em
Me senté sobre la cama, que era tan mullida que era como estar sobre
rca, cada vez más cerca. -sus
arcelado. Necesitaba justicia. Recordé lo último que conversamos... Esto cada vez
e memorizar todo lo que había visto. Stella estaba en el proceso de selección de personal. Sam, era la sumisa del mafioso llamado Edua
lé mi imagen. Por primera vez en mucho tiempo, quedé perpleja al verme. Me observé
za. Esto era una vulgar tontería, e
ma. Apreté el botón para que se abriera. Era tanta tecnología para un simple ropero. Observé con atención com
pantalones de todas las clases. En ese sentido, había una amplia variedad de prendas de t
plios y estaban perfectamente organizados. Había un compartimento especifico con listones, hebillas para el cabe
poniendo los
ropero, había incluso prendas de invierno, sacos, bufandas, camisas. Todo como par
pa interior debajo. Sentí un cosquilleo que me recorrió por completo el
uaba como una especie de alarma. Tenía grabada una hamburguesa, entonces intuí que era el servicio a domicili
de plumas entre mis manos. Supongo q
onde has veni
o ojo durante la noche porque debía entrenar. Me repetí muchas veces frente al espejo que iba a adaptarme, que ib
fueron lo más complicado. Quería dar una buena impresión, por lo que utilicé tacones, no estab
o haría. Yo p
asiadas horas sin comer. Me miré en el espejo, mi atuendo no era tan revelador como el de Sam, pero era
e ni horrorizarme. Información, tenía que
lo cual me hizo tranquilizar. Seguí, mis tacones se escucha
ntí que alguien se acerca
e er
puedes correr con tacone
no sujetándome por el muslo. Solo el cielo sabe la sensación que me inundó en esos momentos, al no llevar
tacones? -preguntó
nía la mirada amable, era rubio y tenía los ojos color miel. No me dio
rectamente
abajar aquí es grandioso. -dije, am
e entrecerraron. Me dio la mano para que se
menor de Daemon Racchio. -sonrió,
menor del hombre que pronto se
cé a decir,
nos pantalones cortos. No parecía pertenecer allí, donde todos vestían con suma elega
e de la mano. -Te ayudaré a llegar a la guarida
pé, aceptando su brazo
Subiendo por mis muslos, me hacía estremecer. Mi co
Tenía las esperanzas de que no fuera lo que imaginaba. No esperaba que lo primero qu
y la besó, como si fuer
uerte. -dijo, hacie
el resto de las personas allí, como si estuvieran en otra época. Los zapatos est
na mansión. La puerta estaba abierta, me estaban esperando dentro. Caminé, el frío allí
fuera, venían los aromas de avellanas, perfumes mezclados con la fragancia del sudor del contacto
as que veía. No, era alto, con tatuajes cubriéndole los antebrazos. El rostro duro, con la mandíbula marcada y la nariz suavemente respingada. Tenía las cejas gruesas, que le daban una impresión severa. Sus ojo
sculatura. Incluso su corbata combinaba con sus ojos. Su edad debía rondar los
lo. Era como un dios griego,
adelante. Tenía que recordar que este tipo podía ser un asesino. No me de
Necesito inspeccionarte. -ordenó, ante
me había esperado que fuera tan directo. Sentí como la temperatura subía en mi cuerpo, el c
a controlarme. Qué demon