ras trataba de explicarle cómo su madre la estaba obligando a casarse con otro hombre, alguien a quien ni si
ía entre lágrimas-. No quiero casarme con otro hombr
larla, sostenerla entre sus brazos y prometerle que nada ni nadie los separaría. Sofía era su amor
a casarte con alguien que no amas -dijo Hugo con voz firme, tratando de transmitirl
rota y llena de angustia-. ¿Cómo... si mañana mismo
abía que el deseo de escapar juntos había sido un sueño lejano, algo que había imaginado más de una v
habló con la misma certez
esto atrás. Tú y yo, lejos de aquí, donde podamos ser felice
empre, pero en ese momento, nada le pareció más correcto. Su amor por Hugo era profundo y sincero, y la idea de casarse con otro hombre le resultaba insopo
rosa pero decidida-. No veo otra forma de ser libre. Si e
tió más liviana, como si la desesperación se disipara un
la estación de tren. Tomaremos el primer tre
ntiendo cómo la determinación c
su amor. Aunque el camino que estaban a punto de emprender sería incierto, en ese ins
rró con dulzura-. Estaremos j
el control de su propio destino. La sombra de la boda impuesta se desvanecía
o rápido, sabiendo que el amanecer traería consi
n entre su hija y ese "muerto de hambre", como solía referirse despectivamente a Hugo. Con cada palabra que
atrás y había hecho todo lo posible por impedirla, imponiéndole castigos y repitiendo incansablemente que no volvería a permitir que viera a
ión familiar? ¿No veía el sacrificio que Martha estaba dispuesta a hacer para asegurar el prestigio de los Carson? La relación
ba una mezcla de furia y determinación. Cuando escuchó la propuesta d
a, con desprecio-. Claro, com
no entendía era que Martha siempre había estado un paso adelante. Había calculado cada posible desvío, cada intento de rebelión. Y ahora que Hugo propon
, y la frialdad necesaria para evitar que ese "bueno para nada" se llevara a su hija. Con un giro rápido,
rá mis planes -dijo en vo
tinada a fracasar, porque Martha C