o el espacio con una luz dorada que apenas conseguía suavizar la frialdad que había llenado su corazón. Se movió entre las paredes d
en las palabras vacías que se intercambiaron mientras él se prepara
dió de ella esta mañana fue más una cortesía que una muestra de afecto genuino. Su beso, fugaz y frío, no tuvo la calidez de otros tiempos. Y aun
era que se sentía atrapada en una vida que ella misma había ayudado a crear, y las
isión, con el rostro ligeramente fruncido, como si hubiera notado algo más
arle lo que sentía por dentro, esa mezcla de rabia y frustración que hervía bajo su piel.
s palabras vacías como una prome
e era una niña. Había visto los cambios en su rostro, la preocupación que cad
riente fría de aire invadió el espacio. Maya se giró instintivamente,
o esta
te, con un aire de sofisticación que no hacía más que acentuar la desconcertante calma con la que la acompañaba.
uavidad de la seda. Había algo en su presencia que desbordaba la sencillez, algo que, al contrario de la suavidad de Maya, irradiaba una intensidad casi
mpre, pero con un tono de deferencia que a Maya le pareció
risa que hizo que Maya se sintiera como una espectadora
as, que Maya sintió la incomodidad colarse en cada rincón de su cuerpo. No había duda de que esa
e intentó devolver el saludo con una
ra diciendo por obligación. El amor que ella sentía por Ariel, ese amor q
quien se siente completamente cómoda en cualquier lugar. La manera en que hablaba
svió hacia Maya, pero no con la intensidad que ell
Te gustaría unirte?" Ariel preguntó, pero su voz carecía de la c
disimular la fría punzada que la at
os alejándose juntas, la figura de él tan despreocupada, tan indiferente, la atravesó como una daga. La
bitación vacía. El ruido de su respiración era lo único que podía oír. Una marejada de emociones la invadió, y no pudo contenerse. En ese mome
l dolor de ver a Ariel tan ajeno a su sufrimiento la atravesó, y el
uién era ella realmente? ¿Y por qué sentía que ha
r lo que había estado igno
estaba por cambiar,