a demasiado a vino, pero me quedé profundamente dormida a los pocos minutos del despegue. Y no fue un sueño glamuroso de princesa.
sonrisa forzada, de esas que uno pone cuando quiere par
huracán. Nada glamuroso. Nada digno de una futura archiduquesa. Pero claro, yo no soy una archiduquesa. Solo soy una es
dinado que me dio escalofríos. Apenas descendí, una brisa fría me golpeó en la cara, y en el suelo ya esperaba una limusina negra brillante, con chofer de
o, pero no les presté mucha atención. Iba demasiado ocupada mirando por la ventanilla como niña en excursión. En algún punto mencionaron algo de nuevas clases, historia de la corona luxemburg
onces...
pal
nales infinitos. Torres que tocaban el cielo, jardines que parecían hechos con bi
dijo uno de los diplomáticos m
s empezó
me escoltaron directamente a lo que sería mi habitación. Bueno... habitación es quedarse corto. Era una suite palaciega, c
a un vestido azul celeste con encaje, mangas apretadas y corsé incorporado. Me es
o. Maquillaje.
nico. El saludo real. La inclinación exacta de la cabe
zapatos de tortura con cara de querer romperme los tobillos. Me tropecé tres veces, confundí al mayordo
historia cuando nos contaron que un rey murió por una indi
ora, mientras yo intentaba contenerme. Me recordaba
volver a mi cuarto. Me arrastré hasta el baño, me zafé el vestido como si huyera de un monstruo,
que parecía hecha con nubes y suspiros de
estaba ha
esperaba
que alguien descubriera que la futura archiduquesa en realidad
ni yo t