10 Amargo
rlo
iré el reloj: las diez en punto. Justo esa hora... la misma e
ños at
respirándolo -me susurraba Federick mientras llenaba de besos mi
e dije, sintiéndome la mujer más
r completo. Mi espalda se arqueaba involuntariamente, entregándome más a él. Cuando hubo saboreado hasta el último de
avergonzada -le susurré, aunq
espondió, recorriendo la plan
sino también la más deseada. Desde el momento en que nos conocimos, Federick había
tocar el cielo, se dejó caer sobre mi pecho, recuperando e
harlotte -me dijo, mirándo
iño, ¿de q
aja de terciopelo del cajón. Mis cejas se arqueaban,
é es
da. Charlotte, ¿te quieres casar conmigo? -abrió la caja y me entregó un hermoso anillo de d
e llevar por la alegría, lanzándome sobre él y colmándolo de
eterno, y por la forma en que nos amábamos, parecía que sería para siempre. Sin
mi amor -le dije, escondiend
ué es -me respo
Cuando vio lo que era, su corazón comenzó a latir a mil por hora y sus ojos se l
mor! -exclamé, sonr
vantó mi camiseta y comenzó a lle
más feliz del mundo -dijo, y en ese momento, supe q
sen
dos. Saqué un pañuelo de mi bolsillo y me sequé la lágri
del
a interrupción -Diane
Diane? Tu puesto n
eza, y sus mejil
s, pero quiero pedirte un
garganta, tratando de recob
l último semestre de la universidad y mis clases comienzan a las seis de la tarde. Salgo
ranza, me conmovió. A pesar de mi
Maclovin, ella era la única que se salvaba de heredar la miseria que l
a condición de que, en cuanto te gradúes, hagas algo buen
as tanto? -pregun
dio, a ti
ea, ¿que sí odias a mi
onándome si era odio lo que
y puedo decirte con segurida
mirada inquisitiva, y me dirigí haci
tal vez puedas perdonar a mi hermano. El resto de no
intiendo la molestia b
¿A pedir un cambio de horari
grande. Solo estoy completamente segura de que su c
ba sentada Diane con mis brazos. Apenas ella podía
ojos se llenaron de lágrimas, pero tr
aguantaste todos los cambios repentinos de
s diciendo. No quiero que vuelv
as. No solo a ti, Charlotte, sino a todos. Solo quiero que sepas que mi h
se metido con otra mujer y tratarme como lo hizo.
eros por las adicciones de mi padre y mi hermano estaba consumido en el dolor
-la miré, sintiendo
n muchas ocasiones has confirmado que no fue tu culpa. Pero nunca has querido hablar del tema porque aún te d
de mi ofic
niegas a ha
dicho! -mi ira alca
d, dejando todo en un completo desastre. Era increíble cómo Diane justificaba los malos actos de Federick, a pesar de q
os botellas de vino en mi oficina. No era algo que soliera hacer, pero la ansiedad y la desolación me consumían. Podía tener lo que quisiera con sol