ri
febrer
ar de casa al trabajo, evitando usar el auto. Me resulta más satisfactorio, pues, solo así puedo apreciar la maravilla del n
ran su tiempo, pero no soy nadie para juzgarlos. Estoy a solo cinco minutos de mi trabajo y el tiempo me sobra, así que correr o caminar con más velocidad no es algo que pase por mi
personas llevan prisa y es muy triste ver cómo te empujan. -Quizás fui entrometido, pero r
dijo, no sé si no me escuch
o mi comentario anterior, ella arrugó la cej
ngan, tengo derecho a estar aquí. -Creí
estar aquí tanto como todos los demás, pero me resulta
n tan a prisa que la hacían a un lado dándole golpes con sus hombros y recorriéndola de un lugar a otro y ella
uando la conversación. En verdad debí haberme i
nes, puedo sentirlas a
la conociera. Había algo en ella que despertaba mi inter
ozco a los charlatanes sin vida como tú -d
y dejarla sola, pues no permitiría que
el mismo lugar, pero solo conseguí dar dos pasos antes de que me tomara del b
a, creo que solo fuiste amable co
ca está loca, pero no me puedo mentir, me r
nas mientras hablas y dejas de es
o y hacerla a un lado. Comencé a caminar dispuesto a
uitado de un golpe a la persona que es
que yo. Sumado a eso, tengo que apresurarme y estoy perdiendo el tiempo parado
tando no verme grosero, después de todo, f
arta de llegar con el estómago vacío al trabajo, pero creo que un pensamiento pasó a otro y perdí la noción del tiempo y
yunar ahí, te lo recomiendo -dije y, sin duda, me com
te tomo la pal
legar. En ese minuto ninguno de los dos dijo nada, que alivio sentí. Puse un pie en el restaurante,
días, seño
engo 25 años y me hacían sentir como un a
ido, jefe
spondí con total educación y
o eres el gerente? -preguntó la p
l estar frente a Román, el gerente de la sucursal-. Román, ella es...
a -dijo un po
ne prisa -di la orden y sin duda, Román la siguió al pie de la letra, le ofreció una mesa y
oco de trabajo para terminar y debía ser antes de que mi hermano llegara y me lo exigiera, pero también sentía el
egunté y me senté en el gabinete a
Lukas Valencia? ¿Hijo de Franco Val
Lia conociera mi apellido, ni q
ijo de Franco Valencia, que ya no es el dueño porque está m
taba sentado en la misma mesa que ella y compartiría el
s, todo mundo hablaba de ello: "Muere Franco Valencia, important
ar, parecía que nada le sorprendía y que no le im
se fue, pero tengo la fortaleza para seguir sin él, pues me d
da que aún había en mi interior, pero no era c
es un dolor que no te puedo explicar, la tragedia que
or era similar al que yo sentía por perder a mi papá, pero había algo más
fue lo que le ocurrió a tu padre? -pregunté, intentando averiguar aquella e
bueno, me cuesta un poco decirlo sin
que te acompaña para el resto de tu vida, pero perder a tu
óname si hago muchas preguntas,
recordarlo y responder si no quería, en su rostro había
car una pelea que acabó con su vida... salió en los periódicos también, pero mi padre, a diferencia del tuyo, no era nadie importante -dijo y comenzó a reír, en verdad me dejó paralizado su for
gré por fin entender por qué Lia tenía ese sentimiento en su corazón. Lo que había en ella era rencor y
va, fue catalogado como el homicidio
¿qué pasaba por mi mente? Dije algo que
tanta simplicidad sobre la trágica muerte de su padre-. Jorge Nava era mi padre. Me fascina el hecho de que yo conozca a tu p
a salió decir que era violento y que la golpeó a ella y a su madre. Entonces me liberé de culpas y la plática siguió fluyendo poco a poco. Los minutos corrían lentamente, el desayuno
años fue diagnosticado con cáncer hacía unos cuantos años, es lamentable saberlo. Además, me dijo que su relación con su madre era bastante mala. Yo por mi parte le expresé algunas anécdotas también, como el hecho de que fui adoptado en Colombia
dó tanto como ella a mí. Aun entre risas, Lia me contaba sobre su nuevo empleo, cuando de pronto ambos pegamos un brinco sobre nuestros asientos, enormes carpetas
arán sin productos básicos de producción,
ermano con bellísimo carácter
ué me hablas, por supuesto que lo har
ue había dejado caer y de forma escalonada
las 11:00 a. m., ¿acaso no
a, aún parecía querer arrancarme la cabez
rí los ojos tanto como pude y coloqué mis lentes que estaban sobre la mesa, miré al fondo donde se encontraba la caja de cobro, pues, justo arrib
estaba sobre las montañas aún? -Después de terminar de expresar sus dudas, Lukas comenzó
de las 10: 00 a. m., lo juro, Lukas, discúlpame en verd
deficiencias en las últimas semanas y fallé. Por otro lado, Lia seguía ahí, muerta de la preocupación. Sacó un teléfo
llo, pero no permitas que te distraiga de tus obligaciones -dijo Lukas antes de
to, es mi primera llamada de atenció
ndos. Miró a Lukas y volteó su mirada hacia mí. Mi hermano, por su parte, arrugó las cejas a
ukas, ella es Lia, una amiga mía
mocionada por alguna extrañ
dijo Lukas estre
ente a mis ojos -expresó ella, cons
totalmente extrañado al igual q
segundo, pues recargó su espalda p
y todas mis amigas se volvían locas al verte, eres amor platónico de tres de ellas, me envidiarán cuando sepan que te c
evista -dije, intentando saber
si todos los días, pero por favor, aclárales que no tienen oportunidad alguna conmigo -sus palabras hicieron reír a Lia y por supuesto que a mí también, me sorprende la capacidad que tiene para ser tan insoportable y aun así ser del agrado d
ia no pudo terminar siquiera de decirl
cabeza. -Sabía de sobra que sus palabras cont
a amarlo con el tiempo -le dije
que eres un ángel, apareciste y mis pensamientos y emociones comenz
eo que en ese momento algo sucedió conmigo, mis propias palabras me hicieron darme cuenta de que había algo diferente con ella. Ella sonrió y pude ver cómo sus mejillas enrojecieron, pero miró su bolso. Creo que para disimular que la había puest
nto sería la oportunidad adecuada para volverla a v
si me lo dices con e
e. Se levantó y yo hice lo mismo al instante, creí que la despedida sería con la form
Enrique, pr
turalidad y había un aroma tan dulce por todo su cuerpo, que me hacía sentir en un campo de lavanda. No pude pronunciar palabra, me sentía tan nervioso, solo correspond
, Enrique. -Nuevamen
as espiando? -le dije comple
s los días, tú, por otro lado, desprendes azúcar por los poros y me das vergüenza -dijo
gañarme nuevamente, no solo por haber olvidado mi trabajo, sino por estar sonriendo como un idiota por una mujer sin duda, hermosa, pero que acababa de
regresar a verlo, pude ver cómo se detu
ibrar de mí tan
ien no hablaríamos del tema durante el trabajo, a