Ni
dije sonriendo al teléfono mientras hablaba
a se definían a la perfección ese par de melones plásticos- Avís
caminar y revolví mi cabellos con nervios
era en saberlo-
dormitorios de los estudiantes, en el piso de abajo estaban los chicos, en el superior las chicas, y creo que jamás me sentí tan observado como cuando aqu
escuchando cómo me llamaban con atr
earme. Era lo que me había llamado la atención de dictar clases a los mayores: el hecho de retarlos a impresionarme no era simplemente
el lugar pidiendome permiso para pasar mientras congelado me albergaban dos dudas a la vez, la primera era ¿Por qué carajos habrí
o no fue una colegiala quien me espero abierta en la cama lista para que le explicara los tipos de palabras agudas, graves y esdrújulas, sino una empolvada cama en una habitación solitaria y vacía con una ventana descubi
cudiendo el polvo de la misma me dij
igo mismo mientras mis ojos se cerraban por sí sólos y el frío
pero con el corazón agitado me calme diciendome que sólo había sido un mal sueño, t
anizarlas, el hecho de que estaría por ahí un año y que, quizás, me quedase permanent
el polvo limpiado con las toallitas desinfectantes que compré, también mi equipo de higiene per
ldita llave sólo escupiría agua helado. ¿Era en serio o una maldita broma
endo libres unas horas al día. Me asomé a la ventana sacando un cigarrillo de la cajetilla, y riéndome sólo al recordar la estúpida idea de mis amigos de traer conmigo un "Porro para Emergencias". Ahora que lo pensaba, estaría
con sorpresa los gritos e incluso fue hasta el sonido de golpes que busqué una camiseta y mis deportivas para bajar
lea que parecía ser entre dos fornidos muchachos, ambos sangraban en partes distintas del rostro y en e
me juzguen, pero tampoco me arriesgaría a recibir un golpe por na
ella. Eran tres los profesores que ahora los regañaban y encaminaban hacia la dirección apartando de su camino a mirones co
mi desconocido colega. Él bufó y me t
iario. Bienvenido