una batalla ganada, aunque la guerra no hubiera terminado. El joven Daniel todavía estaba a mi lado, su man
i lengua. No era una pregunta, sino una declaración de h
vía ardiendo con una indignación que e
á daño, Sofía
a, cruda por la
do lo que su yo mayor no era: ferozmente protector, genuinamente empático y absolutamente d
o traidor, sino ecos de nuestro pasado. Una primera edición de mi novela favorita, un raro vinilo vintage que solíamos escuchar en repetición, un pequeño e intrincado pájaro de porcelana que se parecía a
todavía estaba allí, acechando bajo las capas de su yo actual, esperando ser redescubierto. Quería
nilo con un paño suave, que colocaba delicadamente el pájaro en un estante como si fuera de cristal hilado. No era un sustituto. Era el
Era un lugar que solíamos frecuentar en nuestros primeros días de noviazgo, un lugar acogedor con m
iana con una cálida sonris
ucho tiempo! ¡Y has traído
n ojo al j
devoto como
ró, sus ojos llenos de ese amor puro e inalterado. Sentí un dolor agridulce en el pecho. Si tan solo. Intercambiamos una mirada,
mi pequeño relicario antiguo -un regalo de mi abuela, una
inmediato, su mano ya alcanzando la pue
vuelta al restaurant
Mis dedos se detuvieron en un informe de noticias locales. El titular me llamó la atención: "Valeria Will
uetear con Daniel. Llamaron a la policía y Valeria se había resistido al arresto, lo que llevó a cargos de agresión e intoxicación pública. Su foto
familiar, cortó l
i no es la esp
lo desaliñado. Se veía... diferente. Demacrada, su ropa cara colgando holgadamente de su cuerpo. La facha
escapando de sus labios-. No te molestes. Probablemen
a, ni dolor. Solo un
-dije simplemen
r mi falta de reacción.
que estarías desconsolada. Después de to
plano, un brillo tr
liqué, una pequeña y seca sonrisa tocando mis labios-. Y la semana pasada, anunció públicamente a s
ió, su voz volvié
te detenernos! ¡Lo mantuviste atad
sa genuina que me sorpr
í, no porque me amara, sino porque amaba la ilusión de control. Y tú, en tu desesperación, te
ardían
tan lista, verd
erca, sus manos a
¡Solo te compade
el hombre que tanto te ama todavía no firmaría los papeles del divorcio durante s
ntorsionó en al
nunca lo haría! ¡Me ama
ntención de casarse realmente contigo. Fuiste una conquista, una distracción. Una junior bonita y ambiciosa q
us ojos se volvieron
lanzó sobre mí, empujando, arañando, un grito primal salie
onó, fuerte y penetrante, seguido por el chirrido de los neumáticos. Los faros me cegaron, una luz blanca y abrasa
i nombre, una desesperada, otra llen
mí hacia atrás con una fuerza increíble, enviándonos a ambos a caer sobre el asfalto
ta para ver al Daniel mayor, congelado al borde de la acera, con el brazo extendido, el rostro pálido
o, alcanzó reflexivamente a Valeria, que se había
ntre estaba plano. Era una actuación pract
tándole suavemente el polvo de la chaqueta, buscando heridas. Me miró,
-susurré, mi
ébil luz volvi
, Sofía. ¿T
escena en la acera, lo puse de pie. Nos alejamos, de la mano, dejando al Da
proceso silencioso y solemne. El joven Daniel estuvo a mi lado, su presencia un ancla reconfortante. Cuando el juez anunció
años de dolor y sueños rotos, pero también un futuro de posibilidades. Mi visión se nubló,
deó con sus brazos, a
u voz espesa por la emoción-.
on los ojos
. Por todo lo qu
sonido infantil que
dones, Sofía.
n día de verano. Se estaba desvaneciendo. Esta versión pura y devota de Daniel, que había
or mis mejillas. Extendí la mano, tratando de aga
fría, cortó mi aturdimien
con los ojos entrecerrados, su rostro grabado con una
ista de So

GOOGLE PLAY