img ENTRE EL AMOR Y LA VENGANZA DE LA EXESPOSA  /  Capítulo 2 2 | 2.38%
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Historia

Capítulo 2 2

Palabras:1208    |    Actualizado en: 28/11/2024

FUERZA IMPONEN

os más

rlo

ho tiempo intenté descifrar por qué me había entregado esos papeles de divorcio

os meses hicieron todo lo posible por devolverme la felicidad que parecía haber perdido. Lejos de ser una campesina común, como los Maclovin siempre creyeron, yo era la heredera de

verdadero origen y posición. Para él y su familia, solo fui una empleada que había

a distraída el periódico. Mis ojos se habían detenido en un artículo que a

al que se celebrará pronto -le

padre quiera ir. Está cansado y quizá enviemos

ués de todo, eran empresarios importantes, aunque ahora se encontraban al borde de la ruina. La idea de verlos allí, de enfrentarme a

má. Yo misma iré al evento -anuncié, con un

ojos abiertos de par

ero que vuelvan a hacerte daño. Si se atreven, juro que me encar

la, esbozando un

e Federick me echó de su casa como si no valiera nada. ¿Sabías que su empresa e

o -respondió con fir

egó por completo a alguien que jamás me valoró. Una semana después, ya estábamos

araña, cuyos destellos dorados danzaban sobre el mármol pulido. El suelo de madera bajo mis pies resonaba suavemente, anticipando lo que sería una noche inolvidable.

u lado. John estaba impecable en su esmoquin, pero era Federick quien capturaba todas las miradas. Era el soltero más deseado de la ciudad, y

. Dora, mi madre, caminaba con la gracia que la caracterizaba, pero sabía que era yo quien acaparaba la atención. Mi vestido rojo, ajustado a mi figura, y el escote en forma de corazón

veía. Era como si estuviera mirando a un fantasma, aunque sabía que era yo. La sorpresa en su rostro fue m

-escuché a Magdalena pregunt

ra Feldman, la multimillonaria agricultora. Pero

abía que ya no era la misma mujer a

aso no la estás viendo bien? -Magdalena exhaló con incredul

ro me confunde verla con esa mujer. No entiendo qué sentido t

arriba abajo, como tratando de asimilar, quien era la mujer que había llamado la atención con t

gnoré. Sabía que estaba ahí, lo localicé en cuanto entré al salón, pero no le daría el gusto de notarlo. Aun así, su reacción no pasó desapercibida; al

gitarlo. La escuché llamarlo repetidam

-le preguntaba,

espondió él, clara

stá vestida así? ¿Y qué hace con Dora Feldman? -seguía

una campesina. Nunca supe de su familia ni de sus orígenes,

Charlotte, ¡lo sé! -murmuraba con un toque de satisfacción. Sabía que, en el fondo, me reconocía, aunque no quería admitirlo.

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