taba a las mujeres que se
un nudo en
, grises como el acero, se clavaron en los suyos sin
la
ió la vista
o. Siguió la mirada de Naven y enton
íbula y respiró hond
con tono firme, si
giró lentamente y la observó con deten
ra juzgando cad
con una voz profunda y controlada-.
spondió ella, con el cora
vestido rojo
a, Naven? ¿No va
o la
irte,
contenida en su rostro, pero Isabelle no dijo nada más.
nos de un metro de distancia. Ella se obligó a mantener la mirada
es lo que ofrezco -
lla-. Y estoy aq
eó apenas en el
onmigo, Sofía? No soy un hombre amable. Ni
olo quiero proteger a Catalina. Tampoco en mis planes estaba co
sto muy alto - La voz de Naven era enigmática
cabeza, como si encontrar
oble -murmur
resando a la baranda
mentos. Un contrato nupcial sin lugar a interp
dió ella si
baba de atarse al hombre más enigmático y peligroso que jamás había con
aba... sería mucho más
bronceado por el sol de Marbella, rodeado de guardaespaldas discretos, pero visibles. Llevaba un traje blanco, llamativo, arrogante, como su sonrisa. Detrás
¡Por fin te encuentro en Madrid! Siempre tan escurridizo - Era evidente que si a
notó. Su mirada continuaba fija en la pista, donde los caballos daban la última vuelta. El hombr
nimado-. No sabía que ahora también llevabas
o las mejillas se le teñían de rojo, no de orgullo, sino de incom
l hombre, esbozando una sonrisa llena d
desnuda en medio de una sala llena de personas que jugaban con millones, c
de ese mundo. No
r -respondió finalmente con voz
fingiendo sorpresa-. Vaya, vaya... in
compañaba lanzó u
le susurró a Sofía-. A él l
ación de la otra mujer. Quería defenderse, decir que no era lo que creían, que no estaba allí p
guía sin deci
defenderla. No corrigió al otro empresario. No
ones eran una escultura de mármol
an hacer o pensar de ella? ¿O acaso
sirviéndose una copa del bar cercano como si estuviera en su casa-. Tal
se c
undo. Era una broma, lo sabía. Pero
nsando. -dijo con voz baja, sin alterar el tono, pero
Naven hablara. Mucho menos que corrigiera a alguien en
oma lo que estás diciendo, e
así -contestó Naven con
arse por el diseño de sus uñas. Sofía seguía sintiendo cómo sus mejilla
con torpeza y
as sorpresas! -y sin esperar aprobación, bebió de un solo trago ant
izonte, más allá de las pistas, como si
esto que estaba viviendo, nunca estando con su padre ha
de nuevo a la baranda, a su lado. La vista desde
ree tener derecho a to
luid
culpas. Solo la observó como si analizara una f
sin mi permiso -respon
ó ella, sin saber de dónde sac
sombra de sonrisa asomó en la comisura de
buscaré yo o si prefieres esperarme en la Suite en
ir más. Ya había vist
he caía sobre la ciudad con una lentitud pesada. Mientras el auto la llevaba de regreso al hote
nta. El vehículo de la pequeña m
e aún flotaba en el aire, delicado y dulce, tan ajeno a todo lo que representaba N
había marchado. Sus ojos grises, fríos como el acero, no revelaban emoción alguna. Pero detrás de
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