d. O quizás entraban en lo profundo de la vulgaridad, de no ser porque su apariencia era tan exclusi
producto de mis nervios y lo había imaginado. Porque estaba tan
-pregunté, hacien
Elegancia, ante todo, a pesar de que no llevaba siquiera una prenda de ropa interior. Sentí ese cosquilleo
ra necesario, tengo que apegarme al plan. E
amabilidad. Su dureza me hizo notar que había hab
urándome a hac
odo lo que él te dig
beza. Para que no lo olvidara, para que n
o. -dije, mie
acobardarme. Para llegar a la verdad, tenía que transitar este camino sea
enrojecidas, lo noté
nsarlo más. Él querí
lo único que me cubría y en esta posición, no quería siquiera pensar en todo l
chica
posición me hacía multiplicar el calor que crecía dentro de mí. Sentí que se acercaba
rdenó, con
s obedecían. Ninguna se oponía a sus órdenes. Teresa, en que te has met
irectas, frías. Su carácter era se
Por supuesto, eso fue peor, porque mis
acto sobre
s m
mo una roca. No importa que
por completo cada parte de mi cuerpo. Su mano estaba
los. Allí, arqueé la espalda por la mezcla de sen
el interior, bajo la falda, no había nada que me cubriera, no tenía brag
.. -s
eresa. ¿En qué
s dedos tan cerca. Estaba humedeciéndome. A pesar de que había pens
dedo en el interior de mi vagina, llegando lentamente hasta donde estaba mi clít
humedad entre mis piernas. Masajeó mi clítoris sin piedad alguna, haciendo que empezara a temblar por e
nes. Su aroma, era tan exquisito que parecía hipnotizarme. Iba cada vez más adentro, algo totalmente desconocido para mí. Era todo
s controlarte. La mente
rpo, estaba
nterior abruptamente.
Cady. -dijo, al tiempo e
cosas. Sentí el corazón latiéndome a mil por hora. No qu
uerí
erdía en sus rasgos perfectos. Su traje, su elegancia y rudeza colisionando. Su cabello r
endo la paciencia. Sus ojos chispearon, con ese
sentía que había estado desnuda frente a él. Él había estado jugando entre mis piernas,
Eres mía ahora, harás lo que yo te
flejaba que era el hombre más dominante y