uerpo. Pero, a pesar de las dificultades, no podía permitirse rendirse. Valeria, aún pequeña, era su motivación. Cada sonrisa de su hija, cada gesto de cariño, le recordab
da. Aunque la vida le había dado pocos recursos, Elena usaba su inteligencia y su dedicación para sobresalir. Por las noches, mientras Val
Elena no se dejaba vencer. Sabía que, poco a poco, estaba forjando la vida que había soñado. Un futuro donde su hija tendría oportunidad