Reverse - I
r mientras siento que estoy cayendo por un precipicio y veo mi vida pasar ante mis ojos con ese ritmo bajo. Cuando descubrí a mi banda favorita hu
a, pero eso no quita que durante cierto tiempo y sin darme cuenta o haciéndo
marciales, los monstruos me habían enseñado el negocio detrás del gimnasi
n; aunque esto último realmente era lo que menos me irritaba. En realidad, creo que me molestaba el hecho de que las niñas se les ac
es, hacía añicos el saco de boxeo por demás desgastado en el gimnasio que ma
ía salir de la escuela sin ella, pero creo que le interesaba más llegar a tiempo para subir al autobús con el niño que lo otro. Me burlaba de ella mientras sus amiguitas me llamaban de todo me
la rompí en mil pedazos. Cuando la niña la halló en un cesto de basura, destrozada desde las co
dea -horrible ahora que lo pienso- de amenazar a los chicos con almuerzos que parecían de restaurante gourmet, con un compás para que nos den esa comida. Si se a
cuando tenía mal comportamiento porque el viejo y el tonto nunca pondría
poco de la humanidad que me quedaba. Al ver que esta vez sí me había pasado con él, me sentí algo mal, pero no debía pasar mucho para olvidarme de esa ráfaga de sentimiento; un poco de televisión y los gritos y golpes del vie
te, aunque nunca me arriesgaba. Me veía como un perrito bien adiestrado ante los monstr
cidí que lograría sembrar terror en los niños tontos si los golpeaba. Es decir, si a mí me
horreando de su nariz y boca. Recuerdo inesperado: a uno le lancé una piedra por decir mierda al lado de mi nombre y me gustó el sentimiento de poder
bía dejado de sentir hacía tiempo, a querer salir golpeado a veces, pero siempre aprendiendo cómo ejercer el mayor daño posible. También aprendí de la
ciéndoles que, si me delataban, habría otra zona que dolería como la que estaba doliendo en sus cuerpos en
ecer víctima. Funcionaba tan bien el plan, que los padres de los niños que atormentaba me veían co
a, al contrario, parecía que estaban dudand
ños, para mantener bajas las sospechas sobre mí, pero fuera de la escuela, los atormentaba y h
onto me enseñaban, lo que hacían en mí y solo cuando estaba muy torcida mi psiquis utilizaba algo de
no me consideraran una amenaza y descansar de las dudas hasta que el nuevo bully acababa echado de la escuela por no ser prudente y yo sonreía porque el verdadero demonio todavía
risteza, solo odio y ganas de quebrar
ero sabía que eso solo sería una victoria para los dos locos que tenía por familia.
la vida a los monstruos y sin du