lo 6 -
ri
también era su pu*ta? Con toda esa carga emocional, fui al club y me puse más intenso de lo acostumbrado. Elektra entró en la habitación del club nocturno con una mezcla de anticipación y temor. El ambiente era familiar; luces suaves, la atmósfera íntim
erta -ordené
ntamente hacia donde me encontraba, sus pasos resonaban en el silencio de l
, Dorian -dijo
tono seco, estaba enojado con ella, sabía qu
uerdas? -me replic
onaron sorpresa y su temor se vio incrementado -también quiero que conserves la
, como us
está
fecto que le causaba y, hasta casi, escuchar que su corazón latía más rápido. Tomé su
edió esta mañana, en el café
una dureza que Elektra no había escuchado antes. Ella abrió la boca para intentar explicarme, pero la interrumpí -No quiero
Podía ver el fuego en mis ojos, un fuego alimentado p
a preguntar, con su v
a, y mis labios cas
ras le vendaba los ojos. La oscuridad intensificó sus otros sentidos; podía escuchar su respiración, sentir el calor de su cuerpo cerca del mío. -No te muevas -ordené, en un susurro autoritario. Ella obedeció, sintiendo cómo mis manos se movían con destreza sobre su cuerpo, despojándola de su ropa, pieza por pieza. La sensación de vulnerabilidad era abrumadora, pero también estaba seguro de que ella quería cederme el control. La guie hacia el sillón y allí la hice sentar.
rad
de querer escapar. Dorian hizo que recostara la cabeza al respaldo, quedando con el rostro hacia arriba. Se paró a su espalda, entonces apoyó sus labios sobre los de la joven, mientras sus manos se dirigían
cuando pudo al fin retir
o tu tra
an vio cómo su pecho se hi
e y cuando no te lastime -y le mordió el labio inferior - Y créeme
er
, tú confía en mí y
k.
mes y con uñas largas, lo que le dio a pensar que se trataba de una mujer. Su respiración se agitó más aún, cuando el calor de una lengua recorrió zonas muy cercanas
no dejaba de darle pequeños pellizcos a sus pez*ones -No tienes
Pero él
a y cómo tu cuerpo comienza a temblar -tú -le dijo a la otra chica -detente, no quiero que se corra aún, quiero
molesté -dijo c
alguien más
ha traído
iéndole sentir los dientes en su cuello -nadie
ara que la otra chica retomara lo
il
.e co.
dueño, a quié
temblar -solo le p
a rue
o sup
uieres, cariño? -
bservaba con fascinación, como Elektra se retorcía,
mente así, al llegar al clímax -y volvió a besarla mientras la sentía temblar. Cuando su cuerpo
a las rodillas en el asiento y los brazos en el respaldo
se quejó
un vaivén desenfrenado, para en pocos minutos caer a su espalda, luego de haber alcanzado t
ktra recogió su ropa y salió