaba bien
e hecho, sus padres nunca pensaron en privarle de alguna cosa que él
do ver Valentina cuando se llevó a cabo la investigación de la muerte de su esposo. La familia Rumanof insistió en que había sido un accidente, que Ma
pción de cambiarse de sede, donde le entregarían una nueva casa y le aumentarían significativamente el sueldo. Todo es
an abrumada en su momento que firmó el documento con letra temblorosa y lágrimas corriéndole por las
ejor decisión, señori
s, dejando a una desdichada mujer se
diez años de vida pudo vivir en completa tranquilidad, todo cambió cuando conoció al magnate, el cual se encargó de hacerle la vida imposible cuando se enteró que ella provenía
lo contrario, los abusos aumentaron y prácticamente la trataba como su esclava. Agregado a ello, el
de gerente regional en la compañía Rumanof. Marko se l
utilidad -le susurró al oído y despu
istente personal, explotándola hasta que Valentina enfermaba del estrés. Y
ACER LO QUE TE DIGO?!
ba fuertes gritos. Valentina empezaba a temblar y soportaba en silencio,
tenía tanto poder como dinero para encontrarla en cuestión de días. Era el único heredero del imperio Rumanof, una de las
lado, por eso había asesinado a Lorenzo, él fue u
separarse de Marko no era una opción, ya lo había intentado y una persona terminó muerta, además que la hicieron fir
a tan débil físicamente y sin ningún tipo de poder que debía tener
Rumanof era que conocía demasiado bien cuáles eran sus mayor
ante él. Necesitaba destruir la voluntad de Marko, robarle toda su
nstante que le q
y perfecto que nadie
*
u jefe al rostro, estaba tan tranquilo y prepotente como siempre, sin imaginar que le qu
cuando la notó en el umbral de la puerta de la ofici
sonrió
eñor -ace
ko se levantó de su silla cuando ella
omó de la mano
te. Marko tenía los o
a trabajar conmigo, que
su momento pa
ed nunca ha podid
mano a la meji
claro, nunca podrás sepa
ha. Había una vida por destruir: era la de