bios que estaban abiertos sobre los míos, bañándome con su
que iba a besar a ese hombre más temprano que tarde porque era bastant
allí mismo y le daría aquel beso que tanto me estaba costando rechazar - esperaré ansioso a qué me supliques que te bese - jugo con su nariz en la mía - que te toque - avanzó con susada y su maldita boca sostenía aquella so
volver a mirarme con deseo en todo el resto del día, en el que sentí un desasos
staba enviciada de su
ni se molestaba en responderme uno solo de los emails que le mandaba con ellos. La tía estaría jodida porque me hubiesen
tar, que era lejos de sus intentos de seducc
e de cortejarme, el tremendo abismo que se había levantado entre los dos el resto de la tarde me había hecho sentir como menospreciada por estrecha
ición a hacerlo que tenía con él, viendo la cantidad de tiempo que empleaba a desearlo en mi mente
mi problema de extremo deseo sexual por mi jefe, y me ví casi corriendo para contestar antes de que colgaran. Había estad
Diga
l hecho de que él no podía verme subiendo una pierna a la silla que tenía
rabajando durante el día, pero su tono ronroneador, lo delataba.
de lo que estaba haciendo
llamada, lo sentí respirar largo, como si hubiera estado aguantando la respirac
se oía esa simple p
por el albornoz abierto del hotel, que era mi única prenda y me
oz etérea porque no quedaba clara su postura del todo. No sabía si estaba divertido o cabreado - arréglate
divertida conversación colgó sin dejar
o era negro, de tirantes y un escote que bordeaba en forma de lomas las cumbres de mis pechos y los hacía más accesibles. La prenda se pegaba a mi cuerpo hasta la altura del final de
s y mis ojos verdes se deleitan en los oscuros de Rodrigo que
ngiendo que no me dolía el sexo de lo mucho que aquel hombre me
se tan cerca de mí, que su índice recorrió mi escote de derecha a izquierda y disfruté aquel pequeño pero intenso toque - sacaría tus pechos de aquí adentro ahora mismo, jugaría con mi lengua
bió su vista de mis pechos a mis ojos y me obligué a pronunciar lo únic
onuncié como pude y no le contesté que efectivamente no llevaba ropa inte
talón y dió un paso atrás, pero no apartó
darte ciertas cosas a
igmático cuando hablaba. Le gustaba dejar todo en un suspenso que me confundía porq
aque de celos que aún no lograba asimilar o justificar. Desde el día y momento de nuestra llegada al hotel no lo habíamos vuelto a ver, pues las reuniones se habían realizado dentro del mismo y
ujo hacia el destino al que íbamos, dejándonos finalmente en la entrada del morro de La Habana. Una fortificación de la época de la co
e tiene esta ciudad desde hace décadas y que te
alieron de su boca nada más bajarse del coc
Me había rodeado la cintura con su mano y no siquiera la tela de
o, salimos caminando como cualquier pareja de l
en tacones pero el caballero a mi lado, me mantenía segura
nera grosera sin poder e
cañones que habían al borde de un muro empedrado y un precipicio que dejaba ver el mar debajo de el, y a lo mejor, muy lejos... de
a usar zapatos tan altos? - el olor de su cuello me
te - sonrió en mi mejilla y me besó detrás de la oreja cuando me dejó sobre el suelo, de
a, tratando de no sentir de más su ce
confianza con que nos tratabamos de vez en cuando, me asom
urró al oído, ignorando por co
caricia que le daba y se me hacían invisibles las perso
d, me dió una explosión de sinceridad y decidí al menos en aquel momento sumarme a su juego de seducci
te deseo