tras descargaba su teléfono sobre el escritorio, se colocaba la bata, miro con atención la mesa
aria Lucila enfermera que trabajaba con el hacia diez años, hacia su agenda, programaba pacientes, así como el aseo y la asepsia de los equipos, la clínica estaba a cinco cuadras de
ue temprano que ha llegado us
lo había colocado en su escritorio-O si gusta lléveselas a su casa, pero no las quier
n ramo costoso, había llegado con una cesta de frutos, tenía manzanas verdes, rojas, uvas, ciruelas, y otras frutas exóticas, lo miro una vez más suspirando así que las llevaría a casa, en su salita lu
asó revista, vio varios exámenes para las cirugías que se programarían. Consulto su
omo en salsa negra, ensalada de repollo, dos papas a vapor, postre de moras, una copa de agua estaría bien. Silvia en
No quiero hablar sobre lo que paso. E
n amigo- Lo que viste no es así,
, he interpreté mal- sé muy bien lo que vi-este tema está cerrado, olvidado, lo nuestro quedo hasta aquí- No te guardo rencor Silvia- le dijo el levantá
que Roberto te hará muy feliz- Nuestra con
- la voz de Silv
mientras le apretaba la mano, y con delicadeza la soltó, un pequ
dormiría unas horas, en la noche
le cuidaba, había dejado su empleo de pastelera en "La Giorgio" Había estudiado en Francia dos largos años, su sueño era tener su café, había retornado a España aceptando un t
del agresivo cáncer contra el que luch
, el lugar era encantador, la propiedad tenía dos plantas, venta
pensión a la abuela, quería que ella pagase un hogar y viviera bien. Aunque la abuela
a pequeña pensión, se habían am
decoraban la casa, hasta lograr hacerla un hogar acogedor, tenía cuatro habitaciones, sala comedora, cocina amplia, dos baños, y el cuartito de costur
a amplia vista desde l
mentos, el hombrecillo frente a la caja le solicitó su identifi
reglaría, debía hacer las compras de casa, siempre solía gastar lo necesario, le ahorraba una parte
ho y cinco años, su hermano Henry tenía una niña de nueve, Zarina, era una dulce chi
los chicos contaban cuentos, la abuela
se exquisito gusto por la cocina era un talento de la abuela que
e bueno-escucharte-. ¿Cómo dices? -te has vuelto loc
da-deberías darte ese placer- Naomi hablaba sin parar, Ani rió sarcásticamente era algo medio grotesco de su hermana decirlo, solo sabían traer sus hijos para cuidarles, cocinarles, y demás, nunca tenía tiempo para ella, la abuela tenía días
pero esto era un abuso de su parte, invitar un desconocido, solía aprovechar estas cenas para hacer sus chistes y bromas, le molestaba
uelo había comprado aquella casa en Cadaqués con la esperanza de vivir en ella, no había podido ser, un infarto al corazón, fulmínate truncó el sueño, a los meses de la muerte del abuelo, Candelaria su abuela había retornado también a España, estuvo algunos meses con la familia en Barcelona, a los dos meses, había ido un fin de semana a Cadaqué