-Una decis
ri
ero en ese momento me parecían demasiadas personas de todas maneras. Entre los invitados, estaba Alaric Kane. El aire estaba cargado de conversaciones animadas y risas, pero para mí, la noche estaba envuelta en una niebla de incomodidad. Sabía que
o del salón -Sé que esto es incómodo, pero necesito pedirte un favor -comenzó, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie nos escucha
momento, conside
o está a salvo conmigo -respondí, t
a -dijo con agradecimiento an
var sin ser observado. Elektra se acercó a mí, su presencia llenó el espacio con una tensión palpable. Me miraba con desafío y alg
nte, en voz baja y conte
ío, sin levantar la vista -No es
ño, claramente mol
endiendo que no ha pasado nada?
r esto de la mejor manera posible -repliqué, finalmen
ue amarga -No parece que
a vez más tensa, las palabras llenas de resentimiento y frustración. La incomodidad entre nosotros era evidente, pero ninguno de los presentes parecía notarlo. Finalmente, no pude soportarlo más, alguien tenía que ser el adulto en esta situación y ese papel me tocaba a mí, así que dejé l
nte estaba nublada por la confusión. Me detuve, tomando una profund
Me llamó con un tono
sostenerle la mirada. La culpa y
mente no puedo... -murmuré, negando con la
er
-Esto... esto es demasiado compli
vaneciendo en el retrovisor. Conduciendo por las calles desiertas, el sonido del motor del auto era el único que r
r? -me pregunté. Decirle a Gideon era impensable, pero seguir con esto también lo era. Los pensamientos seguían fluyendo, incesantes, mientras continuaba conduciendo. Las imágenes de Elektra, sus ojos llenos de desafío y deseo, se mezclaban con los de Gideon, su confianza y amistad traicionadas por mi debilidad -No puedo seguir así... -murmuré, la decisión había empezado a formarse en mi mente. Algo tenía que cambiar. El camino de regreso a mi apartamento se sentía interminable, cada kilómetro un recordatorio de los errores que había cometido. Pero sabía que debía enfrentar la realidad. Cuando finalmente llegué a casa, apagué el motor y me quedé sentado en el auto por un momento, mirando la oscuridad a mi alrededor. -Mañana será otro día... -susurré, sabiendo que la mañana traería consigo la necesidad de enfrentar mis demonios. Pero por ahora, solo podía sumergirme en la soledad de la noche, dejando que mis pensamientos se calmaran lentamente. El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, anunciando un nuevo día. Pero la claridad de la luz no correspondía con la oscuridad de mis pensamientos. Me levanté de la cama con una pesadez en el cuerpo y en el alma, la decisión que había tomado la noche anterior todavía seguía firmemente arraigada en mi mente -Esto no puede seguir... -murmuré mientras
servas -dije con una voz firme, una vez que me pasaron con Mario,
al otro lado de la línea -¿Acaso Natasha ya no es de su agrado? Porque siendo así, puede
no sé cuándo regreso -mentí descaradament
speraremos ansiosos su regr
ias -y corté
estar y me dejé caer en el sofá, mirando el techo. -Es lo mejor para todos... -repetí en voz baja, una y otra vez, como un mantra, a lo mejor lograba convencerme de eso. Gideon merecía saber que su hija estaba a salvo. Ahora,