dada y apreté aún m
oy Julianne Smith! ¡Escritora y periodista! ¿Usted cree que es
siguió soplando su maldit
o sé q
ado! -i
ó de las barras, moviendo su escote ant
oquito histérica y a veces no se modul
ceso femeninos y suaves. Parecía que había quedado
un puchero con sus labios gruesos y el po
ramos, asombradas de
o hombre al que le había roto el coche-. ¡H
se volvió hacia William para apr
con ellas -respondió, moviéndole
nzó a acercar a nuestra celda a paso lento, com
me con malicia-. ¿La rubia, la pelirroja o la moren
miré hacia otro lado. No
rrogante -cont
no por el desordenado cabello c
s elegido a la perso
stinguido y que podría perjudicarte,
y miró a
. Soy William, un nombre que no olvidarás bajo
y respirándome en la cara. Desde nuestra cercanía podía oler e
ag
portante -afirmé, entrecerrando mi
í? ¿Y c
ntentando fijar mi
anne
ó, can
blico o quién sea que te conozca, debe imaginar que no ser
bios en una
, tenía
bios manchados con azúcar producto de la dona que comía de forma despreo
s en blanco y n
am so
e la respeta, Srta. Smith, ¿les importará enterarse que usted romp
s cejas, d
los demás se entera
e sí le
a en su e
o pagarle el taller a su coche y-y si quiere un che
era ladeada, dispue
o de 6 años que desperta
se ablan
Julianne, no puede romper c
ra me estaba dando cátedra
plicar, pero a los hombres como él, malvados y rudos, les gus
rrando sus ojos, mirándome levem
luego cómo el cabello desordenado le ha
nera pícara y le dio
puesta a llegar tan lejos para salvarme el pe
ngo una idea que podr
extrañamente entusiasta por l
ro puedas hacerles escarmentar que la propiedad ajena cuesta -le dijo al policía, que disfrutaba de la escena apoyado en su e
? -inquirió
dio en esta ciudad y ya tengo el c