ara comprobar que estuviera bien peinado y al ver mis ojos recordé las preguntas que le hacía a mi padre cuando era niño sobre de donde él venía y por qué solo
lejos y allí, los ojos negros son ta
lestaba, al cabo de los años dejo de interesarme y luego de su muerte n
casa, vivía solo y no era muy normal recibir visitas, las únicas personas que me visitaban eran, mi madre y mis amigos los fines de sem
timbre, por la cantidad de voces que escuchaba ahora que estaba cerca, parecía que eran tres persona
e estaba más cerca de la puerta, era de piel blanca con el cabello rojizo, el cual llevaba recogido en un muy elegante
se hizo a un lado quedando fuera de mi vista, por último, el hombre que estaba con ellas era robusto, bastante más alto que ellas, y para mi desg
mera chica de nuevo, no es una ropa que muchas mujeres de la iglesia utilicen, al d
na frase, la cual siempre me la repetía cuando estaba más pequeño – No confíes en nadie -, esa misma
uido que me delatara que estaba allí, las tres personas se
tendí muy bien que fue lo que dijo ya que estaba concentrado en no hacer ruido y también en la forma de escapar en caso de que entraran a la
eres no parecían representar ningún peligro a simple vista, pero no podía decir los mismo de su acompañante que, aunque no lo
-, dijo la chica que había escuchado p
e que una chica que no había visto nunca en mi vida supiera mi nombre?, me pregunté al
onfía en mi – dijo manteniendo
ndido, quizás fue el simple reflejo a la pregunta que ella había hecho, o el que ya no tenía caso de estar ahí sin hacer
al mismo tiempo, una sensación extraña recorría cada centímetro de mi piel, extendi
daño, solo abre y déjanos explicar
ios que por otra cosa - ahora usan chicas para que uno se co
or el ojo de la puerta y viste a mi amigo aquí presente – dijo, su tono de voz no cambiaba, parecía destinada a no alte
con el que andaban era lo bastante grande como para derribar la puerta de un golpe, aunque tal vez no lo habían hecho para no alertar
aceptaba, al menos tendría una oportunidad de escapar de ahí tomándola de rehén si el caso lo ameritaba y si se negaba lo que haría era asegurar la puerta e int
mis compañeros se quedarán a
r que tengo... - dije, pero no logré t
sabemos que no estas armado –
conmigo; intenté dejar de lado cualquier pensamiento y me concentré en la primera alternativa, que era t
ue pasara su amigo, la voz de mi padre volvía a retumbar en mi cabeza con la m