en T
z anterior, buscará sacar provecho de estos, aunque esta vez y si el caso amerita; está dispuesto a hacerlo de una manera menos sutil, sin recurrir tanto a la diplomacia o al engaño. Ahora se encuentra decidido a hacerlo, ap
lo cual, ambos se disfrazan de mercaderes nórdicos. No obstante sus enormes portes, de seguro que no pasarán
o. Soy tu mujer no tu fiel esclava. Si no me llevas, te juro que en algún momento me escaparé y me iré de tu lado, porque ya no soporto la vida de en
r lo que trata de hacer uso de aquello con una amenaza, más que advertencia. La ilusa joven al parecer no ha captado las señales. Hydes hace mucho que se encuentra hastiado d
Pero ahora ha llegado el tiempo de hacerlo. No obstante, por la prisa que lleva, considera que este no es el momento adecuado para ello, por lo cua
n! -determina con voz autoritaria, ante la cual, tanto Kare como sus legionarios presentes se sobrecogen con temor. Luego la toma del brazo y la introduce en la recamara, para luego dar
uilo; nadie abrirá esta puerta hasta tu regreso -re
escaparé y nunca más sabrás de mí, te lo juro! -
osas en orden con ella". La caprichosa pero ingenua Kare no se ha dado cuenta de que ya ha colmado la paciencia del malvado Hydes, por lo cual sus días al lado de él están contados. Lo cierto es que nunca comprendió al lad
mbién en su visita están contempladas "otras intenciones". Hydes y su capitán Fausto ingresan a la población observando todos los detalles de la zona. De inmediato se dan cuenta de que "las armas con las que cuentan son de bronce"; al
a muchedumbre griega. Muchos vuelcan la vista para ver quiénes son este par de gigantes forasteros que se pasean entre ellos. Ambos se dan cuenta de la inevitable impresión que causan entr
, apuntando a un pequeño y raro frasco de arcilla que
más dócil y mansa de todas". Llévalo y verás que no te arrepentirás, mi poderoso señor -les afirma el menti
se encuentran sorprendidos y entretenidos por la estrategi
rías comprar al menos dos frascos, pues es probable que con uno
broma, sonríe
curso más efectivo que este brebaje, con
bia de actitud hacia los dos gigantes clientes; con temor queda callado, esperando que compren o se marchen. Los gigantes prosiguen su camino hasta llegar a un puesto que les llama la atención (la venta de
mbién... tengo a estos poderosos gladiadores, los cuales poseen la fuerza de un toro! ¡Y... lo más importante, aunque solo
os seres de luz se quedan observando, interesados en el grupo de esclavas que se encuentran en remate. Las hay para todos los gustos: algunas rubias, tra
fertadas. El astuto comerciante los observa y se da cuenta. Además, con solo contemplarlos entiende que no se tratan de simples compradores; su experiencia le indica que puede sacar mucho rédito de
como ustedes. Ellas no se encuentran en esta subasta, porque están destinadas a reyes o personas distinguidas como ustedes. Aquí no hay qu
lientes que le darán mucho rédito a su negocio. Llegan a una tienda, dentro de la cual se encuentran dos jóvenes doncellas muy bellas. Una llam
s por ningún hombre. Ahora pueden ser suyas solamente por cinco piezas de oro cada una. Comprenderán que el precio de cada una es diferente a las demás, porque no se tratan de hembras o
s dos esclavas. Aunque, obviamente, es Hydes el que decide y da la última palabra. Su lugarteniente, con muchas ansias, pero conociendo su lugar, sumisamente se queda atrás para d
e, ¿vuelven a ser vírgenes después que las posea? Por la cantidad que pides
bstante, es muy listo. Entiende que mostrarse derrochador podría llamar bastante la atención y eso por ahora es lo que menos desea; de manera que finge regatear en el
a de las hembras que tendrás para ti. Son muy jóvenes y hermosas,
us pretensiones dispuesto a no perder esta gran oportunidad, puesto que el precio inicial ya estaba
stres forasteros, te las dejaré a las dos en "ocho piezas de oro". No prete
bargo, no continúa regateando porque le divierte la astuc
añado en cuanto a su pureza, vendré por ti y haré que
más engañaría a alguien como tú. Pero si dudas de mis palabras, puedes tomar ahora
pactado. El comerciante toma las piezas de oro y las revisa minuciosamente una por una. Luego de examinarlas, queda más que satisfecho al darse cuenta de que las piezas recibidas son de superiores quilates en compara
regreso por si deseas visitarme, poderoso señor. Te aseguro que traeré grandes sorpresa
ntes. Su lugarteniente no está exento del deseo que experimentan estos seres por las humanas, además, este jamás tuvo una consigo; solo ha mirado y deseado. Es por ello sus ansias, aunque
osees tres hermosas mujeres. ¿Es posible
uisiciones", se da vuelta e intimidante se aproxima a Fausto, el cual, con
on quien osa exigirme o desafiarme! Pese a eso te atreves a pe
sido sincero contigo, pero alguien te debía confesar las ansias que todos tenemos de poseer a una humana. Perdóname por haber sido sincero,
or de los atributos que este valora entre sus tropas. Hydes, ante a la franqueza de su subordinado,
ntía, te has ganado a una
s. Con gusto tendré conmigo a la que
do, pero decide que no le va obsequiar "semejante regalo", sin antes haberla él disfrutado. Por otra parte, Kare, hace tiempo que se ha co
aré saber mi decisión. Por ahora marchemos de
Luego decidirá entregarle a la que le haya gustado menos. O... "¿Kare...? No estaría nada mal", piensa emocionado. Al instante se da cuenta de que ella es l
