n a tomar sus puestos, sirviendo el vino, las copas de agua. En ese momento sonó el timbre y Naomi en pie, hizo gesto de aplauso mirando por la ventana, a paso
la de su hermano, la abuela, todos le dieron una cordial
e última hora que no se pueden
erá inolvidable- afirmó Naomi
esta delicioso-dijo Toni, a la par que echaba mano
probó dando un mordisco seco a los rollos de queso, y el puré. El timbre sonó, y Naomi se apresuró para abrir la puerta, Angélica acaba de hacer su llegada, con donaire entro al salón, saludand
ole a su hermana la noticia que el invita
ta, aun así, era la directora de Turismo de Cadaqués, Ani respiro profundo, segundos después apareció en el comedor con el pastel en manos, lo colocó allí en el centro de la mesa. Juan Carlos se excusó y fue hacia la salita, allí tenía una caja de donde
rmana Ani-. dijo Nao
rlos, es un verdader
ella extend
o es para usted, u
Ella le hizo ademán que t
o a la señorita Angélica, es la directo
jo mientras le
olo cosas buenas, no estaría mal invitarnos un café- Angelica le
us puestos y la cena empezó de forma amena, Naomi contaba sus an
to a Juan Carlo
detalle, pero era una villa que había conservado tal como estaba, le había hecho algunos retoques, que sumaban belleza a la propied
to- dijo Henry; por
pie de la playa más cercana, por eso me encanta tanto este pueblo, el mar haciendo de fondo con s
í, el mar, mediterráneo y el cabo de Creus- afirmó Henry- te
ue tiene, es inexplicable- expresó la abuela- como también donde us
ción continuó amena, Juan Carlos la miraba de tanto en tanto, él contó algunas anécdotas de trabajo, a las que Naomi no
a, cabellos castaños claros, podían verse reflejos rojizos, piel con perfecto bronceado. Era hermo
Angélica le preguntaba sobre su tarea de ser médico, a
l postre, sus miradas se cruzaron, la
llorar, o la vez que había llenado su jarra de té con barro, imitando que había hecho chocolate, Ani había ll
diplomacia, su padre era un adinerado magnate, Angélica era alta, blanca, cabellos rubios, unos preciosos ojos azules profundos resaltaban su rostro, sus manos delicadas, uñas perfectamente arregladas, lucía un vestido negro a
Carlos le consultó para solicitar un taxi, había dejado su coche
a mejilla, le dio las gracias por tan bella
eléfono se le quedo en el sillón de la sala,
él, no había duda, se preparó una taza de té con unas gotas de limón, se acomodó en la silla de la barra de la cocina, mientras lo enfriaba, evocó su mirada, de pronto su rostro se iluminó, llamó
e sonido encendido, al abrir la puerta corrió hacia el lanzándose a sus brazos. Fue a la cocina y le dio su merecido premio, Teo venia con sus pantuflas colocándolas al pie del sofá, ladró en señal que se las colocara. Su galleta se la había ganado. Juan Carlos se había mudado apenas un año atr
, el balcón, la terraza, poseía una bella alberca abajo en el jardín, gustaba de estar en casa cuando no tenía turno, o descansaba, aunque conservó muchos de los detalles, sus