Habana septie
sido forzadas, pero sabemos que ésta mujer recibió hace muy poco la desagradable visita de unos desconocidos. Palpo la yugular de la anciana, se perfec
- masculla mi se
n y empalagoso que desprende Jeanne, los otros dos aromas me son imposibles de reconocer. L
eñor. Ése es aproximadamente el t
de la casa, está restringido a ésta única habitación, debieron entrar por la puer
an ido Señor. Va
rección de mi mirada y
resurarnos
ras de la dirección señalada por la nota en el calendario escuchamos el estruendo de un coche al colisionar con un humano. Alex
acercamos a ella, tomando posiciones defensivas permanecemos de pie, uno a cada lado de su cuerpo. Alexandros se acerca a ella, s
ogando en su propia sangre. – susurró Alexandros, su voz cargada de gran congoja
fff.- balbucea
adamente su frente. – Pronto
io del suelo y abrir una enorme herida en su muñeca. La sangre g
eñor suspira aliviado. Se sienta sobre el suelo y esconde su rostro entre las
o unos pocos minutos y ya está s
os labios, se pone en
que sobrevivirá, necesitaremos habitaciones de hotel. Llama por teléfono a Henry, que seleccione un grupo de sus mejores hombres y los envié lo más rá
, S
a Jeanne. Debe responder po
, S