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Historia

Capítulo 4 El rey solitario

Palabras:1447    |    Actualizado en: 16/11/2024

e veía nublado por una infinidad de nubarrones negros, anunciando la llegada de una fuerte tormenta. El invierno h

ey se encontraba allí de pie, afuera, frente a los veinticinco arbustos de camelias perfectamente podados

en la que podía contemplar de cerca la sonrisa más hermosa que algunos ojos tuvieran la dicha de dis

jamás desaparecería, que estaría ahí, clavado como una espina en

su atención, sacándolo de sus recuerdos y

é su

ar usted afuera

lo que te preocupa –respondió de form

fuerzas, desfallecía y temía no poder soportar más antes de

comenzará la selecci

cada año no teng

ueda hacerle compañía. Lamento ser quien diga est

mposibles, pero sé

cualquier parte del Imperio, entre millones de ciudadanos

rca, eso

or

o tienes algo que quieres justo frente a ti y no puede

ble por encontrarl

jes de buscar –ordenó pero su

d. –El hombre hizo una reve

dría decir. Desde su inicio en el palacio se había ganado el aprecio del rey, por lo cu

secreto que debía permanecer siempre dentro de los altos muros, por ello jamás salía o siquiera se asomaba fuera. Todo lo que respectaba al pueblo

su corazón, entonces susurró al aire de una manera cómplice

ue siento que ya no podré soportarlo más. Te ex

.

lles emitieran un chirrido en respuesta. Su corazón latía desbocad

as. No entendía lo que había sucedido, ni porqué lloraba, quizás había tenido alguna

extr

do justo antes de despertar, como si alguie

ado, mi preciosa f

sal, causando que su cuerpo se estremeciera. Miró sus manos, temblaban

uy doloroso, al menos eso creyó la joven antes de volv

conciliar nuevamente el sueño. A pesar del grandísimo agotamiento que tenía su cuerpo, de lo débil que se sentía debido a la posib

quella cama sin poder dormir. Quería que el tiempo pasara rápido y poder

smos habitantes, pero los que peor suerte corrían eran los fo

nzó a arreciar y todos a ver sus familiares morir, la gente se tornó salvaje, y las nuevas generaciones de

producto, habían desistido luego de ser asaltados. Todos temían a los omegas de la Zona Muerta, ya no eran solo escoria, ahora eran como animales rabiosos, a

sas de los proxenetas, esos que venían desde la ciudad capital buscando incautos a los cuales engañar y

á. Esos tenían la esperanza de cada dos años participar en la famosa Selección de los Marcados, nombre

mente a la cima. Serías venerado por la sociedad y vivirías en la capital o cualquiera de las otras grandes y ricas ciudades del Imperio, sin preocu

eran rigurosamente seleccionadas un pequeño número de ellas, que serían destinadas a los alfas que las eligieran, para así poder procrear uno o más hijos para él, t

siquiera planteado participar en algo así, a pesar de las muchas sugerencias que

pedirle algo

uso se había jurado a sí misma que si algún día tenía la mala suerte de estar frente a

soteada o permitir que alguno de esos

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