o tuvo el auto de Adam tras ella, un vehículo de segunda mano, nada elegante pero bastante cómodo y funcional. Llegaron al apartamento, Adeline, bajó de la biciclet
reguntó ayudándola a
ndo internamente para que no fuese una de esas noches con Adam que terminaban en discusión- Entraron
lgo?- le preguntó
re, no quisiera comer na
iches de jamón de pavo, queso, to
e regaló una hermosa sonrisa- vamos a
iches rápidamente y luego fueron a la mesa, acompañaro
. . Ade
guntó ella
café?- la miró fijamente-
e esperó para poder t
ndía que su voz fuese serena, lo c
ija en la expresión de Adam- ¿Me
ró- lo sabes bien- sus labi
celoso de todo el que se ace
iero y lo sabes, ¿por qué tendría que ocultar que
sto es innecesario. . . Adam, somos
s felices juntos- dij
nuestra relación amorosa no era para nada saludable, sabes que lo mejor fue alejarnos como pareja, nunca
dad real para que funcionara, siem
itar un desastre mayor, y perdernos definitiv
e- la miró con dolor- no
e de tragos y cero control nos llevó a la cama, eso es em
o porque tu primera vez no debió ser
tarme se haría contigo un enorme trozo de mi corazón, pero mezclar la amistad y el amor, no traería buenos resultados jamás. El tiempo que pa
uando hacíamos el amor?- pregun
, pero no como tú lo esperas, y tienes que entender que no es sano que sientas celos de cualquier hombre que se me acerca- se puso de pie y caminó
ación de satisfacción carnal que Adam siempre le dejaba, él sabía cómo tocarla, dónde, junto a él conoció y descubrió su sexualidad, se sintió mujer muchas veces, pero aunque lo deseara, sabía que dejarse arrastr
ó junto a su oído, ha
detente- fu
amistad, y él se volvía más obsesivo por un nuevo encuentro? La lengua sobre su cuello estaba enloqueciéndola, Adam la hizo girarse entre sus brazos y justo cuándo iba a hablar, él se apoderó de su boca, estrechandose hacia ella, pegando sus cuerpo haciéndole sentir la prueba de su ardiente deseo, Adeline sentía que le faltaba el oxígeno y el calor comenzaba a ascender, él la levantó en peso y caminó con ella hasta el sofá dónde se sentó con ella a ho
or más que intentara negarlo sentía mucha satisfacción en sus brazos, aunque todo lo que le hubiese dicho antes fuese cier
u musculoso cuerpo, trabajado pero no en exceso, él amaba el ejercicio y
labio inferior, él sabía que su mascul
n sobre los pezones, haciéndola estremecer, y las cortas uñ
ios- sus caricia
a vez más, déjame hundirme en tu dulce paraíso, enloqueceme con el movimiento de tus caderas- sus palabras la
iración agitada, acariciando el masculino pecho, d
lla abrió los labios como quien se ahoga por ausencia de oxígeno- tu cuerpo es una delicia- y dicho aquello, terminó de entrar con firmeza, el placer la estaba enloqueciendo y cómo poseída comenz
ras Adam estaba aferrado a sus caderas, in
er en aquel círculo vicioso de placer, en dónde él luchaba por convencerla de su amor a través del placer y ella luchaba porque él entendiera que el placer no la llevaría al amor, que nunca pasarían a ser algo más