hora se emociona de solo pensar que sus deseos, los cuales antes fueron solo una ilusión. Hoy están tan cerca de hacerse realidad. Por otro lado, si su líder decide entregarle a cualquiera de las dos nuev
regadas al comerciante de esclavos, este, conocedor del rubro las había comprado, entendiendo que podría sacar muy buen rédito de ambas; debido a
y corrientes. Estos poseen algo extraño e inexplicable, diferente a todo hombre antes visto. No solamente por su presencia física, sino también porque poseen un
endrán todo lo que deseen. No quiero que me miren con temor, porque jamás les haré dañ
idad con que este rompió sus amarras, también se encuentran sorprendidas por el trato hacia ellas. Sin darse cuenta, experimentan
positivas como galantería y delicadeza; puede conseguir de estas lo que quisiese sin recurrir a la fuerza. Al cabo de un par de horas lleg
as que preparemos una recamara
asunto que debe resolverlo ¡ahora mismo! Fausto, adivinando los pensamientos de su líder; no puede ocultar su emoción. Sin embargo, Hydes mira a su capitán moviéndole la cabeza con una ne
uardia que dejé apostado e
una breve espera, regresa acompa
inos cuáles so
e encargarás de que esta noche nadie nos moleste. Y tú seguirás cuid
tú ordenas, pero te quiero i
n claro; no me interesan tus objecion
á como tú dices -responde el temeroso soldado,
ra disfrutar al máximo su velada. En pocos instantes aparece un soldado cargando dos grandes jarrones, conteniendo bastante vino para los tres. Dentr
, estas no se encuentran ebrias, por lo que se muestran algo más temerosas. Así como es capaz de darle amor a una mujer; también es capaz de desecharla como si na
y por lo cual podrían obtener muchos beneficios. ¡Para tranquilidad de las dos, ni hoy ni nunca tomaré a ninguna de ustedes, si es que no lo desean! ¡Esa jamás será mi manera de poseer a una mujer! Yo me las gano como debe ser siempre. Siéntanse seguras como s
sas y dubitativas a pesar de las amables palabras de Hydes, el cual hace como si com
u vida antes de ser esclava, habla sin temores -pr
prisioneros a otros tantos, entre ellos a mí. Yo..., solo deseo de todo corazón, tener la oportunidad de regresar a mi hogar o lo que aún quede de él. La verdad no tengo más que confesarte, porque en mi al
expresa una falsa ternura hacia ella. Es muy hábil y calculador
jovencita, solo debes confiar en mí. Verás que con
l líder rebelde, sin esperar respuesta alguna, se dirige a Mente, la cual inmóvil al lado de Leuce, se muestra más serena y segura de sí misma. Su aparente tr
ey egipcio. ¿Es cierto eso? -pregunta, ans
que no demuestra timidez ni docilidad; como si no se consideras
rescatarme de quien me tenga cautiva. Te puedes convertir en el hombre más rico o quizás, en el más desafortunado; dependiendo de
ó a retar al "mismísimo creador", por lo que ningún rey egipcio por más poder que posea; no le inspirará jamás el mínimo temo
encerme de regresarte a casa? ¿Por el temor a tu padre? ¿O la
var y analizar militarmente, por lo que ha notado que estos extraños e imponentes guerreros, son muy pocos en comparación con el inmenso ejército que
te puedo asegurar que mi padre te puede hacer inmensamente rico. O puede hacer
sinuación recibida, manteniend
í antes a las dos, nada ni nadie las tocará. Y si yo lo hago, será con su consentimiento. De manera que relájense y
palda. Se deshace de sus viejas vestiduras con las que anduvo disfrazado en el pueblo mostrando su espléndida indumentaria y da vuelta hacia ellas exhibie
egunta impresionada la esclava Mente; mientras que Le
almente tengo el a
to algo tan reluciente. Ni mi padre posee una semejante. También tu aspecto
e ni te imaginas". Pero no vamos a hablar de mí, sino de ustedes, por lo cual quiero hacerles una
aremos, pero dínoslo ya -las dos esclavas
i lo olvido, un detalle más -se expresa esta vez, dirigiéndose directamente a la egipcia Mente-. ¡El temor jamás me motivará! Por ello te pido que no me vuelvas a amenazar con tu padre... Te aseguro que no es ese el camino para lograr lo que pretendes. Espero te haya quedado b
nda que esta lleva, para observar ciertas laceraciones escondidas. Mueve su cabeza fingiendo lástima por ella y rabia por el causante de dichas lesiones. La egipcia se estremece al sentir sobre
er un galante caballero. Además, no las ha comprado para lucirlas o tenerlas como trofeos. Pretende hacerlas suya y disfrutarlas, aunque por ahora no tiene intenciones de hacerlo por la fuerza, algo extraño, ya que si bien son capaces de
en como un ser despreciable. Si bien es cierto que les infunde temor; no obstante, también las atrae y mucho. Siendo algo inexplicable pero fuerte, entre los seres de luz y los humanos. Las dos esclavas, en sil
cede a llenar nuevamente las tres copas. Para él, la velada empieza a cambiar, porque ahora sí empezará la fiesta. Tal como le gusta iniciar sus veladas privadas, las hace danzar. En las dos ya está subiendo el licor a sus cabezas, de manera que, poco a poco empiezan a perder
éndose atraídas ante la imponente naturaleza de este magnífico macho. Ahora, influenciadas por la atracción y sobre todo por el alcohol, continúan su sensual y provocativa danza. Leuce
al descubierto lo que se encuentra debajo de ese vestido para luego frenarse, atrayendo con esto la atención del lujurioso líder rebelde. A pocos metros
or así. ¡Le voy a hacer entender quién so
e tal actitud, la que había llevado a Hydes a fastidiarse de ella. La ingen