estúpido ese. Sí que era especial, pues este no tenía
a m
iera ha
ica había provocado y me sorprendió que no me hubieran hecho añicos considerando lo que hice,
uir cuánto tiempo había pasado, no había ventanas ni nada que pudiera darme una pista de si pasaron unas horas o incluso días, tod
rdo se asomó, no pude verle el rostro porque
inc
que me lla
que la mirara-. No vayas a hacer algo estúpido, ya aprend
ier movimiento que no fuera caminar. El lugar era grande y tomó bastante tiempo en llegar a una habitación donde había m
s-. ¿Ves? ¿Quién dijo que éramos unos monstruos? Ahora apúrate que no tengo todo el día -dijo
do contra ti, aunque tengas esa ma
o podía derrumbarla, y sabía que después de mi acto estarían todos con una metralleta bajo el brazo esperando que cometa el mismo error para dispararme sin piedad. Me di por vencida y giré una de las llaves para que saliera el agua. Me puse bajo el chorro con la ropa que tenía, así aprove
conocía bien. Recorrí mis ojos por s
acer de niñe
a chica que le rompiste la nariz? -me preguntó tranqui
testé sin prest
ca es mi
bufido
emás, te hice un favor, segur
tebrazo apretó mi cuello. Si las miradas mataran nuestras cabezas est
. Había tenido razón; no eran negros, eran
gruñó-. Debería acab
cuántos más?
tarme contra
searán nunca haber escondid
y matarnos en el proceso ha sido su error más graó un poco más, ignorando mi amenaza-. Sufrirás, sufrirás como
penas se es
razo en mi cuello se mantenía en su lugar, pero no me apretaba al punto de no poder respirar, tenía el agarr
sin vida y escuchar a tu madre gritar por ayuda fue un
sentarme sobre él. Descargué toda mi ira golpeándole el rostro; uno, dos, tres combos se escucharon hasta que sus piernas se levantaron y tomaron mi cuerpo por detrás para
agua que le había caído de la ducha aún a
toy empeza
andes y fuertes, subí mi brazo y la crucé por encima de los suyos y me zafé de su agarre, pero cuando di la vuelta atrapó mi cuello nuevamente por detrás, tomé impulso y lo levanté por encima d
n él de una v
s envolvieron su cuello en el aire haciéndolo girar en su posición, y usando su peso contra él
piar la sangre que teníamos por los golpes. Escuchamos la puerta e inconscientemente saltamos de don
quí? -le preg
que su tiempo s
abía actuado detrás de la espalda de
po se acabó, princesa,
hasta la salida, pero antes de cruzar la puerta me lazó una mirada. Sab
ropa interior. Repasaba la pelea con Kent en mi cabeza; sus golpes fueron certeros, sus movimientos calculados y era mucho más ágil de lo que podía
y lo inevitable g
la m
golpear la puertas fuerte-. ¡Necesito usar el maldito baño! ¡No querrán que su princes
le -se escuchó
sus ojos bajaron de los míos hasta mi cuerpo semides
lo que ves?
am
enido matarlo si tenía la oportunidad, pero solo me miró mosqueado. Vi como en su rostro no había ningún indicio d
rodeando por ahí. Lo agradecí, lo último que quería era que me vieran en mis paños menores, algo que no pensé hasta que Kent
cinco
o había ventanas, toqué con los nudillos la pared, era de concr
se habían esmerado para
imposible matarlo, lo sabía bien, pero si no lo mataba a él, me mataría a mí misma. No dejaría que ese inútil me volviera a t
ría m
me esperaba con a
una manta-. Cúbr