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e en ese momento de vulnerabilidad que mi padre, Gideon Marlowe, se acercó con una propuesta que cambiaría mi vida. Mi padre no había estado presente en mi vida durante mucho tiempo, especialmente después de su divor
una tarde, sentado en el sofá de la casa que había
empo desde que habíamos tenido una conversación real. Sin embargo, en mi
pondí, tratando de so
desprovista de vida. Me sentía como una extraña en un lugar que debería sentir como hogar. Los primeros días fueron tranquilos. Mi padre parecía atento y preoc
tó una noche, con un tono severo, cuand
pá -respondí, intentando mante
por ahí sola, sin sup
zó a controlar cada aspecto de mi vida; con quién hablaba, a dónde iba, incluso lo que vestía. Un día, la
te esta noche -dijo,
a -Solo es una salida con amigas.
Y no confío en que sepa
nte. Sentí que estaba perdiendo el
blando de ira y tristeza -No soy una ni*ña,
olo quiero
-Repliqué, dándole la espa
o podía seguir viviendo bajo su sombra opresiva. Dejé una nota en la me
Necesito encontrar
mirada vigilante de Gideon. Cada noche en el club era una nueva oportunidad para reinventarme, para descubrir quién era realmente sin las ataduras de mi pasado. Fue en este lugar donde, sin saberlo, me encontraría con Dorian, un hombre que cambiaría mi vida de maneras que nunca imaginé. Y así fue como mi vida como bailarina, inicio. Unos días más tarde, subiendo y bajando mi pecho por la agitación del momento, regresé a mi
. ¿Ya está
mo se hacía llamar lo más cercano que tenía a una amiga, agitó mi cuerpo para saber si ya descan
bía sucedido, sabía muy bien que yo solo era una dama de compañía para él; que independientemente d
ecaída, lo cual me indicaba que la noche había sido pesada para ella,
Mario se quedó con él..
e mi padre. Katrina, no. Ella, para saldar las deudas de su madre alcohólica, tenía que trabajar para el idiota de Mario, quien vendía
será un
diputado de quinta, quien no era más que una cara linda para mí. Tal vez en mi adolescencia, siendo aún una niña estúpida, que creía en los cuentos de hadas, en el feliz para siempre, en el guardarse para su esposo. Hubiese accedido a su capricho del matrimonio arreglado, pero ahora después de la muerte de mi madre, el cambio de ciudad tras aceptar su propuesta de vivir con él, tener que va
adel
r de verle. En realidad, él no me había hecho nada como para detestarlo, de hecho fue compasivo al dejarme quedar en este lugar, solo con la condici
l baile, tu cuerpo... Los clientes han pagado una gran suma de dinero -Acercándose a mi costado, musitó cerca de mi oído, y apretando mi puño, me preparé para atacarlo, si era necesario -Incluso el político de cartón, ha pagado más por tu compañía que por cualquier otra chica... Y eso que tiene mucho tiempo s
.. Felicidades, pue
jó sobre la mesa, y enarcando una ceja en esper
su ser, sus miradas intensas sobre mi cuerpo mientras lo recorría con mis manos; solo con Dorian, sin siquiera mi
egre
atrina a mis espaldas, y girándome para respon
ña desamparada que no tiene
s. Por lo que, agitando mi mano, me despedí con la promesa de regresar. Transité un par de calles, sin saber por dónde iniciar, no conocía mucho la ciudad, además de eso debía estar pendiente por si mi camino se cruzaba con el gran Gideon Marlowe, quien d
lek