ítu
ensaje d
en la que apenas cabían ella y sus trastos. Pero su alegría y su optimismo no habían mermado ni tan solo un ápice. Acababa de entrar por la puerta el cliente más extraño que tenían, un hombre entrado en años, de cabellos blancos y ojos
mismo de siempre?, ¿un café muy carga
a se le ocurría pedir algo distinto, y lo hacía c
lgo- me encanta la tarta de cerezas que hace Mildred y que me l
soy una más, es tan fácil atende
y no te has enfadado nunca con migo ni tenido una mala palabra pa
sobrecito blanco y se lo dio a Margot. Ella se quedó muy sorprendida, creyó en principio, que se trataría de
ños at
una eternidad. Estaba muy unido a él, y había muerto muy joven, con tan solo sesenta años. Un ataque al corazón y...Lloró profusamente, con amargura y gritó para sacar de dentro de sí el dolor que tanto l
salir entre las nubes gris oscuro que amen
l desde que...-habló con
o allí. Se sentó y comenzó a marcar números de teléfono. Sus clientes comenzaban a estar en contacto con él. Debía mover un volumen muy gr
r a Rusia dentro de seis días y a Estados unidos en siete. Es un carga
arlo entre sus dedos vio que había algo dentro. ¿Cómo er
ue sepas que siempre fuiste mi único amor, y que me voy con
e sobre?, supongo que se le quedó
ción de la planta novena, la suya. Volvió a su mesa y siguió trabajando hasta que el hambre le avisó de que debería comer algo pronto para que su estómago dejase de gritarle. Las horas pasaron rápidas, y Harold bajó a la cafetería del edificio, allí comían sus sándwiches todos ellos. Pero al salir para tomar el ascensor observ
ió afuera y vio que todos traba
raba sobrevalorado no era para él. Aunque no estaría mal conocer a alguna mujer atractiva que pudiese enamorarse de él. -Se rio de sí mismo-, ¡que tontería!, -pensó-, ¿Quién se iba a enamorar
..?,
a nota suya en mis ma
én es
dificio Número nueve de la i
én, pero creo que no le conozco, ¿me lee e
scuchó al otro lado del teléfono, le ind
a pesada y desde luego de mal gusto, pero y
l gusto, podríamos quedar y le entregaría la
yó fueron eternos, pero la respuesta fue positiva, ella también
enes Fortnum and Mason?, tienen una tarta de
n ¿ a las cinc
evaré un abrigo beige y p
ro de tapas azules y una
empre acerados y bajo control se le rebelaban acelerando los latidos de
r manos hábiles. Este año le tocaba a Alicia en el país de las maravillas. Harold llegó quince minutos antes y a punto estuvo de llegar al tiempo mismo que lo hacía Margot. Ambos tenían por costumbre llegar algún tiempo antes, en concreto quince minutos antes de la hora. Apenas se había acomodado en una mesa discreta junto a la ventana, cuando un atento ca
r¿ es usted e
que es usted la
yo, pero por favor
dente que acababa de estrenar aquellos precioso
o le conozco de nada, pero su voz era tan tranquiliz
rgot, aquí la tiene, -se la
r qué decir, era su letra, y ella no
no obstante no lea he es
os una broma?,¿o que quizás se trate de alguna
é decirle
camarero volvió para tomarl
mo que el caba
ajo con discreción. Era una mujer de esbelta figura, melena negra
erá qué
sido algo imprevisto y agra
nera-reconoció Mar
puso ante ellos, para dejar en el centro de la mesa un plato con sendos trozos de tarta
he, prefiero saborearl
e a servirle c
poniendo la palma de su mano para i
cita con una mujer y menos aún con una como aquella. La conversación, como correspondía a un buen par de ingleses, comenzó por el tiempo en Londres. Fue
o mucho señ
Madrid, es una ciudad sorprendente y m
erlo. -Se acercó a ella para decirle en una supuesta confidencia-, es un placer para mí, pero no
e y le imitó cual si re
otro tanto y sus sonrisas aumentaron en número significativo. Afuera comenzaba a nevar y pidieron otro t