tesoro, fruto de meses sirviendo cafés con sonrisa de ángel y mirada peligrosa, por fin estaba completo. Se m
ento suyo era una contradicción hermosa: ternura envuelta en deseo, pecado disfrazado de pureza. Sabía el efecto que causaba. Lo veía en las mir
angosta y polvorienta de Cebú, y le entregó la vi
a de dulzura y promesa-. ¿Cuándo pu
reverencia, como si entendiera que
esta misma semana
lcanzó a girarse cuando un joven encapuchado irrumpió en el local. Sin
ispeante, embriagadora. Su corazón golpeaba con fuerza; sus sentidos, agudos como nunca. El ladrón se escabullía entre los vendedores de
e su puesto de maíz hervido, sus miradas se c
Lila! -bramó Aroon
e deslizaba con precisión felina, mientras Aroon, más
e retumbaban entre los callejones. El ladrón dobló por uno especialmente angosto, donde
Thanom llegó justo después, directo y letal, propinando un golpe seco al costado del ladrón. La
alor, por el esfuerzo... por la tensión. Se arrodilló de inmediato, no por miedo a perder el dinero, si
Se soltó de Aroon, empujó a Than
n, y tomó una caja de ma
lanzaron para inmovilizarlo. Aroon y Thanom recupe
lo que acababa de ganar. Algunos billetes estaban sucios, otros húmedos, pero seguían
s... -s
. Un lazo invisible.
el uno al otro, conscientes de lo que hab
El Primer
ta, se detuvo frente a un pequeño puesto de maíz. Vestía una falda corta y una blusa suelta, demasiado liviana para es
mero en acercars
jo, con esa sonrisa suya que
so derretido. Lila lo aceptó con u
a empeza
a decía mucho. Pero su mirada no era silenciosa. Era p
s hacer aquí?
e, relamiéndose antes de m
mi prop
lbó, imp
ena amb
ila? -preguntó Thanom, por
s regaló una sonrisa suave, de esa
que dejar todo atrás
ó entre los tres. Invisi
ES
s, Lila los miró con intensidad. Esa intensi
e adoraba era que ninguno lo decía en voz alta. Pero ambos lo sentía
sión bruta. Deseo q
ilencio contenido. O
n medio. Y le gustaba
r? Tal vez a ninguno
ía claro
la razón que
aún no
e ya