las calles estaban vacías, salvo por las figuras ocasionales que se deslizaban por los bordes de la oscuridad, sumidas en su propio silencio. En un rincón
s, con el cabello alborotado y la respiración agitada, intentaba liberarse de dos figuras imponentes que bloqueaban su salida. El miedo la había encontrad
empo de reaccionar cuando una figura emergió de las sombras. Era un hombre de aspecto desaliñado, el cabello largo y enredado cayéndole sobre los hombros, con una barba desordenada que
con su aspecto. Uno cayó al suelo, sujetándose el costado con un gemido de dolor, mientras el otro retrocedía, s
ntre ella y el peligro. Lo miró, aún temblando, intentando procesar lo que acababa de suceder. Sus salvador la observaba, no con
e sonando extrañamente cercana, como si
edo no la abandonaba por completo. El hombre dio un paso hacia atrás, aumentando la
, con una gentileza inesperad
ción de intriga que no comprendía del todo. Finalmente, murmuró un "gracias" apenas aud
que algo había cambiado en ella, un algo que no podría ignorar. Y en las calles, en la soledad de la oscuridad, el hombre vagabundo s
n que una mujer de apellido importante y un hombre sin pasado com