. Su rostro era una nube de tormenta, oscura y amenazante. El joven Daniel, todavía so
, su voz baja y peligrosa. Dio otro paso
pesar de su juven
aunque un temblor la recorría. Todaví
na risa áspera, un soni
hagas reír, niño.
ros, una mueca tor
a. Hasta que decid
l se abalanzó hacia adelante, empujando al Dani
z quebrándose de rabia-. ¡La t
del joven. Sus ojos se abrieron de par en par por la con
hablando, muchacho -gruñó, tra
médico-. ¡Sé que estabas con ella cuando Sofía más te necesitaba!
mí. Un destello de algo, culpa o quizás miedo, cruzó sus ojos. Abrió l
tente cortando la tensión. Lo buscó a tientas, sus manos temblan
ono. El teléfono vibró de nuevo, esta vez con más urgencia. La batalla entre su pasa
o a un arrullo tranquil
? ¿Qué pa
ente de Valeria, atravesó el air
a está aquí! ¡Está tra
ética, al borde
el Daniel mayo
ofía? No, e
go de vuelta
voy para allá. No ha
rostro una máscara de
que todavía estaba conge
-. Tú y yo... vamos a hablar de esto. Y tú -señaló con el dedo al joven D
rró de golpe detrás de él, dejando un e
caídos, el informe médico olvidado en su mano. La pelea lo hab
e... se fue
ada de sus elecciones un
pre l
ó la foto enmarcada de Valeria y el bebé, y sin decir una palabra, salió por la puerta principal. Escuché el débil sonido d
mpió con una furia silenciosa, quitando el polvo, arreglando los muebles para devolver una apariencia del hogar que una vez imaginamos. In
izado. El aire estaba más limpio, libre de la presencia asfixiante de la traición. Se paró en el centro de la hab
prendentemente firme-. Mañana,
incorrupto era un escudo, un consuelo que
a sonrisa genuina finalmente
labra. Fui a mi propio dormitorio, el que se había sentido como una prisión durante tanto
erarme, me invadió. Era una liberación que no me había atre
a vez en años. Sin pesadillas, sin dar vueltas
luz de la mañana, y encontré al joven Daniel esperándome. Parecía agotado, como si no hubiera dormido, pero sus ojo
su mano tembla
, su voz ronca-. Guardado en un ar
laraciones de los testigos. Y nombraba explícitamente a Valeria Williams como la conductora, habiendo virado erráticamente en un momento de pánico después de verme. Mi corazón dolió mie
l joven Daniel, sus ojos ardiendo con una furi
o sentido de la inju
lo de nosotros. Se trata de lo que es correcto. Se trata de demostrar que
a solo de mí. Se trataba de
rró, las lágrimas corrían por su rostro-. No
jóvenes ojo
. Dime que no vas
amorado por primera vez. El hombre que habría hecho cualquier cosa para proteg
rme, mi mirada inquebrantabl
a. El joven Daniel asintió, con la mandíbula apretada, y sentí una extraña sensación de paz. Por primera vez en mucho tiempo, no
, su rostro enrojecido de ira y desesperación. S
u voz resonando por la casa recié
cial claramente visible. Sus ojos se entrecerraron
. realmente l
cia atrás, como si le
atrev
, con la mandíbula apretada, su mirada desafian
ontraste a un niño para que firmara tus
edo tembloroso
tico sustituto, Sofí
en mí. Su poder sobre mí se había ido. Era solo u
e -dije, mi voz tranquila, cas
se rio, un sonid
se preocupa así. Es solo un peón en tu pequeña f
erca, sus ojos ar
emente reemplazarme? ¿Re
vajemente por
e borrar todo? ¿Tomar mi casa
s, su cuerpo ir
s siendo mía. Y n
la ira, más allá de la traición. Miré al joven Daniel, que se mantenía firme a mi lado
iel -dije, mi voz clar
nidad, mi falta de reacción, pareció desconcertarlo más que cualquier pelea. No esperaba esto. Había esperado lágr
estalló
. ¿Crees que eres libre? ¿Crees que puedes sim
al joven Daniel, lu
estéril. Ni siquiera puedes darle un hijo a
herida más profunda. Pero esta vez, no lo hicieron. Esta vez, tenía un escudo. La man
memente, la palabra sabiend
palabras, pronunciadas sin emoción, habían dado en el blanco. Me miró fijamente, luego a
voz un susurro desesperado-. Te arrepentirá
cio que se sentía pesado, pero extrañamente purificador. El joven D
uo -susurró, su voz tem
ado. Treinta días de libertad, o eso esperaba. Y supe, con una certeza q
ista de So

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