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Historia

Capítulo 5 Chapter 5 Entre la sombra de la ambición

Palabras:1039    |    Actualizado en: 31/08/2024

Di

olondrada había derramado. El reflejo de las luces del techo se deslizaba sobre las manchas mojadas,

ra que se encargara de limpiar esa maldita alfombra. Mis palabras resonaron en la habitación, mezclándose con el zumbido distante del tr

... Cada pensamiento era una nota discordante en la sinfonía caótica de mis responsabilidades empresariales. Luchaba por man

ados. Su legado de desprecio se arraigó en mi ser como una semilla de amargura, creciendo con cada decisión que tomaba. Temía ser más indulgente de lo que él

n, ca

i atención hacia la desagradable voz estridente de Montserrat. Su presencia era como una nota disco

ticular que había captado mi interés. Sin embargo, mis sentidos estaban alerta ante la invasión de mi espacio pers

uiera mirarla, mis palabras eran cortantes

ciones que nublaba mi mente y amenazaba con desatar un caos aún mayor.

igo, estaba preocupada por ti, por nosotros -se acercó y se sentó en mi regazo, sus palabras

rentando las olas turbulentas de un mar embravecido. Era evidente que esta mujer no comprendía que no iba a convertirla en mi esposa

manipulación, como un guerrero entrenado par

me harás la propuesta de matrimonio? Podríamos invitar a la prensa y hacer público nuestro comprom

amenazaba con sofocar mi libertad. No deseaba estar atado a nadie, y mucho men

u discurso sin apartar la mirada del currículum e

na exótica. -Bromeó, pero yo seguía concentrado en l

at mientras continuaba parloteando, mi mente buscaba encont

lgo más interesante y

ochar su vestido y dejarlo caer al suelo. Sus gestos eran seductores,

ualquier hombre, pero no despertaba ni un ápice de interés en mí. Era c

ara mí -dije en voz baja, con mis palabras cargada

rrat mientras se sentaba sobre mí, sus palabras eran como el zumbido mole

uítate, tengo trabajo, y no esperes una propuesta matrimonial porque no la tendrás. -La aparté de

un i

es de que pudiera reaccionar, t

s tú ni ninguna otra mujer. Ahora vete

error monumental, una cadena que me arrastraría hacia un abismo de insatisfacción

e importaban sus quejas, ni su enojo, ni su desdén. Mi mente ya estaba en otra parte, pensando en la mujer de

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