ctiva d
ose, hasta hacer que cada segundo fuera más pesado que el anterior. Ariel había salido por la noche, como siempre, y yo me quedé sola en l
aba de ignorarlos, de sumergirme en la monotonía de mi vida, no podía dejar de pensar e
do pensaba en él. ¿Cómo era posible que tan solo un encuentro
ón, creando sombras que parecían más reales que nunca. ¿Qué estaba pasando con nosotros, con Ariel y conmigo? La imagen de Max seguía acechando mi mente.
d?" Lo decía con una calma tan profunda, tan segura. Como si entendiera lo que yo sentía, lo que yo callab
a ya no era un alivio, no era un refugio, sino una obligación. Yo lo miré, pero no pude ver en é
ntras dejaba la chaqueta en la silla. Su
ue mi voz sonó vacía
de nuestro hogar. Ese vacío que no se llenaba con caricias ni promesas vacías. ¿Qué nos quedaba ahora? Mi mente me gritaba que algo de
stancia entre nosotros, pero no supiera cómo salvarla. Se detuvo frente a
también cargado de una cierta frustración. Como si estuviera cansado de ver que ya n
dolor, porque él no lo entendería. No podía entenderlo. No cuando ni siquiera veía lo que estaba
ntes de que pudiera detenerla, pero fue como si estuviera diciendo lo que siempre había sabido, lo
sorpresa, de algo que no pude identificar. Y luego, esa mirada de culpabilidad. ¿Por qué ahor
ompasión en su voz. Solo evasión.
lo entendiera sin palabras, que sintiera lo q
damente, sin esperar respuesta. Necesitaba escapar de ese lugar, de esa sensación
pero no me importó. Nada importaba. Solo quería huir de mi pro
arlo, me encontré caminando, caminando sin rumbo fijo, sin saber a dónde me dir
ectiva
. ¿Qué necesitaba? ¿Por qué no podía sacarla de mi mente? ¿Por qué, incluso después de tan solo una conversación,
de que lo hubiera hecho me hizo pensar que quizás algo también estaba ocurrien
manos y, antes de pens
isa en la voz, aunque sabía que
ustó. Algo que no podía entender,
, la voz temblorosa. "No sé qué
so? ¿Qué había entre nosotros, entre ella y yo, que hacía que se s
. La preocupación me embargó de inmediato. No podía dejarla s
alguien, Max", respondió, y el dolor en su voz m
go me decía que este no era el final. Algo me decía que este encu
r su voz, sentí que mi corazón lat
pudiera pasar. Solo quería verla. Quería asegurarme de que to
tir de ese momento